—¡SUELTENME! ¡DEJENME SALIR DE AQUÍ! ¡ALGUIEN AYUDEME!
Sabía que gritar en este momento era algo ridículo e inútil, ya que lo había estado haciendo por lo que parecían horas y nadie había venido a mi auxilio.
Lo último que recordaba era haber regresado a la casa, en compañía de Kevin, luego escuché pasos y al voltear, solo pude sentir el fuerte golpe en mi cabeza. Golpe que había abierto una herida, la cual hacía poco había dejado de sangrar.Cuando desperté, me costó acostumbrarme a este entorno, no reconocía nada del lugar y aún no lo hago, pero tampoco es como si pudiera moverme.
Las cadenas de plata sosteniendo mis brazos y mis tobillos, me dificultaban demasiado el trasladarme, eso sin contar el dolor que estaban provocándome.Mirara a dónde mirara, solo podía encontrar paredes de ladrillo oscuro, las cuales estaban cubiertas de humedad y varios insectos, los cuales esperaba se mantuvieran lejos de mí.
La única puerta que se encontraba a la vista, era de una madera casi podrida, la cual sería muy sencilla de echar abajo. Para ser sincera, lo único que me mantenía aquí, impidiendo que tratará de escapar, eran estás malditas cadenas.—¡ALGUIEN DEBE AYUDARME! —Volví a gritar, no podía continuar aquí sin saber que querían de mí. —¡ALGUIEN QUE ME DIGA, ¿QUÉ DEMONIOS QUIEREN DE MI?!
Bajé mi cabeza, empezando a resignarme a la idea de que quien sea que me tuviera aquí, no me daría ninguna maldita explicación.
Pero fue entonces cuando empecé a escuchar los pasos acercándose.Debería decir que eso me tranquilizó, pero no lo hizo. Mientras más cerca se escuchaban, más asustada me encontraba.
Necesitaba respuestas, pero no sabía con lo que me podría encontrar.Cuando la puerta se abrió, con un fuerte y escalofriante chirrido, alcé la mirada, para encontrarme a dos hombres bastante corpulentos, los cuales me observaban con molestia.
—¿No sabes lo que es bueno para ti? En estos momentos deberías mantenerte callada y no forzarnos a matarte antes de lo previsto.
Si ellos quisieran matarme, ya lo habrían hecho en lugar de traerme hasta aquí, por lo que mantenerme callada o hacer un escándalo, era lo mismo.
—¿Qué quieren de mí? — pregunté, luchando contra las cadenas en mis muñecas.
La presión de los grilletes era fuerte y aunque sabía que no podría liberarme, no podía quedarme quieta.
—¿Qué te hace pensar que queremos algo de ti? —gruesos dedos se apoderaron de mi rostro y lo alzaron con fuerza. — Vamos contesta, ¿No tenías tantas ganas de hablar?
—Me tienen aquí en contra de mi voluntad, no soy tonta y sé que quieren algo.
Ambos hombres se carcajearon, pero el que sostenía mi rostro, metió su mano libre en el bolsillo de sus pantalones y tras sacar de allí su teléfono, lo puso frente a mí y tomó un par de fotografías.
Cuando me soltó, lo hizo empujando mi cabeza hacía atrás, al punto en el que está chocó contra la pared que se encontraba detrás de mí.
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Una segunda oportunidad
WerewolfTratar de encontrar un lugar al que llamar verdaderamente "hogar" es bastante difícil, pero cuando la tragedia vuelve a golpear su vida, a Sidney Madrigal esto y no dejarse caer, le resulta casi imposible. Mientras se encuentra repentinamente sola...