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Tal y como prometieron fueron al festival de otoño al dia siguiente. El clima era sorprendentemente cálido, por lo que Alemania solo usaba un suéter grueso para protegerse del frío.

Actualmente estaba acurrucado al lado de Russia mientras el ruso hablaba con su padre y uno de sus hermanos Alemania aprovechaba para recorrer el área con la mirada quedando asombrado por todo lo que veía. ¡Había mucha gente! Todos parecían felices, riendo y sonriendo el uno al otro.

El anochecer se asentó lentamente sobre el festival y los vendedores iluminaron sus puestos con luces de colores para que la gente que pasaba pudiera ver los productos ofrecidos.

Sus ojos se posaron en México, que estaba sentado en un fardo de heno y veía distraido su taza humeante que tenía en las manos. La hermana de Russia lo había sacado más o menos a rastras de su casa y, aunque él la había seguido como un cachorro obediente, era obvio que prefería estar en cualquier otro lugar que ahí. Quizás había tenido un día estresante en el trabajo o algo así.

-¿Ves algo que quieras? -preguntó Russia en voz baja y Alemania negó con la cabeza con un suspiro de felicidad y satisfecho.

-Iré con México, parece estar solo -informó a Russia, quién miro al méxicano con el ceño fruncido. Después de un momento, asintió sin decir alguna palabra y despidió al alemán con un rápido beso en los labios.

México no notó su presencia al principio ya que se encontraba hundido en sus propios pensamientos mientras miraba su bebida como si esta tuviera todas las respuestas a la vida.

-¿Qué es eso? -preguntó el alemán después de moverse torpemente sobre la bola de heno. México inclino la cabeza hacia un lado y parpadeó confundido por su pregunta.

-Pues Alcohol, que más va a ser? -murmuró finalmente y tomó un gran trago del líquido naranja oscuro para luego soltar un suspiró profundo- Perdona wey, solo estoy un poco cansado por lo de...ya sabes.

Alemania se humedeció los labios, sin saber que responder.

Encontrar una pareja adecuada generalmente significaba que todo el enfoque de uno cambiaba. De repente, esa persona era lo más importante y respirar sin ellos era imposible. Todos los sueños se hacían realidad y la felicidad estaba en todas partes. Pero Alemania no pudo evitar preocuparse por México. El mexicano cargaba un gran peso sobre sus hombros y el alemán ya se imaginaba cómo debía sentirse. Tener que mantenerse alejado de Russia sonaba como una pesadilla y seguramente lo volvería loco. Se preguntó si México estaba al borde de la locura y simplemente sabía esconderlo bien.

-Si puedo hacer algo por tí-

-No lo hagas -México respiró temblorosamente y finalmente miró hacía arriba, con las pupilas dilatadas- Solo, por favor, no lo hagas.

Alemania cerró la boca y asintió sin convicción, ante lo cual el hermoso mexicano sonrió débilmente y volvió a mirar las últimas gotas de su bebida. De vez en cuando su mirada revoloteaba hacia arriba para observar a un grupo de adolescentes o más bien jóvenes adultos solo para mirar hacía abajo de nuevo después de unos segundos, chasqueando la lengua con irritación. ¿Quizás estaba molesto por sus voces fuertes y su comportamiento bullicioso?

La respiración de Alemania se atascó en su garganta cuando se dio cuenta de por qué México estaba mirando a cada segundo a esos jóvenes.

-¿Quién es? -preguntó con valentía.

-Cabello rubio claro, ojos azules, más o menos de tu altura -respondió México sin mirar hacía arriba y tragó el resto de su bebida. Alemania buscó en el grupo a la persona descrita y lo encontró. Harían una pareja impresionante, pensó.

-Parece ser agradable -comentó y México rió secamente.

-Lo es, trata a su novia como una maldita princesa.

-Pero quieres que sea tu príncipe.

México colocó la taza vacía en el suelo entre sus pies y asintió- Lo quiero.

-Entonces tienes que hacer algo al respecto -Alemania lo miró serio y el mexicano puso los ojos en blanco al oirlo.

-Ya te dije que..-comenzó pero Alemania lo interrumpio.

-¿Y si él estuviera aún más feliz contigo?

-No lo estaría. No sabe nada sobre los cambiaforma y es tan recto como el poste de luz. Haría un desastre en su vida si solo lo interrumpiera -México levantó la mano pero se detuvo para mirarla confundido, habiendo olvidado que su taza ya estaba vacía. Abatido, dejó caer la mano de nuevo en su regazo.

-Quizás es hora de ser un poco egoísta -sugirió Alemania- Después de todo, solo tienes dos opciones en la vida; Rendirte o dar todo lo que tienes. Tienes que elegir la correcta.

-No creó que dar todo de mí sea suficiente para hacer que se enamore de mí -inclinó la cabeza hacía atrás para mirar el cielo gris y se rió sin humor- Al final, solo soy una cara bonita.

-El también tiene una cara bonita.

-Gracias por señalar eso -respondió el mexicano con sacasmo.

-¿Entonces que vas a hacer?

-Mira we, lo primero será conseguirme otra taza de alcohol y luego seguir en la miseria en la que estaba.

-Eres un idiota cuando estás borracho -concluyó Alemania y México solo sonrió.

-Nunca reclamé otra cosa.

-Y eres un cobarde.

-Mira, Alemania, al chile creo que eres lindo y Rusky está loco por ti y aunque el ruso sea un poste de mierda intimidante, no dudaré en hacerte callar si no dejas de andar chingado a cada puto momento con esa mierda. Wey agradezco que quieras animarme pero debo decirte sinceramente que estás fallando miserablemente -México se levantó de la bola de heno y jugueteó con la taza en sus manos- Sabes, no todo el mundo puede salvarse.

El mexicano se fue sin mirar a Alemania. A pesar de su estado de borrachera, todavía se movía con fluidez y gracias, haciendo que algunos ojos se desviaran en su dirección en el proceso. Desafortunadamente, entre ellos no estaban los ojos azules del niño que sin saberlo destruyó la vida del mexicano.

Alemania suspiró y vio cómo su abrumoso aliento giraba en el aire frío antes de que la nube desapareciera. Realmente había esperado poder ayudar, pero obviamente estaba equivocado. Quizás México era demasiado terco y orgulloso para aceptar ayuda.

Volteó a mirar a la dirección donde estaba Russia y su familia. Algunos de sus hermanos tenían parejas a su lado y se reían entre ellos mientras se abrazaban amorosamente.

El amor parecía tan fácil, tan fácil, pero la verdad es que costaba mucho trabajo y muchos sacrificios para conseguirlo.

Alemania volvió a centrar su atención en el grupo de adolescentes. El chico estaba tomado de la mano con una chica pelirroja con mechones blancos, seguramente su novia, y tenía una expresión enamorada en su rostro. Quizás México ya había tomado la desición correcta y decidió destruirse a sí mismo antes de destruir algo tan hermoso como el amor. Quizás rendirse habia sido lo correcto esta vez.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora