Capítulo 19

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(La misma noche en el bar luego de que Kirari y Sayaka se fueron)

Ririka

El mejor día de mi vida

Las cosas en mi cabeza jamás han sido del todo claras. Con el alcohol en mi sistema las cosas parecían más dispersas de lo inusual. Innumerables veces tuve que ir al baño. Ni siquiera podía oír claramente lo que Nozomi o Miri y Miyo decían. Reía como loca al ver cómo Ibara cuidaba de Rin sin darme cuenta de que yo estaba en la misma situación. Justo después de haber hablado con Sayaka no recuerdo mucho lo que pasó. Nuevamente me levanté para ir al baño, pero en la última vez choqué con un mesero y dejó toda mi ropa mojada con los tragos que llevaba en su bandeja. Me enojé tanto que terminé golpeándolo. Me arrepentí y me disculpé. Salí corriendo de nuevo para refugiarme en el baño y limpiar mi ropa. La mancha entre azul y violeta en mi camisa resaltaba demasiado y eso marcó el final de la noche para mí. En cuánto salí del baño fui a la barra para tomar un último trago e irme. Pero, esa voz jamás saldrá de mi cabeza. Rápidamente miré a mi alrededor y entre una visibilidad borrosa comencé a buscarla por todas las direcciones hasta que la encontré. No podía equivocarme, tampoco estaba alucinando. Era una rubia de espaldas. Me emocioné tanto que me bebí el trago de un solo sorbo e incluso creo que pagué de más. Me acerqué entre la gente que bailaba hasta aquella chica de espaldas. Cuando estaba a punto de tocar su hombro, alguien me empujó y caí sobre una mesa de cristal. Mi mano quedó cubierta por algunos cristales y de mi muñeca comenzó a fluir sangre. La chica que creí era la rubia que tanto tiempo llevaba buscando resultó ser un chico que al poco tiempo se acercó a mí para levantarme y preguntarme si estaba bien. No lo noté antes, pero su cabello estaba recogido diferente al de Mary. Lo siguiente a eso lo he olvidado, al parecer me desmaye, mi cuerpo moribundo fue levantado y... Ojalá me hubiese ido cuando tuve la oportunidad.

Déjame aclararlo, al menos ahora mientras aún no lo olvido y en medio de un terrible dolor de cabeza y algunas punzadas en mi mano derecha debajo de una vena. Sí, me desmaye en brazos de algún extraño, me desperté en medio de una habitación oscura solo con una lámpara de color rojo a un lado de la cama.

Me desperté de golpe al escuchar la puerta cerrarse, el dolor en mi mano inundó todo mi brazo y sentí un calambre. Debido a la dirección de la luz, no podía verle claramente su rostro, tuve miedo durante unos minutos, aquel tipo solo estaba de pie delante de la cama observándome.

—¿Quién eres? ¿Q‐Qué es lo que quieres?— le dije tratando de esconderme entre las sábanas.

Él no dijo nada.

Me quedé helada ante el aura que desprendía, era siniestra. Alcance a mirar una parte de su cuerpo y descubrí que tiene un tatuaje en el cuello, no lo reconocía, jamás olvidaría algún rostro.

—Si yo fuera tú no debería estar aquí... Tienes suerte que ella te encontró a tiempo.

Dijo para después marcharse cerrando la puerta detrás de él.

No entendí a lo que se refería. Me levanté de la cama un poco mareada aún. Busqué mi chaqueta por todo el lugar, no tenía ni la menor idea de dónde estaba, solo sabía una cosa: debía salir de ahí. Me apresure tanto como mi cuerpo medio borracho me permitía moverme. Alguien había tratado la herida en mi mano, pensaba que no tenía tiempo de buscar al responsable y agradecerle así que me dirigí con desespero a la puerta. Tome la perilla con mi mano izquierda y la gire, está se abrió casi sin que yo le diera vuelta. Alguien desde el otro lado la abrió unos dos segundos antes de que yo lo hiciera. La puerta se abre hacia afuera así que en cuánto tiro de ella pudimos quedarnos de frente. La miré quien sabe por cuántos segundos hasta que parpadee no creyendo lo que miraba. Entonces recordé lo que el chico dijo antes de irse:

Contigo siempre estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora