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LA BÚSQUEDA tomó mucho más tiempo del previsto, los chicos fallando en encontrar algo relevante hasta la mañana siguiente, cuando Stiles dio con el titular del periódico donde se mencionaba que su padre fue quien arrestó a todos los responsables.
Después de atacarlo con preguntas para conseguir información de cómo sucedió y con los planos impresos bajo su poder, acordaron reunirse en el loft de Derek después de la escuela para planear todo. Ambos se sorprendieron al notar a Jackson tan dispuesto a ayudar, pero Scott pudo comprenderlo al recordar que él y Abby habían pertenecido a la misma manada que ellos por un tiempo.
—Muy bien. ¿Ven esto? Así fue como entraron —dijo Stiles con la mirada puesta en el plano sobre la mesa—. Es un conducto de ventilación en la azotea. Conduce al interior de la pared de la bóveda, que está aquí —indicó y encerró en un círculo rojo el área en el plano—. Uno de los ladrones fue bajando a este pozo. Ahora, ese espacio es tan pequeño que tomó 12 horas hacer un agujero en esa pared, que es de piedra. Luego, el resto de la noche, le pasaron el efectivo a los que estaban en el techo a través de ese pequeño hueco en la pared.
— ¿Cabemos ahí? —preguntó Scott.
—Sí, pero por poco. Y repararon la pared, así que necesitaremos un taladro. Quizá uno de diamante...
—Olvida el taladro —lo interrumpió Derek.
— ¿Perdona?
—Si entro primero, ¿cuánto espacio tengo?
— ¿Qué crees que harás, Derek? ¿Romperás la pared a golpes?
—Sí, Stiles, atravesaré la pared a golpes.
—De acuerdo, grandulón. Veamos ese puño. El viejo y gran puño. Muéstranos. Anda, hazlo. No tengas miedo. Lobo grande y malo. Sí, miren eso. ¿Lo ves? Tienes quizá ocho centímetros para reunir la fuerza suficiente como para romper... —Stiles gimió por el dolor cuando Derek golpeó su mano con la fuerza necesaria para seguramente haberla roto, alejándose mientras se quejaba. Jackson apretó los labios para no reírse, siendo regañado silenciosamente por su hermana—. Podrá hacerlo —aseguró todavía desde la lejanía.
—Atravesaré la pared —sentenció Derek—. ¿Quién viene conmigo?
—No me mires a mí —dijo Peter en cuanto notó que dirigió su mirada directamente a él—. Todavía no estoy rápido para pelear y, honestamente, con Isaac fuera del juego, no tienes muchas posibilidades.
— ¿Entonces se supone que debo dejarlos morir?
—Uno de ellos ya está muerto.
—No lo sabemos.
— ¿Tengo que recordarte a lo qué nos enfrentamos? Una manada de alfas. Todos ellos son asesinos. Y por si eso no es suficiente para asustarte, trata de recordar que dos de ellos combinan cuerpos para formar un Alfa gigante —manifestó—. Estoy seguro de que Érica y Boyd eran niños dulces. Los extrañaremos.
