Paso 9

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Meteos en un problema que os obligue a compartir un momento de conexión íntima.

Me gustaría poder pensar que reaccioné con dignidad y la cabeza fría.

—¡¿Qué estás haciendo?! —chillé.

Katsuki se sobresaltó, su lata de pintura formó una mancha enorme en la pared.

—¡Mierda! —maldijo mientras se daba la vuelta para mirarme.

Abrí la boca para continuar con mi reprimenda, pero dio dos pasos largos hacia mí y me cubrió la boca con una mano enguantada en látex.

—¿Podrías callarte un segundo? —murmuró en mi oreja a través de la mascarilla.

Respondí mordiéndole la mano, y sentí el sabor de la goma. Katsuki gruñó y me dejó ir mientras le arrancaba la máscara del rostro.

—Pero ¿Qué problema tienes?

Hizo una mueca y se quitó el guante e inspeccionó la herida. Mi pecho subía y bajaba acelerado mientras daba pasos hacia atrás, dolido por su reacción.

—¡¿Qué Qué problema tengo?! ¡¿Soy yo el que está pintarrajeando una propiedad pública en este momento?! —le pregunté como si fuera a pegarle —¡¿Qué problema tienes tú?! ¡Es esta tu manera de divertirte?!

—Sí pudieras quedarte callado durante, no sé, un minuto, lo verías —respondió.

Volví a abrir la boca, pero me lanzó una mirada de advertencia. Cerré los labios e intenté calmar los latidos de mi corazón. Así que Katsuki era solo un chico más de las afueras que se revelaba pintando las paredes. La cuestión del arresto ya no era ningún misterio, me sentía molesto por la desilusión.

Caminó de nuevo hacia la pared, que ya tenía algo de pintura vieja. Para ser exactos, vi que se trataba  de un grafiti bastante elaborado.

—¿Has traído todo esto a la fiesta? —pregunté, pateando uno de los botes de pintura.

—Los he escondido primero ¿de acuerdo, Conan? —respondió en susurró tras retirar el dedo que había puesto sobre los labios para pedirme que me mantuviera en silencio.

—¿Por qué? ¿Sospechabas que te entrarían ganas de pintar un poco durante la fiesta? —susurré más fuerte.

—He estado otras veces en este puerto y hace un tiempo que había visto este grafiti. Así que vine y escondí todo esto —dijo agitando la lata de aerosol.

Luego comenzó a rociar pintura directamente en el dibujo, no lo tocaba, sino que lo ampliaba.

Se volvió hacia mí y me aparté rápido. Katsuki levantó una ceja y luego cogió otro bote de pintura. Lo agitó y roció unos puntos de color dorado a lo largo de algunas de las líneas en índigo. Lo miré en silencio viendo como aquellas letras insignificantes con enredaderas se convertían en una pequeña pieza de mural. Una pieza de arte gráfico maravillosa.

Tras lo que me parecieron años, terminó. Era precioso. Brillante, con relieve, intenso y liviano a parte iguales.

Katsuki dio un paso atrás y tomó una foto con su móvil. Luego recogió los envases y la mascarilla para meterlos en una bolsa de basura, y lo tiró todo en un contenedor que había fuera de una cafetería. Se recostó en la pared del café y me miró. Me sentí nervioso por lo desafiante que me pareció su mirada.

—No... no sé ¿Cómo esperabas que reaccionara? —pregunté cruzando los brazos de manera defensiva.

—No espero nada. Especialmente de alguien cuya visión de lo que es y lo que no es arte es tan limitada. —Se encogió de hombros.

A Dorama for IzukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora