Durante todo el camino hacia la casa de Pamela, mi corazón continuó latiendo de manera desbocada, luchando por cruzar mi pecho y salirse. Mis manos tampoco habían dejado atrás el intenso temblor, aquel que se apoderó de ellas, con solo escuchar su voz.
No había planeado pasar tiempo junto a él y demonios, tampoco había planeado pasar un momento tan agradable a su lado, aún cuando no dejaba de pensar en quien era él, o mejor dicho, de quién era hijo.¿Me arrepentía del rato que pasamos? Claro que no lo hacía, no podía. No cuando me había reído y había descubierto una buena personalidad en él.
Ahora la verdadera pregunta en mi cabeza, no era otra, sino : ¿cómo demonios continuaré engañandome a mí misma?Es imposible luchar contra está atracción que quema dentro de mis venas. Muero por abrazarlo, por besarlo y por sentir cada parte de él cerca de mí.
Sin dudas tendría que seguir evitándolo, tratando de no estar cerca de él. ¿Pero cómo diablos lo haría, cuando parece tan decidido a alcanzarme? Incluso se sentía convencido de que lo buscaría en estos días, claro que eso es su ingenuidad, ya que no estaba ni cerca de hacerlo.Al entrar, cargando las bolsas entre mis manos, me di cuenta de que Pamela ya no se encontraba aquí. Pero mientras comencé a desempaquetar todo, también me di cuenta de que nuestras cosas tampoco estaban allí, al menos que mi shampoo de manzanas hubiera mágicamente cambiado a uno anticaspa, la crema humectante que había decidido probar tampoco estaba allí y en su lugar, se encontraba la crema para afeitar, junto a varios productos más.
Con razón estaba tan convencido, el desgraciado había cambiado nuestras jodidas bolsas.Esto era demasiado sucio, incluso para él y aunque podría ir y comprar todo de nuevo, no tenía ganas de volver a hacer ese viaje, ni la búsqueda.
Sopesando mis opciones, maldije al darme cuenta de que llamarlo era lo más sencillo.Bueno, sencillo sencillo, tampoco, pero era algo que debería hacer. Solo esperaba que mi orgullo tenga buen sabor, ya que estoy apunto de comérmelo.
Mientras marcaba el número de Deena, solo pensaba en que está vez Kevin había ganado una batalla, pero la guerra aún continuaba.—Hola, hola. —su voz se escuchaba cantarina, libre de la culpa que debería sentir luego de venderme tan vilmente a su primo.
—¿Por qué le dijiste dónde podía encontrarme? ¿Estás jugando a ser cupido, Deena? Porque desde ya te advierto que eso no me está gustando. — saqué de una de las bolsas un desodorante antitranspirante y luego de echar un poco en mi brazo, volví a dejarlo en su lugar.
—Lo sientooooo. — dijo e incluso por su tono, supe que no lo sentía ni un poco. —Pero mi primo no es tan malo, de hecho él es un muy buen partido. ¿Por qué te resistes tanto?
Cerré mis ojos y rogué por un poco de paciencia.
—Tengo mis razones.
—¿Cómo cuáles?
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Una segunda oportunidad
WerewolfTratar de encontrar un lugar al que llamar verdaderamente "hogar" es bastante difícil, pero cuando la tragedia vuelve a golpear su vida, a Sidney Madrigal esto y no dejarse caer, le resulta casi imposible. Mientras se encuentra repentinamente sola...