Domingo de Ramos

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Al oír la gente que Jesús viene a la Ciudad Santa,
los cristianos su corazón abrillantan,
y su contricion se agiganta
al no merecer la misericordia tan alta
de la que el Señor siempre se harta.

Tomaron ramas de palmeras,
muy contentos,
y salieron a su encuentro:
"¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"

La congregación cristiana
todavía se alegra,
y este acontecimiento
celebra,
llevándolo muy dentro.

Entran a la Iglesia con ramas de olivo,
con júbilo,
en el Templo trístilo.
¡Este es el fuego
que el Señor avivó!

No temas, Sión,
que aquí viene tu Rey,
montado sobre un pollino de asna
el que en Hombre se encarna,
y cumple la Ley
con su ardiente corazón.

La vestidura es roja escarlata,
pues el sacerdote
se recata
en la fiesta de los mártires,
para celebrar con manos gráciles
ese amor que se deshace en fogaratas.

Se rememora,
con atención,
los días y todas las horas
que padeció el Señor 
en su misión redentora,
como preludio
a la tan esperada semana,
en la que hacemos anuncio
de la Muerte y Resurrección
planeadas desde era arcana,
como antuvio,
en el pecado de la primera generación.

¡Clamemos gozosos
al Esposo,
Mesías, y Rey de Gloria 
Todopoderoso
que entra hoy en la Ciudad Santa!
¡Cantémosle con euforia,
pues su gracia es veneranda!

CoseVenas (Poemario Gótico-Católico) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora