El Martirio De San Sebastián

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Atado a un poste,
es representado el santo
que pagó el coste,
por ser del Dios trestanto,
mastranto.
Su religión: cristiano,
castigado por el capitoste
Diocleciano,
de los cristianos espanto.

Fue jefe de la cohorte,
soldado de alto porte y respeto,
pero guardaba el secreto
de servir a un Dios,
que era más cercano a los humanos,
pero para un romano,
lejano,
extraña religión
que rechazaba lo pagano.

Con tortura
detalles les sonsacan,
si hay sospechas.

Atado a una estaca,
pero no dejado en la estacada,
con un traca
de flechas,
es castigado el mártir.
Estas le atacan,
a izquierda y derecha,
y hacen al viento vibrátil.

Los arqueros,
terribles carrañas,
con saña,
disparan sus saetas,
al indefenso cuerpo
del atleta:
el Santo de las Cacarañas,
que en la arboleda huraña,
sufre el ataque de los osetas
de mala maña.

Sebastián,
envuelto en éxtasis,
se complace
en la osadía que le hacen,
pues el martirio no es némesis,
sino devolver el favor
en el Nuevo Génesis,
la anámnesis
de un nuevo Amor.

Llegando a su término
la fechoría,
los soldados,
con muy bien ánimo,
creyéndolo muerto,
lo dejan con la agonía,
de su desacierto,
él ahora es íngrimo.

Ya, fuera de sus fríos cálculos,
unos amigos al lugar vienen
y lo llevan a la casa de Irene,
esposa de Cástulo.

Dijo la Sabiduría de Dios:
"Les enviaré profetas y apóstoles,
y a algunos los matarán y los perseguirán,
dando a los verdugos vítores.
Todo para que se pidan cuentas a esta generación de
la sangre
de todos los profetas desde la creación del mundo,
desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías,
ellos han escogido seguir al Aquelarre,
ser Herodías,
vivir en la carne.
Ya no hay Matatías,
como antes,
no hay nadie que al truhán
desasne,
y eso que el Infierno apremia".

¡Oh, San Sebastián,
tú, que soportaste tales vejaciones y blasfemias,
protégenos de la epidemia
y de todas las pandemias!

¡Oh, San Sebastián,
tú, que sufriste por santas motivaciones,
repúdia al Leviatán
y sus tentaciones!

¡Oh, San Sebastián,
tú, que fuiste repudiado,
por el solo hecho de amar lo sagrado,
condúcenos al jardín de Adán!

Confesaremos la fe
de forma pública.
¡Oh, San Sebastián,
que se cumpla nuestra súplica!

CoseVenas (Poemario Gótico-Católico) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora