Capítulo 3

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Capítulo dedicado a fraaanr31  Lo prometido es deuda, señorita. 😁❤️

Cuando Enrique volvió a la realidad, se sintió furioso y avergonzado. Mala combinación.

Leopoldo retomó la palabra.

-¿Está bien, señora directora? – por entonces había liberado a Enrique de su agarre por puro respeto a la dama que tenía enfrente, aún así, mantuvo su posición de acecho por unos minutos más.

Victoria asintió y agradecida por su intervención, le ofreció una media sonrisa. Luego regresó su vista a Enrique. Le advirtió:

-No vuelva a venir de esta forma tan inesperada a mi centro de trabajo, señor Mendoza. Antes debe de anunciarse. De lo contrario no se moleste en venir. Mucho menos si es para faltarme al respeto de esta manera. A mí. Y a mi colegio.

-Como si necesitara anunciarme, eres mi mujer, Victoria.

A Leopoldo se le coló un aire extraño en el pecho y sintió frío al escuchar aquellas palabras en boca de Enrique. De todas maneras, eso no era tema de su incumbencia. Mantuvo la cordura.

Victoria tampoco lo sacó de su error. No porque le faltaron ganas, sino porque trató de mantener la decencia delante de Leopoldo. El profesor de anatomía. ¡Malditos protocolos!

-Estos no son temas para discutirlos aquí. No en mi centro de trabajo. Siempre fuiste un hombre instruido, Enrique. ¿En dónde quedaron tus modales?

Él agachó la cabeza.

-Discúlpame, sé que no tengo ningún derecho de hacer estas cosas. Independientemente de lo que creas, yo te amo...

La mujer lo interrumpió:

-Discúlpeme, señor Mendoza, pero ya es ahora de que vaya a cumplir con mis funciones.

Leopoldo todo ese tiempo se mantuvo en silencio. Suspiró. Victoria volvió a mirarlo. Sus mejillas se tiznaron de vergüenza. Nunca antes había vivido una situación similar con ninguno de sus trabajadores. Fueran o no, docentes.

Enrique abrió la boca como para decir algo. Victoria no se lo permitió.

-¿Me acompaña, profesor Fernández?

Leopoldo asintió.

-Usted primero – agregó después de perdurar un tiempo en silencio. Con sus manos le señaló el camino.

-¿Ahora un profesor es más importante que yo? – siguió molestando Enrique.

Victoria apenas escuchó el final. Había intentado marcharse antes las palabras que consideraba una locura.

Leopoldo camino detrás ella, tratando de normalizar su ritmo cardíaco, una tarea difícil cuando sentía la mirada del marido de Victoria sobre sí como una brasa caliente que pretendían calcinarlo. Su paciencia iba en descenso. Se supo contener. "Profesionalismo ante todo". Ese era su lema.

Fue la llegada de Ana lo que le hizo abandonar sus instintos masculinos.

-Profesor...¿a dónde fue? Buenos días, señora directora.

Victoria le devolvió el saludo a la niña. Hizo gala de su autocontrol e imitó el buen ánimo de antes que llegara Enrique a tronchar su día. Después de todo era una gran profesional.

-Buenos días, señorita Fernández. Espero y tengas una bella jornada hoy.

Ana sonrió no muy convencida de eso.

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