-Tengo miedo, Sofía – señaló el hombre.Iban en una camioneta rumbo a Valle de Bravo. Era la primera vez en muchas semanas que padre e hija se reunían en persona. Durante ese último tiempo se habían estado comunicando solamente por vía telefónica. Esa noche habían salido a cenar. Leopoldo sacó tajada del
hecho de que Ana se había quedado en casa produciendo un trabajo escolar en compañía de la muchacha, quien ahora se responsabilizaba de las obligaciones del hogar, para salir a compartir con su hija mayor.Era una noche de domingo. El cielo se caracterizaba por ser oscuro y despejado. Era una noche tranquila y agradable.
-Tengo miedo de como vaya a reaccionar Ana cuando sepa que vivió engañada toda su vida. Que tiene una hermana mayor y un sobrino más pequeño que ella.
En ese momento, Leopoldo, esquivó un pequeño animalejo que se les atravesó por el camino.
-Es normal sentirse así – le contestó Sofía –, pero mientras más retrases esta verdad, más complejas se harán las consecuencias a pagar. Entiende que mi hermana ya está creciendo. No se debe jugar con la mente de un adolescente. Esas suelen ser intrincadas.
-Tu hermana no está pasando por un buen momento ahora. Como quien dice acaba de perder a su mamá. Aún no lo asimila. Yo no la puedo desconcertar ahora con una verdad de esta calibre.
Sofía sonrió y le acarició un hombro a su padre.
-Papá esta me parece una buena oportunidad para acercarme a mi hermanita. Mira... – tomando en cuenta que se habían quedado pendientes en un semáforo, la mujer le tomó el rostro al hombre e hizo que la mirara. Leopoldo pudo ver ilusión en la mirada de su hija mayor. ¿Tanto ansiaba conocer a su hermana menor? –, yo soy psicóloga y la puedo ayudar a que rebase este período difícil de su vida con éxito. Cómo te dije antes; la mente de adolescente es algo insondable. Ana está transitando por una etapa de descubrimiento de identidad. Ya sea psicológica, sexual...el punto es que no sabemos como en realidad, dentro de sí, ella esté lidiando con la pérdida de su mamá. Déjame ayudarla, papá, por favor.
Cuando Inés Paredes, con veintisiete años, puso pies en Valle de Bravo para ayudar a una amiga en la administración de un almacén de ropa, causó alboroto entre los hombres. Era una mujer que destacaba por su belleza y por su conformación proporcionada. Ostentaba un físico equilibrado y un rostro en el cual predominaban las bellas facciones.
Su amiga se había casado con un próspero comerciante de la región, dueño de las ferreterías más importantes de Valle de Bravo. Regina, en espera de su primer hijo, necesitaba de alguien que la ayudara con el negocio de la ropa.
Inés administraba el negocio a la perfección, todo entre las amigas marchaba bien hasta que Leopoldo Fernández entró en el almacén una tarde de abril para comprarle un obsequio a su esposa y quedó fascinado con la mujer tan coqueta que lo atendió.
Era muy atractivo e Inés perdió la cabeza por él. No le importó que estuviera casado ni que tuviera otra familia cultivada. Se enredó en una relación pasional y turbulenta que duró dos años.
Tras dos años de amor prohibido, Inés quedó embarazada de Ana...
-¿Papá si escuchaste lo que te dije?
Le preguntó Sofía regresándolo de golpe y porrazo a su presente.
-Lo pensaré – fue la única respuesta que obtuvo ella.
El resto del camino lo hicieron en silencio. Cuando los hechos hablan, las palabras sobran. Y Leopoldo tenía miedo. Sí, miedo. Miedo de herir el corazón de su hija más pequeña. Sofía no agregó más comentarios al respecto. Pero sí pensó en que, quien quiere hacer algo encuentra un miedo, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa. Y su padre sentía miedo. Señal de que sí deseaba hacer las cosas correctamente, pero sus temores eran mucho más respetables.
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El vendedor de sueños
FanfictionVictoria Santiesteban, directora general de una preparatoria en Ciudad México con especialización en la asignatura de literatura. Trae consigo una valija llena de proyectos y buenas intenciones, pero también de dolor y pesares. Para Leopoldo Fernán...