4.- Cartas

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Con una sonrisa en los labios y una rosa en las manos, Cristian caminaba por las calles de Santo Domingo

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Con una sonrisa en los labios y una rosa en las manos, Cristian caminaba por las calles de Santo Domingo... cuando estaba por llegar a su casa, alguien lo jaló bruscamente arrinconándolo en la pared.

Era Esteban, quien mirándolo a los ojos le dijo: Cristian tenemos que hablar...

 El doncel intentó alejarse diciendo: suélteme, yo no tengo nada que hablar con usted

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El doncel intentó alejarse diciendo: suélteme, yo no tengo nada que hablar con usted...

Pero el ojiverde era más fuerte y respondió: tenemos que hablar de tu hermano...

C: deje en paz a mi hermano... se lo suplico... su presencia sólo lo hará sufrir...

Esteban sonrió irónicamente: ¿así que eres igual que tu madre? también piensas que soy un muerto de hambre que no debe estar con Ricardo...

Cristian contestó con firmeza: yo no creo que sea eso que dice... simplemente creo que usted y Ricardo son muy diferentes, las diferencias que existen en ambos nos les permitirían ser felices...

E: sí, es verdad que somos muy distintos, pero nos amamos... Ricardo me ama y yo a él...

El pelinegro se sorprendió ante las palabras de Esteban y preguntó: ¿usted ama a mi hermano?

E: sí, te aseguro que no es interés lo que siento por Ricardo... lo amo de verdad y por eso necesito que le entregues esto...

El hombre sacó un sobre de su pantalón y se lo dio a Cristian para después añadir: tu madre no quiere que vea a tu hermano, pero necesito comunicarme con él... Ricardo siempre me dijo que eras una persona noble entregada al servicio de Dios... si hay algo de nobleza en tu corazón, te suplico que le entregues esta carta a tu hermano...

Tras dudarlo unos instantes, Cristian tomó el sobre y dijo: está bien, pero será la única vez que haga esto... ya me cansé de ser mensajero...

Esteban sonrió y dijo: gracias...

Cristian se alejó sin decir más y rápidamente entró a su casa.

Calvario por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora