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Fue un poco preocupante lo rápido que México volvió a su estado normal y alegre. En un momento parecía ser la persona más triste del mundo y al momento siguiente se reía con algunos de los invitados y les hacía cosquillas a los niños pequeños que intentaban acercarse sigilosamente a él.

Alemania no sabía si era la desición más tonta sacrificar la propia felicidad de esa manera o si era lo más noble que uno podía hacer en esta situación, pero sabía con certeza que México estaba sufriendo. El tipo de dolor que dificultaba la respiración y era imposible pensar en seguir adelante. El tipo de dolor que se sentía como morir por dentro. Lo sabía demasiado bien.

-Estás preocupado.

La repentina aparición de Russia lo hizo saltar de sorpresa, pero se relajó tan pronto como el ruso envolvió sus fuertes brazos alrededor de él.

-¿Sigues preocupado por la manada? -preguntó Russia y Alemania negó con la cabeza.

-No pense que estuviera pasando por tanto -murmuró abatido y Russia suspiró al entender la razón de su preocupación.

-Lo sé -murmuró y miró a México- Me ofrecí a ayudarlo, pero al final es su desición. No puedo cambiarlo.

-No creo que nadie se merezca algo así -suspiró Alemania y hundió su rostro en el hombro de Russia. Él también quería ayudar de alguna manera, pero también respetaba a México y su desición y sabía que no era su lugar interferir.

-Quizás, algún día será lo suficientemente valiente -sonrió honestamente logrando aliviar un poco al alemán.

-¿De qué quería hablar tu padre contigo? -preguntó en voz baja mirando con curiosidad al mayor.

-Sobre la manada -respondió distraído aunque luego notó el bajo humor del alemán-

-Oh...

-Me dijo que el orgullo ya no es lo más importante, eres tú, tu bienestar y tu felicidad. Lo último en lo que pienso antes de irme a dormir por la noche y lo primero en lo que pienso cuando me despierto en la mañana eres tú. La manada puede sobrevivir sin mí pero..-Hizo una pausa y miró a Alemania con una intensidad en los ojos haciendolo temblar al instante- Yo no puedo sobrevivir sin ti.

En ese momento, Alemania se dio cuenta de que todo eso era grande. Lo que sea que sucedió en ese lugar en medio de la nada fue grande y sintió que su corazón latía con fuerza lleno de alegría.

-Yo tampoco -murmuró nervioso para luego lanzarse a besarlo y transmitirle todo el amor que sentía por él y que eso jamás cambiaria.

A veces, sin previo aviso, hubo momentos infinitos en la vida. El tiempo se detuvo y el mundo mismo pareció contener la respiración para admirar esos preciosos segundos. Esos eran los momentos que serían recordados tan interminablemente como se sentían.

Y ese beso, ese pequeño gesto de cariño y amor, fue uno de esos momentos más especiales que podrían tener. Se abrió camino en sus corazones y cuando sus ojos se abrieron y se encontraron, simplemente lo supieron. Sabían que así era como se sentía la eternidad. Una eternidad que habían compartido y que llevarían en el alma hasta el día de su muerte, y quizás, quizás incluso después.

-Joder -murmuró Russia abrumado y Alemania se rió divertido por su reacción.

-Estás loco -acusó Russia en broma, pero había una amplia sonrisa en sus labios y una luz extraña brillaba en sus ojos mientras sostenía al alemán de su cintura.

-La locura no es algo malo -Alemania se encogió de hombros y acaricio suavemente la mejilla del ruso, recibiendo un refunfuñó contento.

Se hizo tarde y algunas de las familias con niños pequeños se despidieron para llevar a sus cachorros medio dormidos a la cama. El resto de la manada se reunió en la sala de estar y nuevamente Alemania fue testigo de la increíble cercanía de esas personas. No eran tímidos para tocarse o hablar entre ellos. Las parejas estaban prácticamente pegadas, pero no reaccionaban demasiado agresivas si alguien más se acercaba. 

A lo largo de la noche él mismo había presenciado esos toques y, aunque todavía lo hacían sentir incomodo, entendía que era una forma de fortalecer su vínculo y comunicarse. Se sintió aliviado de que parecieran aceptarlo tan rápido y de alguna manera se acostumbraría. Por ahora solo quería la atención de su alfa.

Russia tiró de él hacia abajo junto con él cuando se dejo caer en un sillón recientemente desocupado y después de algunos movimientos incómodos y miradas de los invitados. Alemania se sentó cómodamente.

Bielorrusia y kazajistán estaban charlando alegremente y entre risas con sus otros hermanos y a unos metros de ellos se encontraba Bolivia sentado en el suelo entre laa piernas de México, el mexicano jugaba con su corto cabello distraídamente.

-Alemania, ¿Por qué no nos cuentas un poco sobre ti? -preguntó Finlandia y el ligero parloteo de la habitación se detuvo. Alemania sintió que su rostro se sonrojaba y el pánico le sacó el aire de los pulmones. De nuevo fue el centro de atención de toda la sala.

-No tienes que hacerlo si no quieres; solo soy un viejo entrometido -añadió con una sonrisa cuando hubo un silencio terriblemente largo. Su mente estaba dando vueltas, cada respuesta revelaba demasiado o sonaba tonta, y tuvo que luchar contra la urgencia de huir en ese momento.

-Soy un puma -susurró finalmente y se sintió aliviado cuando nadie se burló de él. Por supuesto, todos ya sabían que lo era, pero fue la mejor respuesta que se le ocurrió.

-Y siempre supiste que eras gay? -preguntó él finlandés fingiendo inocencia y él sintió que su rostro se enrojecía aún más mientras el padre de Russia fruncio el ceño con fuerza y estaba apunto de levantarse de su sillón, pero sus hijos lo calmaron rápidamente. Russia, por otro lado, no se preocupó por ocultar su disgusto por su audacia y gruñó de advertencia. Sus brazos alrededor de Alemania se tensaron y el alemán se apegó con más gratitud. Aquél finlandés sería su muerte.

-Solo quería saber si él siempre le gustó todo el asunto de Adam y Steve -se defendió- Hay cambiaformas que creen firmemente en Dios.

Alemania frunció el ceño confundido. No entendía que tenía que ver eso con su relación con Russia.

-Dios no creó al hombre y a la mujer solo por diversión.

La respuesta de Russia fue un gruñido que amenazaba con convertirse en un rugido en cualquier momento mientras Alemania sintió una ira por dentro cuando se dio cuenta de que aquel finlandés prácticamente decía que su relación era antinatural y que lo desaprobaba. Dandole valor para hacerle frente y hablar.

-No sabía que era gay hasta que conocí a Russia -gruño- No me importa lo que pienses de mi o de mi relación con Russia pero si tengo que luchar por el amor que siento por él, lo hare. ¡No me acobardaré y esperaré a que un hombre se preocupe por mí!

Temblaba de ira y su piel se erizaba con los primeros signos de cambio.

Era total y absolutamente silencioso, pero no estaba dispuesto a sentirse avergonzado por su arrebato por querer proteger a Russia, física o verbalmente, era abrumadora.

-Vas a ser un buen compañero para Russia y un buen lider para esta manada. -dijo finalmente el finlandés en la silenciosa habitación. Su voz no era burlona ni provocativa y pensó que tal vez lo decía en serio.

El cambio finalmente disminuyó y se centró en la prescencia tranquilizadora de su alfa.

-Todos los que desaprueben mi relación con Alemania pueden salir de esta casa e irse.

Una vez más, solo hubo silencio, sin embargo nadie se movió de su posición.

-Bien. -concluyó Russia satisfecho y volvió a sentarse, aunque Alemania pudo ver que en sus ojos recorrían su orgullo con cuidado.

Lentamente, las conversaciones reanudaron donde habían sido interrumpidas y la tensión se desvaneció.

-Estoy orgulloso de tí -murmuró Russia en su oído antes de dejar cortos besos sobre su nuca juguetonamente, después de lo cual Alemania ronroneó suavemente y giró la cabeza para poder mirarlo directamente a los ojos. Sus ojos amarillos brillaban por la luz dandole un toqué hermoso y tranquilo.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora