⌦⓿❸

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Alemania giró a la derecha de un callejón donde ahi se encontraba una vieja biblioteca y no pudo hacer nada con respecto a la vertiginosa sensación de emoción en su estómago.

Esa era una biblioteca muy reconocida, bordeado a ambos lados por pequeñas tiendas y casas bastantes encantadoras. El pavimento estaba irregular auqnue eso no le quitaba el hecho de fuera una famosa biblioteca japonesa. Era una famosa calle reconocida por los libros llenos de fantasia, misterio y acción que hasta habia comprado toda una serie y la habia leído durante un invierno.

Lentamente, camino hacia la entrada mientras sus pasos se aceleraron inconscientemente tan pronto visualizo el libro dorado que colgaba sobre la entrada de la biblioteca. Mientras vería el estado de aquel edificio, estaba bastante oscura con marcos de ventanas pintados de negro a ambos lados de la puerta igualmente negra.

Alemania no dudó en bajar la manija y entrar, inmediatamente, el olor a papel y tinta de impresión asaltó sus sentidos y se detuvo un momento para asimilarlo todo. Las paredes estaban llenas de estantes y el espacio abierto entre ellos estaba lleno de mesas en las que se presentaban pilas de libros. Le gustó cómo había pilas de libros al azar que ya no cabían en los estantes y tenía que esperar hasta que alguien comprara algo.

-¿Soy yo o creciste unas diez pulgadas?

Alemania sorprendido se da la vuelta rápidamente y se encontro cara a cara con un hombre mayor de origen japonés. Aunque este aparentaba ser un adulto de pocos años de edad, la verdad es que llevaba más años vivo de lo que alguien podría imaginarse y aún asi seguía manteniendo su misma apariencia, nadie se creeria que el hombre frente a él fuera un anciano de muchos años. Al parecer los años le fueron para bien, de eso no habia duda.

-No lo creo, pero aún no lo compruebo -respondió con un ligero sonrojo y el hombre solo rió ante su respuesta, era un sonido áspero y grave.

-Probablemente los años ya comienzan a dar su efecto en mí -comentó haciendo un gesto con su mano- ¿Estás aquí para conseguir un camión lleno de libros de nuevo?

-Precisamente para eso vine -confirmó Alemania con una sonrisa divertida mientras sacaba el paquete de billetes de su bolsillo.

-Adelante, toma lo que necesites -lo invitó amablemente- Tengo un montón de nuevos libros de la semana pasada.

-Impresionante -comentó emocionada y fue a los estantes después de otro saludo del hombre.

No sabía el nombre del dueño de la tienda, pero le gustaba su sentido del humor. No renunciaba a su tienda, simplemente porque amaba los libros y quería que otras personas tambien los amaran. Alemania lo admiraba por ese tipo de pasión hacia los libros, tenían los mismos gustos y eso aunmentaba más su admiración hacia él.

Al principio, sin rumbo fijo, recorrió el lugar, observando más de cerca lo que le llamaba la atención y luego, quizás, leeria detenidamente algunas páginas. Cada libro que le gustaba y le llamaba la atención lo hiba colocando en una creciente pila de libros seleccionados.

Se sentía tranquilo y extrañamente a gusto. Quizás porque el lugar estaba casi completamente silencioso o porque no tenía que preocuparse por nada.

El tiempo pasó volando más rápido de lo que le hubiera gustado. La campana de la puerta sonó y miró hacia arriba para ver entrar a Reich. Llevaba una bolsa y su cara estaba sonrojada por el frío, aunque esta no se notara mucho.

-Creo que necesitaremos una mula para todo eso -comentó claramente divertido al ver los libro que tenía. Tenía que haber unos veinte y Alemania se veía decidida a arrastrarlos a todos al camión y hasta su cabina.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora