Capítulo 7 Los elegidos

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    Al entrar en el gran salón donde estaban reunidos todos sus ex mortifagos (que desde que se había autoproclamado emperador del mundo mágico del Reino Unido les había otorgado títulos nobiliarios) hicieron una reverencia mientras era seguido por Narcissa mientras avanzaba hasta el fondo del salón donde había un sillón que asemejaba un trono.

    —Mis queridos y leales seguidores quiero presentarles a mi hija y heredera. —Narcissa se adelantó y le entrego a la niña que Voldemort tomo en sus brazos para mostrarla a la gente reunida en el salón—. Ella es Delphini, su princesa.

    Todos inmediatamente hicieron otra reverencia, en el exterior todo era perfecto pero no así en el interior de Rodolphus Lestrange que era un hervidero de sentimientos: ira contra su señor porque al reconocer a la bastarda estaba haciendo público que Bella era su amante, por hacer trizas su orgullo de hombre, por atreverse a herir de ese modo a su esposa; preocupación por ella que estaba actuando muy raro; alegría porque Bella por fin se había dado cuenta de que el emperador no la quería, esperanza de que por fin pudiera amarlo, le dirigió una mirada de reojo y solo encontró la personificación de la sangre pura, la maternidad le había sentado bien como sabía que sucedería solo lamentaba que no hubiera sido por su hijo, el hijo que siempre se negó a darle.

    —Rodolphus, Bellatrix. —Los llamo Voldemort haciendo que la atención de todos estuviera sobre ellos, Rodolphus al ver la sonrisa de maníaco que tenía su señor se apresuró a levantar barreras mentales con la esperanza de que no pudiera ver su mente ya que no quería darle motivos de castigarlos porque siempre que venía de ver a su difunta esposa era más sádico de lo normal.

    —Si mi emperador. —Decía al tiempo que tomaba la mano de Bella y la jalaba para que hiciera una reverencia.

    —Ahora que tengo el poder absoluto empezare con la depuración de la sangre por lo que es necesario que las familias de sangre pura no se extingan, ustedes mis dos súbditos más leales no tuvieron la oportunidad de tener hijos ya que pasaron muchos años en Azkaban por amor a mí y a mi causa, ahora que hay paz les pido, no les exijo que tengan un hijo, la noble casa de los Lestrange no puede desaparecer, cuando su heredero nazca les concederé el honor de ser su padrino.

    —Gracias mi señor, usted siempre tan generoso. —Decía Rodolphus mientras veía a Bella que estaba muy pálida—. Haremos lo que podamos pero mi señor ya no somos tan jóvenes. —Mientras hablaba se preguntaba si esto no sería la forma de castigar a Bella por haberlo seguido y descubierto el santuario de su esposa.

    —Mi leal Rodolphus estoy seguro que no tendrán ningún problema en engendrar un heredero en los próximos tres meses. —Le aseguro Voldemort con una sonrisa malintencionada—. Desgraciadamente ya no contamos con Severus pero estoy seguro que existen buenos pocioneros que podrán ayudarlos a que tengan un hijo. —Después de oírlo a Rodolphus no le quedo ninguna duda de que estaba castigando a Bella.

    —Gracias mi señor. —Intervino Bellatrix—. Pero no creo que sea necesario su ofrecimiento, estoy segura que para el próximo mes ya estaré embarazada. —Bellatrix sintió un gran placer al ver como la sonrisa de Voldemort se convertía en una mueca que trato de disimular con una risita ya que él había tardado tres meses en embarazarla, utilizaría todos los métodos que fueran necesarios pero para el próximo mes ella le daría la noticia que estaba esperando al hijo de Rodolphus así tuviera que violar a su marido pero al ver la forma en que la miraba su esposo supo que no sería necesario, él también quería humillar al señor tenebroso.

***

    —Mi señora aquí esta Angrod. —Decía la pequeña Iseut que soltó al duende que no parecía muy contento con la forma en que el pequeño dragón Ridgeback noruego lo había llevado ante la presencia de los señores de Avalón.

Profecía incompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora