CoseVenas (Poemario Gótico-Católico) (COMPLETADA)

Reina, Doncella, Madre, Y Virgen

-I-

La Purísima es una
Madre Castísima,
un lirio entre cardos
con olor a nardo,
la única sin pecado,
desde el útero.

Recipiente de gracias
sin número.
Inocencia es
su segundo nombre,
pues su cuerpo no es adúltero
por la mancha de Adán,
libre de lo lúteo.
Parió al mismo Dios,
fue su sacristán,
hasta el parto láureo.

-II-

Theotokos,
foco de alabanzas llameantes,
e incesantes,
congraciada con la llegada
del ángel visitante.

¿Cómo no venerar a quien Dios puso delante
de la generación,
de una religión
que clama orante,
y pide que desde lo alto,
baje la bendición?

Así como el Arca pasó seis meses
en casa de Obeddedón,
así pasó tres meses
María en casa de Isabel,
cuyo retoño saltó de alegría
al sentir tan cerca a Emmanuel.

¿Quién soy yo
para que me visite la Madre de mi Señor,
si soy estupefacto deudor
de la fianza pagada por Amor,
en tan precioso acto
que brilla en este mundo infracto,
y que inaugura el Nuevo Pacto?

Criaste al niño Dios
con un tacto de Madre,
con mimos a sovoz,
con pañales y frazadas.
En definitiva,
con una ternura por nadie superada.
¿Qué se esperaba,
si estaba criando al de Arriba?

-III-

Vírgen,
Virgo collige rosas,
puerta de Oriente sellada
para el Dios omnipotente,
hogar hasta su llegada.
¿Cómo puede ocurrir esto,
si no ha conocido varón?

Por la Santa Unción,
el Altísimo la ha cubierto con su solombra,
excepción a la norma
a lo largo
y ancho del mundo,
por ser milagro del cielo oriundo,
sin dolor amargo.

En el pesebre,
Belén célebre,
mi Señora alumbra
en un miraglo,  
por falta de posada,
al Dios, que como mujer,

-IV-

más tarde, la encumbra,
siendo asunta,
en un letargo
al final de su vida de blancura.

¿Cómo dejar pudrirse
la primera casa del niño Dios,
si un ser de tanta hechura
no podía cometer falta alguna,
ni dos,
ni siquiera una?

Entre ángeles,
con el cabello suelto,
con la mirada abstraída,
y en un estado exultante,
fue conducida a los aposentos,
del cielo brillante
por las nubes,
etéreos diamantes,
que bajan y suben,
por prados flotantes.

Es tan bella mi Virgen...
Hermosa doncella,
de inmáculo
origen,
sin mero obstáculo

-V-

para ser coronada en el cielo,
y ostentar el báculo que rige
el Universo al que su Hijo corrige,
siendo honra y flagelo de clemencia
de todos a los que obediencia
se les exige.

Los ángeles la peinan y sirven
en un trono a la diestra,
del Hijo que al mundo redime,
a la Reina del Cielo del pecado se le exime.

Desde ahí dirige e intercede
por la humanidad entera,
lo que le pidas se te concede,
sino son vanas tus maneras.

Esta es mi Virgen,
mi Señora
a la que presento mi honra,
y espero que ella me socorra,
en lo difícil,
en lo inverosímil,
en las profundas mazmorras.

-VI-

Proclama su alma la grandeza del Señor,
se alegra su Espíritu
en Dios su Salvador,
porque su Hijo será el Salvador
de una generación de ruina.
Rey con corona de espinas,
cordero pascual dócil,
cuya sangre se asperja,
por todas las tierras.
Lo que es estéril se hace fértil,
y no erra quien a él se aferra,
él es mi Adonis.

Ha mirado la humildad de su esclava
-ella siendo humilde,
es más rica que la reina de Saba,
ella siendo madre,
no deja que su lecho se mancille-.

Desde ahora la felicitarán todas las naciones,
porque el poderoso
ha hecho obras grandes por ella,
veloces como centellas irán
a refugiarse bajo el manto decoroso
de la Estrella de Canaán,
y con llanto gozoso
la aclamarán.

Su nombre es santo,
y su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación,
no importa cuan fuerte sea el quebranto,
si la contrición
es sincera,
ten por seguro
que recibes una paz, 
tan duradera
como estés en gracia, 
a la vera
de su Teocracia.

Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos,
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes,
y a los ricos despide vacíos.

Estos son los ríos perennes
de la fuente de agua viva,
del que a todo le concierne,
el día y la noche son Hermes.
Apolo, y Selene,
pasan su mensaje,
llueva, nieve o truene.
Ningún malhechor
sale indemne de su ira,
nadie que ante él se prosterne,
se vira.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su Santa Alianza,
según lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham,
y su descendencia por siempre.

Tiemblen las potestades,
que llegó su capitán,
el Rey de la Gloria,
que a través de la Historia
castiga al bausán,
y premia al chambelán.
Fuerte como cedro,
bendice al pueblo
del patriarca,
del que se ha hecho monarca
en el trono de David,
por siglos que no se abarcan.
Él es su adalid,
su trigo, y vid.

Te pido, María Santísima,
que bendigas mi existencia frágil,
que sea dócil
ante las órdenes del Gran Mártir,
que en mi memento mori,
me acuerde del cielo que promete
Dios a los hijos,
si en el crucifijo ponen su énfasis.

¡El éxtasis está entre los entresijos!
Sea el mal mi némesis,
y la misericordia el daño que al Mal inflijo.

Que el fruto de tus entrañas no sea
mi león de Nemea,
sino el de Judá,
él me dará el escondido maná.
Que así sea.