1820 palabras
Cristina quería hablar con su hermana, por lo que se fue en su busca; la encontró con María y Cinthya en la sala de pintura. Si no hubiese estado tan ansiosa por dentro, se habría dado cuenta de que el gesto de su hermana no distaba mucho del suyo propio.
-Helena, te estaba buscando – ella levantó la mirada y cuando vio a su hermana mayor, sus ojos enrojecieron.
-Lo sé, Robert ha hablado conmigo – ella se sorprendió y Helena, en un arrebato que tensó a sus amigas, se levantó con enfado y se cruzó de brazos – Ese estúpido de Násser es odioso.
-¡Helena! – Exclamó María - ¿Cómo te atreves a insultarle?
Cinthya le llamó la atención con un codazo disimulado y María decidió callarse. Helena la miró igualmente y se encogió de hombros, después miró a su hermana y la cogió de las manos.
-Yo te apoyo y no tienes por qué irte si no quieres – Cristina fingió una sonrisa, tras lo cual se sentó en una silla, dispuesta a desahogarse con aquellas chicas.
-El Mandato ha venido a verme también, ha estado convenciéndome de que lo mejor es que vuelva a Alamár ahora que nuestra familia vuelve a gozar de buena posición – Las tres oyentes se miraron estupefactas- Tanto Násser como él quieren que me vaya.
-Yo no creo que Násser quiera eso – se quejó Helena – estoy segura de que tiene una buena razón.
-Tal vez es por Guillermo – comentó María casi en un susurro, llamando la atención de las demás – Pensadlo. ¿Qué ocurre si el Mandato de repente decide no hacer ninguna excepción con Cristina y cumplir las reglas? ¿Y si la única manera de que se quede es casándose? – se inclinó un poco hacia delante, como queriendo mantener aquella conversación en secreto – Násser no quiere casarse, por lo que la única opción es enviar a Cristina a Alamár de nuevo.
-Claro que Násser quiere casarse – se indignó Helena. Fue la propia Cristina quien le puso una mano encima de la suya, para calmarla.
-Entre Násser y yo no existe ese tipo de relación – dijo con tristeza, dejando a su hermana un tanto descolocada - y es probable que las palabras de María tengan su razón.
-Las conclusiones aceleradas nunca resultan – comentó Cinthya – estamos haciendo suposiciones sin saber realmente qué ocurre. Lo único que sabemos con exactitud es que no te han exiliado de Mugiwa, tan solo te han comentado lo que, a su parecer, puede ser mejor para ti. Pero Cristina, nadie sabe eso mejor que tú.
La hermana mayor sonrió. Cinthya tenía una manera de ver las cosas que facilitaba mucho la resolución de conflictos. Su tranquilidad y sentido común eran todo lo contrario a María; Tal vez por eso eran tan amigas.
-Hermana – volvió a comentar Helena – estoy segura de que si hablas con Násser, entenderá.
Ella asintió y se decidió. No sabía muy bien cómo actuar en el caso de que él siguiese firme en su decisión, pero tenía que intentarlo.
Por esa razón fue en su busca, comenzando por las pistas de entrenamiento, donde localizó a Omar observando a Násser entrenar. Cuando el chico le vio el gesto a Cristina, supo que aquello no se trataba de una simple pelea de amantes, pero decidió no preguntar e ignorar el estado de ánimo de su amiga.
Cuando Násser terminó, vio a Cristina al otro lado de la valla, junto con Omar. Dio un suspiro y caminó hacia allí; su pecho estaba encogido y la situación le incomodaba sobremanera. Él no quería que ella se fuera, pero creía que era la mejor opción para mantenerla a salvo.
-Quiero pelear – dijo Cristina antes de que ninguno de los dos hombres comentase nada. Ambos la miraron extrañados y ella repitió su deseo – quiero pelear contigo, Násser.
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La batalla de la realeza I
RomanceEn una sociedad donde las damas son vendidas en matrimonio al mejor postor, nuestra protagonista acaba casada con un hombre egocéntrico que la humilla y la maltrata. Envuelta, sin quererlo y sin buscarlo, en un complot entre reinos, se convierte en...