26.- Promesa

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"Quien no cree en Dios jamás conocerá sus maravillas... solo aquellos de corazón puro que jamás pierden la fe serán testigos de sus milagros".

En un centro de salud cercano a Santo Domingo, Cristian y Francisco reciben una noticia milagrosa

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En un centro de salud cercano a Santo Domingo, Cristian y Francisco reciben una noticia milagrosa.

Aferrándose a la mano de Francisco, temiendo algo malo, Cristian preguntó: ¿estoy enfermo?

Doctor: no joven... lo que tiene no es una enfermedad, es algo muy normal en su naturaleza...

Intrigado, Francisco inquirió: ¿qué quiere decir doctor? ¿qué tiene mi doncel?

Con una sonrisa, el médico respondió: lo que quiero decir señor Valencia, es que su doncel ¡ESTÁ EMBARAZADO!

Los ojos de Francisco se iluminaron al escuchar la noticia, pero Cristian dijo incrédulo: n-no... eso no puede ser... debe de haber un error doctor, tiene que ser un error...

Doctor: ¿por qué cree eso joven? Si está casado y cohabita con su marido, ¿qué de extraño tiene que esté en cinta?

Tartamudeando, el doncel explicó: e-es que hace poco nos hicimos unos e-estudios y... y revelaron que yo tengo problemas de fertilidad, el médico que me atendió me dijo que solo un milagro podría lograr que me embarazara...

El médico respondió: pues entonces estamos ante la presencia de un milagro porque está embarazado, dentro de usted hay un pequeño ser creciendo...

Francisco intervino: doctor, por favor, dígame ¿está seguro que mi doncel está embarazado?

Doctor: por supuesto señor Valencia, no tengo la menor duda... su doncel está esperando un hijo...

Al escuchar las palabras del médico, los ojos de Cristian se llenaron de lágrimas de felicidad.

Francisco abrazó fuertemente al pelinegro al tiempo de decirle: ¿lo ves mi amor? Ya estás esperando un hijo de los dos... ¿qué más prueba quieres para entender que Dios desea que estemos juntos?

Sollozando en brazos de su amado, Cristian dijo: es que no puedo creerlo... le pedí tanto a Dios por este milagro, que apenas puedo creer que se haya hecho realidad... Dios Mío, gracias, gracias...

Con ternura, el ojiazul comenzó a besar el rostro de Cristian: te amo mi cielo, te amo... vamos a ser papás... me haces el hombre más feliz del mundo al saber que llevas dentro de ti a mi hijo, mi hijo...

Cristian no respondió nada, solo lloraba de alegría al entender que todos sus días de tristeza y sufrimiento habían valido la pena, pues el Dios en que creía lo había premiado concediéndole lo que más anhelaba.

Calvario por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora