Capítulo 15

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sarahidianzo lo prometido es deuda ❤️


-Mi amor...

-Hola, pa' – hizo una pausa – ¿Llamé en mal momento?

Leopoldo miró hacia la cocina donde Victoria preparaba café para ambos. Él estaba en la sala.

-No, tú nunca llamas en mal momento, cariño. ¿Cómo estás? ¿Sucedió algo con Fede?

-No, él está bien, gracias a Dios. Llamaba para saber de ti y de mi hermana. Llevo unos días súper atareada en el trabajo y no había dispuesto de un tiempo para llamarte. ¿Sucede algo?

No tenía a su padre en frente, ni le estaba viendo el rostro, pero podía percibir cierta incertidumbre a través de la línea.

Leopoldo, cansado de mentir, escupió la realidad de la situación.

-Estoy con Victoria...

Sofía abrió la boca asimilando las palabras de su padre, aunque no emitió sonido, se sorprendió.

-Papá... yo... no quise ser inoportuna.

-No, cariño, ya sabes que a mí me encanta platicar contigo. Me encanta oír tu voz. Saber cómo están. No digas que eres inoportuna, porque no es así.

-Bien... ¿cómo están? – olvidando momentáneamente el tema "Victoria" y centrándose en la razón por la que llamó.

-Estamos bien. Creo que ya Ana comienza a aceptar de a poco la pérdida de su madre.

-Eso es muy bueno. ¿Y por qué lo dices?

-Se las está arreglando muy bien para aceptar lo que sea que tenga en estos momentos con Victoria.

-¿Lo que sea que tengas?

-Sí... – suspiró abatido. Victoria estaba en la cocina a la espera de una explicación y él ya no tenía idea de cómo encubrir su mentira o, ¿su verdad? – Será mejor que nos reunamos y te explique mejor cómo están las cosas. Ya he platicado con Ana, ahora lo justo es que platique contigo.

Sofía se mofó afectuosamente del otro lado de la línea, robándole una breve sonrisa a su papá. Quizás ni Ana ni ella tenían una noción real de cuánto dominio adquirían sobre las emociones de Leopoldo. En muchas ocasiones el estado anímico del hombre, dependía únicamente de ellas.

-Papá, ya no soy un niña de catorce años. Tengo mi propio hijo y sé lo que es una relación en pareja. Que se lo quieras explicar a Ana, bien, pero conmigo eso no es necesario. Solo deseo que seas feliz. Nada más.

Para empezar, Leopoldo se sentía aliviado pues, sus dos hijas, habían tomado relativamente bien la nueva noticia pero, por otra parte, estaba Victoria; con ella quería hacer las cosas bien; no quería caer en el mismo pozo de excusas con sabor a mentiras vacías.

-No pretendo darte explicaciones, mi amor, sólo quiero platicar contigo. Te extraño mucho y
deseo verte.

-Yo también te extraño mucho – el silencio se extendió hasta que Sofía prosiguió –: Bueno, te dejo, ya no te robo más tiempo. Te deseo una bonita noche – la última oración fue un aviso insinuante.

A Leopoldo se le subieron los colores a la cara. La sangre de todo su cuerpo se reunió en su cabeza.

-Sofía, que aún soy tu padre...

La aludida se carcajeó.

-Un padre mal pensado. Sólo te deseé una bonita noche – reiteró otra carcajada.

El vendedor de sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora