21.

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Físicamente me sentía demasiado adolorida, como si cada parte de mi cuerpo estuviera siendo cortada por miles de pequeños cuchillos, pero no era lo que más me preocupaba, ya que el dolor tarde o temprano se iría, sin embargo yo seguiría aquí encer...

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Físicamente me sentía demasiado adolorida, como si cada parte de mi cuerpo estuviera siendo cortada por miles de pequeños cuchillos, pero no era lo que más me preocupaba, ya que el dolor tarde o temprano se iría, sin embargo yo seguiría aquí encerrada por quién sabe cuánto tiempo más.
Me habían golpeado hasta que se cansaron, pero no lo habían hecho con la intención de matarme. Al parecer, ellos tenían otros planes para mí y eso era lo que más temía.

Ya había comprobado que quienes me tenían aquí, no eran otros sino los lobos rebeldes , aquellos que querían hacerse con mi antigua manada, sin importarles a quien se enfrentarían y quienes ahora, al parecer, querían utilizarme para llegar a ellos.
Odiaba sentirme como una moneda de cambio, sentir que ahora el futuro de la manada recaía sobre mis hombros. Ya que si Kevin y su padre cedían para que me liberarán, nunca podría perdonarme el haberles arrebatado todo por lo que trabajaron en estos años.

Sin dudar no podía permitir que ellos llegarán a Kevin, que lo forzaran a elegir entre los suyos o yo.
Tendría que hacer algo, idear un plan que me ayudara a ganar más tiempo. ¿Pero qué diablos podía hacer? Solo una cosa se me venía a la cabeza y eso era hacerles creer que cedería.

De hecho, aferrándome a ese precario plan, cuando los hombres volvieron a entrar a la habitación y aún sintiendo como mi garganta quemaba, no pude evitar decirles.

—Estoy lista para cooperar con ustedes. —apenas podía levantar mi cabeza, pero necesitaba hacer contacto visual y comprobar si aún era lo que querían.

—Sabía que solo necesitabas una pequeña ayuda para que la mente se te aclare. — Traté de que mi mirada no mostrara cuánto asco y odio sentía por ellos, pero no sabía si lo había conseguido.

—No le veo sentido a sufrir por culpa de personas que solo buscan matarme.

—¿Hablas de los Closkey o de nosotros?

—Ambos quieren verme muerta, ¿Cuál sería la diferencia? —me encogí de hombros y ese movimiento provocó un gran dolor, por lo que solté un quejido que los hizo sonreír.

—¿Por qué crees que ellos quieren matarte? No era eso lo que parecía, de hecho, te veías muy cercana a uno de ellos.

—Ellos tratan de hacerme creer que están arrepentidos y yo solo deseo descubrir la verdad.

—¿La verdad sobre qué?

—Sobre quien mató a mi madre. Por un lado ellos los culpan a ustedes, pero no hay motivo para que lo hayan hecho, ya que no la conocían, a diferencia de ellos. Durante años huimos de su recuerdo, siempre cambiando de ciudades, hasta que regresamos y pocos meses después ella termina asesinada mientras volvía de hacer unas malditas compras. —a medida que mi relato aumentaba, mis palabras se iban haciendo más duras y las escupía con más fuerza.

Aún podía recordar lo que sentí aquel día en el que me dijeron que había muerto, podía recordar como Pamela se quebró al contarme el ataque y aún podía imaginar lo que mi madre habrá sentido cuando las emboscaron. Su defensa no fue suficiente y las heridas que le provocaron fueron mortales.
Los desgraciados se ensañaron con ella y por lo que Pamela había dicho, aún cuando ya había muerto no dejaban de lanzar ataques, algo que le permitió a ella escapar y pedir ayuda.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora