28.

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Había pasado toda la noche debatiendo que hacer o que decir para conseguir información, pero siempre volvía al mismo pensamiento: hablar con Kevin y tratar de solucionar las cosas entre ambos

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Había pasado toda la noche debatiendo que hacer o que decir para conseguir información, pero siempre volvía al mismo pensamiento: hablar con Kevin y tratar de solucionar las cosas entre ambos.
Fue esa misma sed de información y el ya no resistir la distancia entre ambos, lo que me llevo a tragar mi orgullo e invitarlo a cenar.

Ahora mientras escuchaba a Kevin parlotear sobre las últimas reformas en la manada, jugando con la comida en mi plato, me debatía el cómo abordar el tema que me traía en ascuas.
No quería que él pensará que solo lo había traído aquí por conveniencia, pero de cierta forma, así era.

—¿Qué planeas hacer en contra los rebeldes? — solté, cuando ya no pude soportarlo más, interrumpiendo su discurso actual.

Como supuse, esa simple pregunta instaló entre ambos un silencio incómodo y tenso, el cual solo se rompió cuando me atreví a volver a preguntar:

—¿Qué planeas hacer, Kevin?

Su mirada me estudiaba con cuidado, haciendo una radiografía completa de mí.

—¿Por qué quieres saberlo?

—Necesito saber lo que sucede, de otro modo no podré ayudarlos. —antes de que pudiera negarse, volví a hablar. — Déjame ayudar Kevin, si me consideras parte de la manada, entonces permíteme participar en esto.

—¿Crees que no te considero parte de la manada? — preguntó con una sonrisa triste.

—Deja de contestar a mis preguntas con otra pregunta. ¿Qué quieres que piense? Lo único que sé es que no confías lo suficiente en mí, como para contarme lo que sucede.

—Confío en ti, Sidney, esa no es la razón por la cual trato de mantenerte fuera de esto.

¿Él en verdad creía que estaba fuera? Nunca lo estaría, no mientras me quedara en estas tierras.

—¿Entonces cuál es?

—Solo trato de protegerte. La manada es importante para mí, aquí está mi familia, mis amigos, personas con las que he convivido desde que tengo uso de razón, pero ahora estás tú. —respondió sin apartar sus ojos de mí. — Tú eres mi compañera, eres mi luna, lo eres todo para mí.

—Kevin…

—Con tu última hazaña, pude comprobar que eres imprudente. ¿Qué garantía puedo tener de que una vez que sepas lo que sucede, no querrás hacerte la heroína e ir y exponerte? —su voz se mantenía calma, pero él no se veía de esa manera. — Esto no es un juego, es peligroso y preferiría mil veces exponerme a mí mismo, que permitir que vuelvan a atraparte.

—¿Es peligroso para mí, pero no lo es para ti? No seas hipócrita Kevin. Quiero ayudar y lo haré, ya sea contigo o sin ti.

—¿Qué es lo que estás tratando de decir?

—Que si no consigo respuestas de ti, las conseguiré en otra parte y ni tú, ni nadie, me hará cambiar de parecer. —y no bromeaba. 

Los rebeldes estaban atentando contra mí, desde antes que los conociera. Ellos, en complicidad con Pamela, nos habían traído hasta aquí, me habían quitado a mi madre, me habían secuestrado, habían jugado con mi cabeza y ahora querían utilizarme para arrebatarle la manada a mi compañero. Por supuesto que no se los permitiría, no había oportunidad de que eso sucediera.

—¿Tanto te cuesta ponerte un poco en mi lugar? No quiero que estés en peligro.

—Lo haré con o sin tu consentimiento. —respondí, provocando que Kevin se pusiera de pie y comenzará a caminar de un lado a otro.

Lo entendía bien, comprendía su enojo, su preocupación y su intención de protegerme, porque yo quería hacer lo mismo.

—Es una locura. ¿Entiendes que ellos podrían matarte?

—No me importa. —mentí, consciente de que esto no estaba ayudándome a conseguir nada.

—¿Por qué no me sorprende? Eres la persona más terca que conozco. —pasó su mano con fuerza por su cabeza, tirando todo su cabello hacia atrás.

Quería exponerme tanto como él quería que me expusiera, es decir, nada. Pero odiaba la idea de sentirme excluida, sobreprotegida y subestimada.
Kevin seguía observándome, al igual que lo observaba a él, por lo que luego de un suspiro, negó y volvió a sentarse en su lugar.

—No estoy aceptando contarte nada y menos hacerte participe. Pero lo pensaré. — eso me servía, por ahora.



La cena continuó y no solo la carne podía cortarse con un cuchillo, sino también el ambiente que ambos estábamos creando.
Él podía considerarme una chica loca, alguien que había perdido la razón y ahora actuaba de manera impulsiva, o como lo había dicho anteriormente, de manera imprudente. Pero la realidad es que estaba determinada a ayudarlo, quería luchar a su lado, sentirme útil y una parte de mí, también quería vengarse de esos malnacidos.

Al verlo al otro lado de la mesa, con la mirada pérdida en el pedazo de carne ya frío, seguramente pensando en que hacer conmigo, no podía dejar de sentirme culpable. Estaba presionándolo, pero él no me estaba dejando otra opción.

—¿Quieres tomar algo? — aclaré mi garganta, cuando su cabeza se alzó. —La comida ya está fría, podría prepararnos un café, un té o…

—No gracias. —Me interrumpió y solo pude asentir, mientras aprisionaba mi labio inferior con mis dientes. —¿Tienes idea de lo mucho que estás pidiéndome? Por un lado quiero contarte todo lo que está sucediendo, todo lo que sé y por el otro, quiero encerrarte en alguna habitación y evitar que se acerquen a ti.

—Lo sé, pero solo estoy pidiéndote confianza. —Era momento de utilizar otros métodos. —Kevin, siempre estás diciéndome que soy la luna de esta manada, es mi trabajo también proteger a todos. No quiero que me vean como un adorno, como alguien escondido en la oscuridad que solo sale a la luz para mostrarse a tu lado. Me niego a eso, no te lo permitiré.

Él no me respondió, en su lugar se puso de pie lentamente y se acercó a mí. Una vez que se detuvo a mi lado, se puso de cuclillas y tomó mis manos entre las suyas.
Pude ver en sus ojos un ligero cambio, ya no se encontraba tan molesto, ahora se veía un poco esperanzado.

—¿Por fin estás dispuesta a tomar el puesto que te corresponde? Dime Sidney, ¿Estás finalmente aceptando estar conmigo?

No estaba segura de querer aceptar ser su luna. No porque mis sentimientos estuvieran en dudas, porque sabía con certeza que no era un simple cariño, sino que lo que sentía por él era amor. Pero así como tenía certeza de ello, también la tenía sobre no querer quedarme en un lugar donde viviera su padre.
No podía olvidar todo lo que había vivido y aunque ahora comenzaba a comprender, muy a mi pesar, su reacción, seguía sin quererlo tener cerca.

Pero cuando una de las manos de Kevin comenzó a subir por mi brazo, deslizándose lentamente por mi piel, hasta llegar a mi mejilla, dónde descanso creando pequeños círculos con su pulgar, me olvidé de su padre. Todo lo que veía, era el amor que sus ojos me expresaban y la ternura que prometían.
¿Cómo podía resistirme a él? No quería hacerlo.

El futuro era incierto y el tiempo de ambos tal vez no era tanto como para estarlo malgastando en inseguridades y discusiones que no nos llevaban a ninguna parte.
La verdad es que estaba cansada de huir, cansada de dejarlo a un lado, quería disfrutar de nuestro lazo, quería fortalecerlo.

Imité su anterior acción, llevé una de mis manos hacia su mejilla y me incliné hasta que nuestros ojos estuvieron a la misma altura.

—Hay muchas cosas que no tengo en claro. No sé si en el futuro aún habrá una manada, tampoco sé si podremos llegar a estar juntos y tranquilos, pero a pesar de que mire a dónde mire, solo encuentro signos de pregunta, hoy soy tu compañera, soy tu novia, tu luna y lo que quieras que sea. — confesé, antes de besarlo.



Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora