Segundo Mandamiento

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Segundo mandamiento de los diez,

muy unido al primero,
por la exquisitez
que conduce a la honradez.

Así expone el juez:
"Que el nombre de Adonai
no ha de tomarse ligero.
¡Ay de quien lo haga,
y sea maldiciente!
La costumbre no justifica esa daga,
quien la hace la paga,
ahora, en tiempo presente,
o cuando de la cizaña se haga moraga,
para ser arrojada al fuego inclemente.

No hurgues en sus llagas,
blasfemar es peor que matar,
decía el Aquinote.

Besan las imágenes
van a los oficios,
y luego se arrastran por levante y poniente,
brisa suave,
que cautiva a navegantes y maestres.
Cantos de sirena se oyen,
ellos sueñan.
¡Dios mío, te ruego que los desembrolles,
o las diablas les conducirán a las peñas!

Déspota, ávaro,
un tábano,
una anécdota que deleita los tímpanos,
¡Arrepiéntete, tú, que estás muerto y huérfano,
y no huyas al parámo,
ponte de hinojos,
busca un plébano,
y que se te retuerza hasta el tuétano!

¡Aunque tus delitos sean rojos,
graves, o leves,
quedarán blancos como la nieve,
serás la niña de sus ojos!


Un día,
cuando el Señor Jesús
andaba todavía por el mundo,
acusáronle los eruditos
de que echaba a los inmundos
y malditos,
con el poder de Belcebú,
negándose a verlo como el Logos,
y Señor de todo,
pues este era el pedagogo,
al que habrían de acudir
las gentes para decir:
"Yo te adoro".

Argumentó el Mesías,
que toda casa o ciudad dividida
por dentro,
no se mantiene en pie
así sin más,
que si Satanás expulsa a Satanás,
¿como va a subsistir su reino?
En Gerasa, en Siloé,
ha venido por su pueblo,
desde lo humilde y lo pergenio.

"Todo pecado le será perdonado al hombre,
excepto la blasfemia al Espíritu Santo.
Quien así obre,
no será perdonado
ni en este siglo ni en el venidero,
cargará toda su vida
con ese pecado,
por ser grosero,
con un Dios tan bueno".

Esto dijo el Nazareno
a los fariseos blasfemos,
por ofender,
en este extremo,
al Dios supremo.


En contraparte
con la hipocresía
de los que sabios se creen,
y desprecian la Palabra con desdén,
y no pueden con el corazón honrarte,
por ser protervos
hallamos el ejemplo de tus siervos,
los Cuatro vivientes:

Cada uno con seis alas,
llenos de ojos donde quiera que se observe,
y que van allá, donde el Emperador
su aliento exhala,
dando honor y gloria,
al que está sentado en el trono,
Santo, santo, santo,
su canto
es ácrono,
el cielo es su Monte Moria.


Ya sabéis cual es el sentido del poema,
que ha de respetarse y venerarse
el nombre del Hacedor,
pues será a los ojos del Creador,
postema,
el que lo trasgreda,
y tras delinquir, dese el caso,
ponerse en vereda,
y arrepentirse de tomarlo en falso.

CoseVenas (Poemario Gótico-Católico) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora