Capítulo VI

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"Fue como el sol luego de una tormenta."

Estaba demasiado confundida, ¿Dónde estaba y por qué Kakucho estaba ahí? Iba a preguntar pero la voz del chico la interrumpió.

- Hasta que despiertas. Lamento que te golpearan en la cabeza, hace poco también lo hicieron, ¿No? - Se sorprendió, no entendía como él estaba consciente de que la habían golpeado anteriormente. - Espero que no hayan abierto era herida de nuevo. Al menos no rompieron tu pierna otra vez.

- ¿Por qué estoy aquí? No entiendo donde estoy y tampoco entiendo porque estás aquí conmigo. - Quería llorar, estaba demasiado asustada. Quiso contenerse pero algunas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, él se percató de esto.

- Oh no, no llores tranquila. - El pelinegro se acercó a ella y con sus ayuda de sus pulgares limpió sus lágrimas. - No te haré daño, por cierto, ¿Las cuerdas te lastiman?

Estaba tan concentrada en querer saber que era lo que estaba pasando que ni siquiera se había percatado de que sus manos se encontraban atadas detrás de la silla donde yacía sentada. Kakucho se colocó detrás de ella observando como la piel de las muñecas de Kyoko tenía un color rojizo, claro signo de que le lastimaban.

Él deshizo un poco el agarre de estas, procurando que no fuese lo suficientemente suelto como para que ella se soltara y escapara. Luego de hacer tomó una silla del mismo lado donde se encontraba para así colocarla frente a ella, mirándola fijamente tal como si no se hubiesen visto en años, aunque sí era así.

- Keisuke te matará si se da cuenta de que fuiste tú quien me trajo aquí.

- Nunca sabrá que fuí yo.

- ¿Qué te asegura eso? - Preguntó desafiandolo.

- Sí hablas no puedo asegurar que sigas viva mucho tiempo luego de eso.

- Sabía que eras un completo imbécil, pero no hasta este punto.

- Las cosas son diferentes ahora, Kyoko.

Ambos se quedaron callados, él estaba tomándose el tiempo de observar todo el rostro de la chica mientras que ella estaba aterrada, quería gritar y correr pero algo dentro de su cuerpo le decía que si lo hacía moriría. Dirigió su mirada hacia una pequeña ventana que dejaba entrar apenas la luz del sol, a juzgar por el color que esté emitía podía jurar que estaba anocheciendo. Ya no entendía nada.

Kakucho también miró a dónde ella, entendiendo un poco el hecho de que se viera algo confundida.

- Ah, llevas aquí cuatro días por si te lo preguntas. - Se ahogó con su propia saliva tras escuchar aquello, el pelinegro al notar esto dió suaves palmadas en su espalda para que se relajara. - Te hemos tenido sedada todo este tiempo, es por eso que no has despertado.

Aquel chico de la cicatriz se levantó de silla, dirigiéndose al lugar que parecía ser la salida. Abrió la puerta con la intención de irse, pero antes de hacerlo simplemente giró su cabeza para apenas verla.

- Suerte, es tu último día aquí. Disfrútalo.

Ahora sí salió del lugar dejando a Kyoko totalmente sola. Aprovechó aquello para romper en llanto, estaba tan asustada y sabía que sería inútil el gritar pues afuera no se escuchaba ni un pájaro, no tenía la menor idea de dónde se encontraba en este momento.

Por siempre seré tu pecado [Hanma Shuji x OC] EDITANDO !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora