17.

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Estaba tan apurada por salir de aquí, que había dejado atrás mi bolso y dentro se encontraban mi teléfono, mi dinero y mis llaves, no solo de casa de Pamela, sino también del auto

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Estaba tan apurada por salir de aquí, que había dejado atrás mi bolso y dentro se encontraban mi teléfono, mi dinero y mis llaves, no solo de casa de Pamela, sino también del auto. Pero claro que eso fue algo que descubrí, al llegar a este.
Me encontraba completamente molesta, sobretodo conmigo misma, mientras pateaba la puerta del conductor, pero es que no entendía cómo pude olvidarlo todo. Sí, quería respirar y dejar atrás al viejo alfa, aclarar mis pensamientos y repetirme, una y otra vez, que yo no era como él, que a pesar de equivocarme y creer, erróneamente, que ellos eran los asesinos de mi madre, nunca había hecho nada para lastimarlos.

Siempre tuve en claro que lo que debía hacer era irme, alejarme de este lugar y de todo lo que conlleva estar aquí, pero aún no podía hacerlo, ya que no contaba con el dinero suficiente.
La realidad era que no tenía a dónde ir, no tenía ni un centavo, como para comenzar desde cero en otro lugar, por lo que debería quedarme aquí, hasta conseguir lo que necesitaba.

Claro que en mis planes tampoco se encontraba Kevin, mucho menos la cantidad de sensaciones y sentimientos que provocaba en mí, pero esperaba que llegado el momento, pudiera tomar una decisión que nos permita a ambos estar en paz. 
Él tiene a su familia y a toda la manada, algo de lo que yo carezco. Sé también que intentará que me quedé, no soy tonta, pero, ¿Cómo podría perdonar a su padre algún día? No me imagino en la misma mesa con él, fingiendo una simpatía inexistente. Y lo mismo pasa con su manada, puedo contar con los dedos de una mano las personas que en verdad me agradan.

¿Por qué el amor tiene que ser tan difícil? ¿Por qué a pesar de saber que estar con él es un constante recordatorio de mis heridas, sigo volviendo a su lado?
Es tan fácil decirme que me alejaré, pero cuando está cerca, tengo esa increíble necesidad de quererlo todo con él.

—Sidney, ¿Está todo bien? —¿Por qué seguían preguntándome lo mismo? Era obvio que nada lo estaba.

Apoyando ambas manos en la puerta del auto, giré mi cabeza hacía Fernando y lo observé, sintiéndome muy agotada.

—Desde que volví a este lugar nada lo está, ni yo, ni todo lo que me sucede.

—Por lo que veo necesitas dos cosas y puedo ayudarte. —No tenía ánimos para sus juegos, por lo que negué y apoyé mi frente en la ventanilla.

—Y según tú, ¿Qué cosas son? Porque desde mi punto de vista solo necesito una y esa es volver a nacer.

—Primero necesitas alguien que te lleve a la ciudad. —aparte mi cabeza del cristal y observé las llaves en su mano. — Y segundo, necesitas alguien que te escuché, porque por lo que veo, algo te está molestando y soy bueno prestando oído.

—Decir eso y decir que eres un cotilla, es lo mismo.

—¿Quieres bajar la guardia pequeña luna? Solo quiero que te desahogues.

No sabía si debía aceptar o negarme, pero la verdad es que no tenia ni fuerzas, ni ganas, como para volver a discutir con alguien. Al menos no por hoy.
Esa fue la razón por la que luego de un par de suspiros, me aparte de mi auto y me acerqué a él.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora