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Había logrado evadir durante una semana a Kevin, siete largos días, sintiendo que en cualquier momento podría aparecerse frente a mí y sorprenderme

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Había logrado evadir durante una semana a Kevin, siete largos días, sintiendo que en cualquier momento podría aparecerse frente a mí y sorprenderme. Sin embargo, lo había logrado, aún cuando Deena, su informante secreta, no cooperaba con mi intento de esconderme.
Pero ahora, mientras me encontraba parada en medio de uno de los pasillos del supermercado, debatiendo entre si debía llevarle a Pamela, jengibre en polvo o en raíz, ya que no lo había especificado, no pude dejar de sentir un repentino aire mentolado.

Al principio, quise creer que se trataba de la menta, la cual se encontraba cerca, pero mientras más fuerte se hacía el aroma, más nerviosa me sentía.
No tenía a dónde correr, ya que no sabía a ciencia cierta, por dónde se acercaba, pero mientras el aroma aumentaba, toda mi piel se erizaba y una repentina sensación de ansia por tenerlo en frente, mezclado con miedo a no poder controlarme, se apoderó de mí.

-Hola Sídney. -su voz viajo desde mis oídos, hasta la punta de mis pies como chocolate derretido.

No tenía idea de si en realidad había sucedido o si era una alucinación mía, pero sentí como mi corazón se detuvo con solo escucharlo, por lo que dudé en voltear y al verlo, luego de tantos días, finalmente sufrir un ataque.
Aferrándome al carrito de compra, decidí no ser una cobarde y comencé a girar, lentamente, mi cabeza hacía él.

-Kevin. - odié lo temblorosa que mi voz se escuchó, como si hubiera corrido una maratón hacía aquí. - ¿Cómo estás?

-Muy bien, abasteciéndome un poco, ya que de lo contrario podría morir de hambre. -su sonrisa ladeada estaba allí, en todo su esplendor, destellando al punto de volverme una idiota.

-Sí, eso veo. - sacudí mi cabeza, saliendo de mi reciente aturdimiento y lo observé, esto no podía ser casualidad. -Aunque es extraño que salgamos a comprar el mismo día, es decir, he venido varias veces y nunca te he visto.

Mientras lo decía, pude ver cómo sus ojos destellan en diversión y culpa por partes iguales.
Definitivamente él no estaba aquí porque si.

-¿Crees que vine con la intención de encontrarte y que no pudieras huir de mí?

-Sí, eso es exactamente lo que creo. -respondí llevando una de mis manos a mi cadera. - ¿Acaso me equivocó?

-No. Pero en mi defensa, no me has dejado otra alternativa, ya que pareces haber desarrollado una repentina alergia hacía mí. -no era una alergia, era un método de protección, debía cuidar mi corazón y mi vida.

-¿Así que me estás siguiendo?

-No.

-¿ Entonces cómo sabías que estaba aquí?

-Bueno, digamos que tuve un poco de ayuda y un pajarito me dijo dónde podía encontrarte. -si claro, pajarito mis calzones y si lo era, tenía el pico enorme.

-Deena. -solté junto con un sonido de exasperación.

Iba a tener que hablar seriamente con ella.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora