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Alemania amaba y odiaba este estado brumoso, cálido y desorientado justo después de despertarse.

Le encantaba porque todavía no habían pensamientos, preocupaciones o expectativas y podría disfrutar de la sensación de estar caliente y bien descansado mientras una cómoda pesadez pesaba sobre su cuerpo y lo mantenía alejado de la realidad solo unos segundos más.

Sin embargo, ese día fue diferente. Por supuesto, todavía había una cierta sensación de pérdida, pero estaba más concentrado en el olor varonil en el que parecía estar flotando. Cuanto más recobraba el sentido, más recordaba y se le entrecortaba la réspiración cuando pensaba en el día anterior.

Russia y él se habían besado. Y mucho.

Con cuidado, se tocó los labios, pero no se sintieron diferentes, solo un poco agrietados y necesitaban un poco de cuidado.

Mierda, realmente se habían besado. Con lengua y todo. Fue surrealista.

Escondio su cara contra la almohada para contener su risa emocionada.

Al ya estar más tranquilo, se estiró y su mano buscó instintivamente al ruso al otro lado de la cama pero esta se encontraba vacía pero aún tibia. Parpadeo para aclarar su visión y notó la puerta del baño abierta. Además, podía escuchar el leve goteo del agua y la respiración constante del contrario y se preguntó si estaba bien unirse a él en la ducha. Después de todo, se habían besado y tocado varias veces. Antes de que pudiera entrar en pánico por decidir que hacer, Russia abrió la puerta y salió al exterior.

Alemania casi gimió ante la vista.

Su piel pálida y blanca era cubierta por gotas de agua, cayendo lentamente hasta sus músculos y sus cicatrices significativas, mientras que su cabello blanco brillaba gracias a la luz que pasaba por una ventana y era empujado al azar hacía atrás.

Su mirada siguió el rastro de la toalla desde esos pectorales sobre los abdominales tentadoramente flexionados y hasta sus protuberantes huesos pélvicos. Y luego, después de un momento de tímida vacilación, bajo aún más su mirada.

Maldita sea.

-Me gusta mantenerme sin pelo -comentó el ruso y Alemania quería que el suelo se lo tragara como protagonista- Espero no te moleste.

- E-eh no claro que no...y-yo -no pudo evitar tartamudear sin parar mientras mantenia su sonrojo en sus mejillas.

Russia tiró la toalla a los pies de la cama y se acercó a Alemania sobre el colchón. Lo hizo sentir como una presa y su cuerpo tembló de anticipación. Russia se detuvo a pocos centimetros de él mientras sus ojos demostraban picardía al verlo.

-Buenos días, gatito -saludó burlonamente.

Alemania quería sisearle por usar ese apodo, realmente quería hacerlo, pero el otro lo interrumpió sellando sus labios con los suyos y cada pensamiento coherente salió volando por la ventana. El ruso se rió entre dientes cuando se separo por lo que Alemania resopló molesto.

Después de acariciar suavemente su mejilla, Russia se levanto para ir al armario y sacar un par de pantalones cortos y una camisa junto con su ropa interior y calcetines.

-Puedes quedarte en la cama si todavía estas cansado -ofreció Russia al ver al alemán levantandose- Solo voy a correr y estaré de regreso en aproximadamente una hora con bollos recién hechos de la panadería.

-¡Estas herido! -exclamo el alemán molesto. ¡De ninguna manera iba a salir a correr mientras su estómago estaba prácticamente abierto!- Deberías quedarte en la cama mientras yo voy a la panadería.

-Mantenerme quieto me vuelve loco -refunfuñó Russia y Alemania puso sus manos en sus caderas para intentar intimidarlo, aunque sabía que parecía más un gatito molesto que un puma salvaje e intimidante.

-Entonces te acompañaré -ofreció y Russia frunció el ceño.

Alemania tardó aproximadamente cinco segundos en hacer pucheros para convencerlo de que lo dejara ir con él. Triunfo silenciosamente, tomó un par de zapatillas de deporte que eran de Russia y lo siguió por las escaleras hasta la puerta principal, acercandose al otro para quedar cerca de su rostro.

-Dime cuando no te sientes bien -murmuró mientras besaba la mandibula del más alto.

-De repente estoy de humor para otro tipo de deportes -gruño Russia y presionó al alemán contra la pared para volver a juntar sus labios desesperadamente. Alemania gimió ante eso y arqueó su espalda, sus manos agarraron los hombros del otro para acercarlo más a él.

-Creo que sería demasiado acrobático para tu lesión -dijo Alemania después de separarse, jadeando leve al sentir que el mayor besaba y lamia su cuello ansiosamente.

-Vamos -se regocijó unos minutos después para luego separarse. Alemania se frotó su cuello adolorido y pensó en pedir una bufanda, aunque sabía que Russia probablememte solo gruñiría posesivamente ante la perspectiva de que sus marcas se ocultaran de los machos rivales. Entonces Alemania trató de ignorarlos y salio de la caja junto al ruso.

Durante los siguientes diez minutos de su carrera matutina, descubrió dos cosas. En primer lugar, no era muy atlético y realmente quería toser con sus pulmones ardientes en ese momento, en cambio con Russia, su resistencia era el resultado de un estilo de vida muy saludable y deportivo porque no se detenía en ningún momento, mientras el alemán avanzaba a trompicones a su lado. Fué embarazoso; lo que debería haber sido una carrera matutina pacífica fue una pura tortura para él.

-¿Quieres tomar un atajo a la panadería? -preguntó Russia viendo de reojo a su contrario.

-¡S-sí! -respondió jadeante en busca de aire.

Russia giró a la derecha para cambiar de rumbo y cuando los primeros edificios aparecieron a la vista, disminuyeron la velocidad hasta convertirse en un paseo y Alemania tuvo que obtenerse de derrumbarse y morir allí mismo.

-Lo hiciste bien -elogió Russia con sinceridad y Alemania no pudo hacer más que asentir y tomar varias bocanadas de aire.

Al llegar a la panadería, su respiración y su pulso se habían calmado y afortunadamente no tenía ganas de desmayarse. La gente salía cargada con bolsas de papel y el olor a pan recién hecho flotaba en la calle.

-Hello Russia good morning!

Alemania saltó ante el grito repentino y se colocó en posición defensiva revelando sus caninos con fuerza mientras un gruñido burbujeaba en su garganta. Sin embargo, Russia lo agarró por el cuello y lo apretó hasta que las ganas de defender se disminuyeran poco a poco.

El ruso saludo con la cabeza al hombre alto que acababa de salir de la panadería. Llevaba una camisa y un pantalon de vestir muy elegante y su cabello color azul cobalto estaba peinado hacia atrás impecablemente a la vista de cualquiera. A Alemania no le agradaba en lo absoluto.

-Who's this? -preguntó el hombre con curiosidad, mirando a Alemania de arriba abajo descaradamente. Su mirada se detuvo en las marcas muy notorias en su cuello y, por una vez, Alemania se alegró de tenerlos.

-Amigo de Canadá -mintió Russia suavemente y el hombre asintió lentamente.

-Bienvenido -sonrió y le tendió la mano al alemán para que lo estrechara- Soy el alcalde, puedes llamarme Reino Unido.

-Hola -dijo Alemania mientras los dientes perfectamente blancos del mayor casi lo cegaban. Tan pronto como soltó su mano, la metió en el bolsillo de su pantalón y se apegó más contra Russia. La mirada del britanico hizo que se le erizara la piel.

-Fue un gusto conocerte, pero ahora tengo que irme a casa, mi esposa y mis hijos deben estar esperandome -El hombre levantó la bolsa de papel a modo de disculpa- Nos vemos pronto. Les deseo un excelente día.

Una vez más, Russia asintió con la cabeza y esperó hasta que el britanico se hubiera marchado en su elegante auto antes de aflojar el brazo alrededor de la cintura de Alemania.

-Ahora sabes quién quiere tu cabeza en una estaca.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora