I ¿SALTAMOS JUNTOS?

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Intentaba recordar los sucesos de aquella noche.

Sangre, sangre y más sangre.

Mia, de mamá, de papá, de... Camille.

Un fuerte sonido me sacó de mis pensamientos. La señora Harris había golpeado fuertemente la mesa de Fleur. Se veía enojada, debió haberse dado cuenta que Fleur le ponía más atención a el árbol de la ventana que a ella.

Hasta yo le pondría más atención a ese árbol que a la vieja Harris.

La vieja chismosa empezó a decirle a Fleur que no había ido a sus citas con el psicólogo ni a terapia en grupo, ella solo le respondía que no las necesitaba que eran extraños, deprimentes, bla, bla, bla.

Seguí en mi mundo, ya sabes, pensando en que pasaría si la bombilla se reventara. Caería en la cabeza de mi compañero del frente.

Sería interesante.

Sonreí un poco y la fasti-fasti habló.

—¿Algún chiste que quieras compartir con nosotros, Dupont?

—No.

Que fastidio de mujer, ojalá y se le explote esa bombilla en la cabeza.

Ni me limite a mirarla, solo era una pequeña sonrisita, no tenía que molestarse.

—Si a alguno de ustedes no les gusta mi clase, pueden salir por esa puerta. Ya me cansé de ver sus altanerías.

Ella se hizo al lado de la puerta y yo como soy muy obediente guarde todo y me levante de mi asiento.

—Hasta luego señorita Harris—le dije con burla.

A veces soy una cosa, pero tremenda.

______

Ya había caído la noche, el frio había aumentado un poco. Salí de mi habitación, iría a fumar a la azotea, como soy un ser omnipotente logre que un chico de mi clase lograra que su hermano —era el único que lo visitaba— trajera todas las semanas una paca de cigarros. Claro, tuve que convencerlo y no fue fácil, hasta que despues de un tiempo accedió.

Subí las escaleras en modo ninja: sin hacer ningún ruido, de puntitas y aguantando la respiración por miedo a ser pillada.

Pero que sorpresa.

La florecita estaba en la azotea y un chico con capucha le decía que saltara.

Romántico.

—Adelante, salta—hablé entrando a la azotea.

—Charlotte, no es lo que parece, yo no iba a saltar—su voz se rompió.

Si lo iba a hacer, solo que estaba dudando.

Fleur era débil, pensaba que no tenía más fuerzas para seguir, ella pensaba que todo se le había derrumbado, que ya no tenía nada para luchar, que sus motivos para seguir se habían desvanecido como el algodón de azúcar cuando hace contacto con nuestra boca.

Bien, fue una mala metáfora.

—No, no, no te preocupes, si quieres saltamos juntas. Mira—señale al chico—, si él quiere también puede saltar con nosotras.

Soy malísima consolado, lo único que sale de mi boca son palabras sarcásticas.

Okey Charlotte, da tu mejor esfuerzo.

—Mira, Fleur, sé que sientes que ya no tienes nada para luchar, pero me tienes a mí, sabes que, aunque mis consuelos no sean tan buenos y todo me lo tome como si fuera un chiste estoy para apoyarte—le dije y le sonreí— ve a dormir y mañana te doy mi postre en el almuerzo.

Ella rio un poco.

—Por eso perdiste ética cuando estabas en la escuela—se burló de mi forma de consolarla.

—Sí, sí, pero te hice reír.

Ella salió de la azotea y me dejo con el poste de luz andante.

Levante un poco mi suéter y saque la cajita de cigarrillos.

—¿Quieres uno o te da penita? —le extendí la caja—Tómalo, yo no muerdo. —le dije—, solo arranco el pedazo.

Entiéndanme, me gusta bromear, es mi forma de romper el hielo, además él se ve muy depresivo, ya me da hasta miedo.

—No sabía que ahora traficaban en este psiquiátrico.

—En hora buena, ahora lo sabes—levanté mis brazos como si celebrara.

Le volví a extender la caja y el tomó uno.

Saqué el mini encendedor de mi bolsillo y prendí mi cigarro e hice lo mismo con el de él.

—Mhm, tienes algún tema de conversación, ya me estoy aburriendo—le dije arrastrando las palabras.

Boté el humo que había inhalado.

—¿Por qué estás aquí?

Uh, empezamos fuerte.

—Pensé que todos lo sabían—no, no lo había pensado—. Bueno la mejor manera de superar las cosas es hablarlas.

Ni siquiera se dé donde saque esa frase, no tiene sentido.

—Pues asesinaron a mis padres y a mi hermana menor y las que quedaron vivitas fueron la florecita y yo. ¿Tú por qué estás aquí?

—No tengo ganas de hablar de eso—respondió dando una calada.

No digas a bueno te me cuidas, no digas a bueno te me cuidas.

—A bueno te me cuidas.

Tarde Charlotte Julietta de los ángeles del mañana.

—Aja.

—Aja. —le imité— Bueno, desconocido al que no le he preguntado su nombre, pero si le conté hasta mis secretos mas oscuros—tomé aire—. Estuvo bueno este vicio, espero que para la próxima tengas algo de que hablar como, por ejemplo: Por qué tenemos cinco dedos y no seis.

—No va a haber próxima vez.

—A ya. Okey, te me vas por la sombrita.

Pues tú te lo pierdes.

Me dirigí a la puerta.

—Pierce—el habló a mis espaldas.

—Adiós, Pierce.

—Adiós, Charlotte.


Nota: Espero que les haya gustado, Charlotte es una mini copia de mi, sarcástica e imprudente, pero muy leal y fuerte. No se olviden de votar y comentar.

Tenkiu, besitos en la nalga.

-Juliana.

INEFABLE. ( Pierce y Mason x Female)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora