La velada con la familia de osos dejó a Alemania con un montón de preguntas. No entendía la dinámica de ese orgullo y parecía extraño que Russia fuera el macho alfa y al mismo tiempo, la persona más voluntariamente antisocial que Alemania había conocido. ¿No se suponía que un alfa era el centro de un orgullo, interactuando con todos los miembros?
Aunque logró escuchar el porque el ruso se volvia malhumorado al hablar sobre una pareja, su padre le pedía cada día que encontrará una compañera logrando cansar al alfa aún más, ¿por qué su padre esperaría que eligiera pareja y se reprodujera? Era su elección, ¿no? Si no le gustaba una osa, no deberían obligarlo a estar cerca de una todo el tiempo. Aunque tal vez solo estaban preocupados por el futuro de la manada, aunque Russia aún no era tan viejo, todavía tenía mucho tiempo para cuidar sw la generación futura.
Elegir pareja no era muy fácil y no era como los libros solían contarlos. Nadie encontraba a su otra mitad mágicamente en la calle y no existía una voz que gritara compañero al sentirlo o olerlo desde una distancía increíblemente lejana. Si que había algún tipo de atracción instantánea, pero se basaba en los instintos para encontrar una compañera con los genes más compatibles.
Entonces, si a Russia no le atraía una osa, no había nada que hacer al respecto.
Además, descubrir que Bielorrusia lo tenía prisionero como una mascota lo lastimó y lo molestó. ¿Cuál era su problema? Intentó hablar con ella, pero ella ignoraría su razonamiento y lo enviaría a hacer algunas tareas como siempre. Su paciencia se estaba agotando.
No había sentido el suelo blando de la tierra sobre sus pata durante una eternidad y eso lo puso increíblemente de mal humor. Tenía que haber un equilibrio entre la parte humana y la animal de un cambiaformas y ahora mismo sentía como si apenas pudiera caminar derecho sin chocar contra una pared. Tenía que cambiar pronto si quería mantenerse cuerdo. Además, a pesar de lo muy generosos y amigables que eran Bielorrusia y kazajistán al dejarlo dormir en su sofá, su espalda lo estaba matando debido a las extrañas posiciones en las que se involucraba mientras dormía.
Como la noche anterior, ahora también daba vueltas y vueltas sobre el sofá, y parecía que no lograría descansar por ningún motivo. Era un milagro de que Bielorrusia logrará soportar su constante mal humor, resultado de su encarcelamiento y sus hábitos de sueño poco saluables.
Alemania gimió molesto, estaba cansaso pero no podía callar sus pensamientoa hiperactivos. Con los ojos llorosos, rodó fuera del sofá y se tumbó en la alfombra. Arrancó la almohada y la manta de los cojines del sofá y se envolvió antes de enterrar su cabeza en la almohada. Al menos sus pies ya no colgaban del borde.
Esperó a que Bielorrusia perdiera interés en él de alguna manera para poder salir de esa casa. Tal vez Russia tenía razón y todo esto era solo un juego de espera molesto que tenía que ganar.
Bostezó y se frotó los ojos. Maldita sea, ahora tenía muchas ganas de dormir. A estas alturas, sus extremidades se sentían pesadas y sus pensamientos eran un caos. Osos estúpidos.
-¿No puedes dormir?
Si Alemania hubiera estado todavía en el sofá, seguramente se habría caído al suelo por el susto. Aunque no se salvo del golpe en la cabeza con la pata de la mesa, se enredó las piernas en la manta y probablemente tuvo un ataque al corazón.
Él gimió y tomó la parte de atrás de su cabeza mientras miraba a Bielorrusia con los ojos entrecerrados. ¿Qué diablos estaba haciendo ella aquí en medio de la noche? ¿No debería estar durmiendo?
-Me preparé un poco de leche tibía. ¿Quieres una taza también? -preguntó ella gentilmente y él asintió, todavía perplejo por su repentina aparición. Tenía que ser una especie de ninja para bajar las escaleras sin causar un solo sonido.
Aturdido, liberó sus piernas de la manta y volvió a bostezar para deshacerse del cansancio antes de seguirla a la cocina, donde ella jugueteó con una olla y un cartón de leche. Bielorrusia vestía pantalones cortos, una camisa y un chaleco de punto. Alemania se dio cuenta entonces de lo joven que era en realidad y lo madura que actuaba.
-Aquí tienes -ella le ofreció la taza y él lo tomó con cautela, no queriendo derramar nada ni quemarse loa dedos.
-Gracias -murmuró y de nuevo la seguió como un cachorro perdido de regreso a la sala. Afortunadamente, ella no hizo ningún comentario sobre eso y simplemente bebió un sorbo de leche en silencio.
Alemania disfrutó mucho de la bebida caliente y pareció calmarlo un poco, aunque no confiaba en que ella simplemente apareciera de la nada sin ningún motivo aparte de la taza de leche.
-¿Tuviste un mal sueño? -preguntó ella y él nego con cabeza escuchando como su contrario tarareaba en voz baja.
-Simplemente no puedo dormir -murmuró después de lamer la leche tibia de sus labios. Le recordó a Reich y las raras ocasiones en las que había querido una madre y un padre que lo consolaran cuando no dormía bien.
-kazajistán está roncando -explicó ella su razón para deambular por la casa y Alemania se rió divertido. No podía imaginar que su hermano roncara tan fuerte como para que llegue a escucharse a la habitación de la contrario.
-¿Cómo un polluelo? -preguntó Alemania, pero Bielorrusia arqueó las cejas.
-Como un maldito oso con un resfriado -corrigió secamente aunque había una sonrisa divertida en su rostro. Alemania se preguntó por un momento si alguna vez encontraría a una persona que roncaria mucho por las noches pero que la llegaría a amar de todos modos. A pesar de sus defectos.
-Eres veterinaria, ¿cierto?
-Sí, lo soy. Por qué preguntas?
-Curiosidad, creo -bebió un poco más de su bebida caliente, y los efectos calmantes empezaron a hacerle efecto- ¿Te gusta trabajar con animales?
-Me encanta, para ser honesta. Me hace feliz poder ayudarlos. Después de todo, ellos no pueden hacerlo por sí mismo, así que me alegro cada vez que puedo curarlos.
Había una chispa en los ojos de Bielorrusia que logró ver por unos breves momentos antes de seguir continuando con su conversación.
-Además, es útil cuando los miembros de la manada se pelean físicamente -agregó con indiferencia- Es difícil explicarle a un médico normal por qué parece que te ataco un oso al llegar con heridas profundas pero nada graves. Así que siempre que hay heridos vienen a buscarme para que los ayude.
-¿Ocurre a menudo? -de ninguna manera se quedaría allí por más tiempo si habían osos rabiosos sueltos.
-No, Russia generalmente se asegura que se comporten bien, pero a veces, especialmente durante la temporada de apareamiento, pueden volverse bastante salvajes -respondió y él se atrevió a relajarse de nuevo. La temporada de apareamiento no comenzaria hasta la primavera, por lo que todavía le quedaba medio año para escapar de esos osos impulsados por las hormonas.
Bielorrusia se levantó de su asiento y se acercó a él- ¿Terminaste? -ella señaló su taza y él se la dio con un asentimiento. Se llevó ambas tazas a la cocina antes de regresar a la sala de estar.
-Volveré a la cama -comentó con una sonriaa amistosa.
-Buenas noches -murmuró adormilado mientras recogia su almohada y su manta. El sofá no era un lugar tan malo para dormir después de todo.
Se movió hasta sentirse cómodo y bostezó contento. Había una pesadez cansada que pesaba sobre su cuerpo y lo recibió felizmente.
-Buenas noches, cariño.
Bielorrusia apagó las luces cuando volvio a su dormitorio y él parpadeó un par de veces en la oscuridad repentina antes de finalmente caer rendido ante el sueño.