CoseVenas (Poemario Gótico-Católico) (COMPLETADA)

Sacramento Del Matrimonio

-I-

El matrimonio
es un vínculo de amor imperfecto
sobre un Dios perfecto,
y firmado por unos esposos,
que con su delecto,
y soportándose unos a otros
sus múltiples defectos,
se guardarán un ardiente afecto,
recorriendo un trayecto
de pasión en cada aspecto,
en base a la Pasión del de Pecado exento.

En base a la trabsustancia,
para ellos este momento
es de singular importancia.
Dios los acoja complacidos,
los bendiga enormemente,
y les conceda vivir en unidad permanente.

Que se plante en ellos
la simiente del amor permanente,
y bello, del Rey de la Vida,
que sostiene las bridas
de este mundo
y ha de juzgar
tanto a cogitabundos,
como a inverecundos.

Derrama tu gracia sobre estos hijos tuyos,
que se unen junto a tu altar.
Ellos duermen bajo el arrullo
del cantar de toda la Creación,
en su continúo murmullo,
en Sión escalarán al somo,.
Sube veloz
el incienso
a la tornavoz 
del domo,
en el cielo suspenso.

-II-

Cristo acudió a las bodas de Canaán,
ademán de bendecir este consorcio,
instituido desde Adán,
y cuando los fariseos le preguntaron si era lícito el divorcio,
contestó él,
en su posición de Sumo Sacerdocio,
que el hombre dejará a su padre,
y a su madre,
y se unirá a su esposa,
siendo los dos una sola carne,
y de esta unión amorosa,
darán a sangres de sus sangres.

Él, que os consagró un día
con el santo Bautismo,
iniciándoos en el cristianismo
así mismo,
os enriquece hoy y os da fuerza,
con un  Sacramento
peculiar,
para que
os guardéis mutua, y perpetua
fidelidad,
desde este momento
hasta la mortandad.

El escrutinio de los designios
de los contrayentes,
es fehaciente prueba, y tanteo,
de los ígneos deseos llameantes,
de este Adán y esta Eva,
que se van a hacer entrega,
como amantes,
de sus cuerpos el uno al otro
en un concomitante voto.

Los esposos se entregan,
y prometen ser fieles
en la prosperidad y en la adversidad;
en la salud y en la enfermedad;
el uno al otro serán sus maineles,
en las escaleras a las Santas Mansiones
que Dios promete a los siervos fieles.

Así deberán de amarse y respetarse todos los días
de su vida,
sus bocas serán dos vergeles,
dos ríos de dulces mieles.

No llevan nada en su caminar,
más que el corazón del otro
en sus fardeles.

Los anillos de Saturno
son más grandes
que el que ellos se entregan,
pero los primeros están hechos de roca y hielo;
y el de los amantes,
de carne y fuego.

-III-

Recibe esta alianza
en señal de mi amor y fidelidad
a ti,
mi vista alcanza hasta el horizonte,
donde sale y se esconde el sol,
ese Sol eres tú,
en el ocaso parecía que huías,
cuando volvía a mi casa solo,
disonante,
pero eso era antaño,
y cuando abra los ojos de ahora en adelante,
estarás a mi vera,
un día de largos años,
sin que la Luna salga de su madriguera, 
un día del Dios Primigenio,
Nosotros dos solos,
un milenio.

Que Nuestro Hermano,
sea siempre fiel al Señor,
como Abrahán;
y piadoso y honrado como Tobía;
un guerrero como Matatías,
que luchaba por la amada patría con afán.

Su cuerpo es tu tierra,
en la que plantarás tu semilla;
sus brazos y sus piernas,
las fortalezas;
su faz,
el escudo del estandarte,
la leona,
con la que has de casarte;
y sus caderas
por las que subes,
las catedrales,
con las que tocarás la nubes,
del cielo praderas.

Que nuestra hermana sea siempre
irreprensible en conducta,
y brille siempre por su dulzura y pureza;
humildad y prudencia.

Ella es la Joya de la Inocencia,
el Joyel del Cielo que brilla en la Aurora,
la Creación
por la que se estremecen todas las potencias.

A ella le teme el Diablo,
con solo escuchar este vocablo:
"Mujer",
como la misma que le pisó la cabeza,
y a la que,
si es santa, 
se intentará parecer.
La que a Jesús amamanta,
y a la que visitó el ángel Gabriel.

Oh Dios, que con tu poder creaste todo de la nada,
y, desde el comienzo de la creación,
hiciste al hombre a tu imagen
y semejanza,
le diste la ayuda inseparable de la mujer,
para que juntos,
en la Divina Voluntad trabajen,
con sus votos  
trasuntos,
el uno del otro.

La doncella del Rey,
el paje de la Reina.
Los dos en el potro,
de modo que ya no fuesen dos, sino una sola carne.
Amaos,
que de amor terreno siempre
hay hambre.

-IV-

Señor, haz vivir en un mismo amor,
a quienes has unido en Santo Matrimonio,
y que del uno al otro son testimonio.
Han sido alimentados
del mismo pan y cáliz.
Guárdalos con tu providencia,
de la ciega obediencia, clavis

Nuestro Señor Jesucristo,
que amó a su Iglesia hasta el extremo,
os conceda amaros el uno al otro de la misma manera.
"A barca con remos iremos,
-se dijeron los dos amantes  risueños- 
abarca el firmamento todo lo que queremos.
No temo,
si el amor que se sacrifica a sí mismo,
y con el que nos conmovemos,
es el único baremo."

Caminarán juntos hasta la Nueva Jerusalén.
Amén.