Capítulo 18

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Kirari

Me desperté no más temprano que otros días, en realidad no tenía ni la menor idea de que hora era hasta que mi celular vibró cerca de la pequeña mesa junto a la cama. Era un mensaje de mi hermana. "¿Cuándo estarás de vuelta? Alguien debe supervisar el edificio al menos hasta mañana, no me siento nada bien" decía. Reí por lo débil e infantil que se convertía al tener resaca, anoche estuvo a punto de arruinar mi velada. Oh, eso me recuerda, una hermosa mujer debe estar esperándome del otro lado de la cama. El trabajo ahora realmente no me importa, puede esperar, escuché por ahí que Sayaka solo estaría un mes en Japón. Ya han pasado algunos días y cada vez me queda menos tiempo para estar con ella. Dejo el celular de mala gana de vuelta en la mesa y entre las sábanas me doy la vuelta para encontrarme con... ¿Eh? Vaya, vaya... Estoy segura de que aquí debería estar ella. Miro rápidamente hacia el suelo, nuestra ropa ya no está, esa pequeña se ha despertado antes ¿En dónde se habrá metido? Me levanto casi de un salto y busco ropa limpia en el armario, sabía que traerla hace dos semanas sería una buena idea. Abro el clóset y toda la ropa sigue en su lugar ¿Se habrá puesto la misma de anoche? Y yo aquí pensando en ella. Da igual, me pondré alguna camisa y un short de mezclilla. Más tarde enviaré un correo al edificio para cancelar todo en el día, mañana estaremos de vuelta. Ahora tengo mejores cosas por hacer.

Salgo de la habitación y desde las escaleras escucho su voz, está cantando. Trato de hacer el mínimo ruido para lograr acercarme sin ser descubierta. Ella está de espaldas. ¡Oh, vaya sorpresa! No sólo está cantando, está preparando el desayuno y además está moviendo las caderas de una forma muy inusual. Seguro tuvo un buen sueño. Además, está usando mi ropa, no lleva shorts ¿Acaso es esto un premio? Me palmo la cabeza internamente sabiendo que lo que pasó anoche era lo que realmente necesitaba. Y al parecer, ella también. Mientras Sayaka continúa de espaldas, me acerco sigilosamente hasta ella y con rapidez rodeo su cintura con mis brazos, ella brinca del susto, pega un grito y además me da un cabezazo. Me pongo alerta, el golpe me da igual pero su grito no ha sido uno normal, de inmediato observo qué es lo que le sucede, el metal golpea la madera y cae en el lavabo. Algunas gotitas rojas comienzan a caer desde su dedo.

—¡Maldición!— reprocha. —¡Deberías tener más cuidado!— abre el grifo y lleva su dedo hasta el chorro de agua. Se cortó y está sangrando. Su buen humor parece haberse ido al mismo sitio que el agua, al drenaje.
Debo enmendarlo.
—No deja de salir...— dice preocupada.
Es mi oportunidad.
—Déjame a mí.
Tomo su mano, su dedo lo llevo directo a mi boca, el sabor metálico se esparce por mi lengua, ella palidece. Oh vamos nena, eres muy fuerte.
—Mantenlo arriba, iré por el botiquín.

Ella obedece y sus mejillas están más rojas que el tomate que cortaba. Agarro la pequeña caja que está sobre el refrigerador, por suerte Ririka había dejado una ahí también. Regreso rápido y saco gasas, un pedazo de tela (cinta), algodón y un parche. Limpio nuevamente su herida. La seco con el algodón y las gasas, pongo una doblada por la mitad y encima coloco el pedazo de cinta, sobre todo eso el parche para que la proteja aún más del polvo, de la tierra o el agua.

—No podrás usar tus dedos por un tiempo, que tristeza.
Ella baja la mirada.
—Tra...trataba de preparar el desayuno.
Oh, ¿a dónde se fue tu enojo? Anoche desbordaba mucha confianza ¿Qué a pasado ahora?
—Lo terminaré por ti, siéntate.
Ella a duras penas obedece esta vez ¿Acaso ya volverá su actitud rebelde?
—Buenos días, por cierto...— dice lanzándose hacía a mí para besarme —Siento mucho el cabezazo, en verdad me asustaste.
De acuerdo, ya estás cerca, si insistes, omitiré la comida para saltar directo al postre.

La rodeo con mis brazos, ella se sobre salta por el repentino movimiento. ¿Qué pasa linda? Quiero ver más de ti.

Buenos días— le respondo.

Paso los dedos por la delgada tela que separa su piel de la mía, el borde de mi camisa la cubre hasta la mitad de sus muslos. Vaya diferencia de estatura, quién lo diría. Su cabello está húmedo, tuvo que bañarse antes de entrar a la cocina. Aunque obviamente usó el mismo shampoo que yo ella huele diferente. Me apoyo en lo que está detrás de mí y coloco una de mis piernas entre las suyas, tan linda cuando está sonrojada. Talvez no debería ser tan descortés, quien pidió ir despacio está vez fue idea mía, sin embargo aquí estoy, perdiendo la cabeza solo por lo que lleva puesto ¿O por lo que no lleva puesto?

—¿Qué te parece comer junto al lago? Terminaré rápido con esto, mientras tanto ve por algo para poner en el suelo.

Bien, esto deberá tenerla alejado un momento. Y con ella, todos mis pensamientos para nada cuerdos. La suelto de mi agarre y ella se va en busca de lo que he pedido.

—No te cambies la ropa, te ves muy linda usando algo mío.

Basta, basta, la comida no se hará sola. Para mí suerte, mi abuela me enseñó a cocinar lo suficiente para preparar un banquete, unos simples sándwiches son pan comido. Aunque no son la gran cosa, preparar fideos llevaría algo más de tiempo, talvez haya ramen en algún lugar... No, para nada, talvez debería hacer huevos con tocino y ya está. Lo aprendí cuando estaba de viaje en el extranjero, tal vez Sayaka no los haya probado aún y termine gustándole. ¡Sí! Sería un buen complemento, beberíamos jugo de naranja y algunos dulces que hay en el refrigerador servirán de postre.

Quisiera mantener esta vida por siempre, no tener que preocuparme demasiado al punto de no dormir por dos noches o incluso más. Las cosas están a punto de volarme la cabeza y parece ser que no voy hacia ningún lugar. Las cosas dentro del edificio poco a poco se han estado saliendo de mis manos, hemos tenido bajas los últimos días y luchar en contra de los reporteros o incluso el equipo médico para evitar que se hagan públicos es algo realmente difícil. Ojalá fuera sencillo solo chantajearlos con dinero. Pero estos idiotas quieren algo que no logro comprender, me hacen perder las casillas y es muy agotador fingir que tengo la respuesta y solución para todo. Justo cuando pienso en tener algún indicio termino volviendo al mismo lugar, como si persiguiera mi cola y caminara en círculos. No quiero tener esta absurda vida, yo jamás la pedí, debo enmendar lo que mi padre dejó atrás para poder vivir cómodamente, de lo contrario toda mi vida estaré en completa agonía.

Un golpe en el suelo detrás de mi espalda me saca de mis preocupaciones. Sayaka a vuelto y a dejado caer una botella de agua.

No puedo permitir que ella sea arrastrada a mis problemas, quisiera mantenerla lejos pero de la misma intensidad, algo me hace querer tenerla cerca. Si decido tenerla conmigo debo asegurarme de protegerla, muchas veces me he cuestionado de si realmente sería buena haciendo eso. ¿Casarnos? Antes talvez fue demasiado apresurado, pero tenía mis razones claras, verla nuevamente, siendo libre, despreocupada, complementa diferente a la señorita Igarashi que conocí en Hyakkaou me hace perder la cabeza de una manera en la que me he vuelto adicta. Ella tiene lo que necesito para mantenerme firme, cuando estoy con ella siento que todas mis piezas están en su lugar. Mi opuesto perfecto encaja tan bien que incluso por una milésima de segundo o no importa el tiempo, siento como todo estuviera en todo debe de estar. Mi polo a tierra, mi mejor amiga, la mujer que he amado con tanta intensidad que me ha ahogado. Ella es lo único bueno que me ha pasado en toda mi vida. Y es por eso, que podría esperarla por miles de años más.

—He terminado por aquí, guardaré todo en una canasta y podremos salir, ¿Qué te parece? ¿No es esto lindo?

—Linda es lo que eres.

¿Por qué mi corazón ha dado un brinco?

—Cómo pude estar tanto tiempo lejos de ti.

Esta sensación, esta calidez, incluso solo con mirarla me dan ganas de llorar. Dejo todo lo que tengo en mis manos sobre la mesa y corro a abrazarla. Su corazón late tranquilamente, cuando la escucho me pone demasiado feliz, incluso luego de usar mi ropa y bañarse con todo lo mío, ella sigue manteniendo su olor y es demasiado embriagante ¿Desde cuándo soy una cursi novelista?

—Vayamos a fuera, se hace tarde.

Talvez no debería ser tan obvia, pero en verdad la necesito mucho.

Caminamos cerca del lago, el césped ha sido podado y los árboles nos dan buenas sombras para descansar debajo. Sayaka camina detrás de mí, mira maravillada por todas las direcciones, no muy lejos de la casa está el pequeño kiosco. Ayer tuve que hacerla camina en círculos para desorientarla mucho. Estuve conteniendo no reírme durante un rato, parecíamos dos niñas jugando en un patio de juegos.

Cerca de un árbol de cerezo, debajo de algunas de sus ramas, saco la manta que ella me dio y la coloco en suelo, pongo la pequeña cesta en medio y ella se sienta de un lado y yo del otro, sin decirnos nada comenzamos a sacar las cosas.

—Esto se siente como una cita. El lugar es lindo, me gusta mucho. Se ve completamente diferente durante el día y por la noche, incluso creí que el quiosco quedaba más lejos.

Casi escupía todo lo que había metido a mi boca, pero no por lo de la cita.

—Aunque ahora veo que mi sentido de la orientación no estaba tan equivocado.

—¿A qué te refieres?—
le pregunto levantando una ceja.

—Debimos caminar en círculos al menos dos veces...— la miro asombrada por el descubrimiento de mi travesura —Pisaste la misma rama en dos ocasiones— completa, llevándose un mechón de su cabello detrás de su oreja, como si estuviese orgullosa de lo que acaba de decir.

—Maravilloso, simplemente maravilloso ¿Cómo lo supiste?

—Tú acabas de confirmarlo, simplemente era una teoría mía.

Me dejó sin palabras ¿La pequeña ha crecido y ya no caerá más en mis juegos? Me gusta todavía y mucho más.

—¿Un poco de té?

—¿Amargo? Por supuesto.

La brisa empuja nuestros cabellos y levanta un poco su ropa. Ella se ruboriza e intenta cubrirse, aún es invierno pero pese a eso, algunos capullos de flores han comenzado a salir. Aún tengo dos cosas por pedirle, de acuerdo a nuestra apuesta de ayer. O al menos las tenía, anoche, cuando entramos a mi habitación, sin la necesidad de decírselo verbalmente le pedí que me concediera mi segundo deseo.

Incluso estando juntas sin hacer nada, es lo mejor que estar detrás de un escritorio firmando papeles.

—¿Qué te gustaría hacer más tarde?— le pregunto mientras ella está dando un mordisco a su sándwich.

—¿No deberías estar de vuelta al trabajo?

—Oh ¿Ya te hartaste de mí?— bromeo.

—N‐No, no quise decir eso... Es solo que no quisiera meterme e interrumpir en tus asuntos.

Créeme preciosa, eres mejor que todo eso a lo que llamas trabajo.

—Descuida, me tomaré el resto del día libre... Después de todo, solo estarás aquí unos días más ¿Cierto?

Ella traga con dificultad.

¿Cómo lo supiste? ¿Hay algo que no sepas sobre mí?— se sonroja.

Sí, las hay, pero no son cosas como estas, esto puedo saberlo sin mucha dificultad.

—Lo escuché por ahí.

¿Sigues hablando con mi madre?— ahora ella levanta una ceja y me mira impaciente.

Podría ser... Pero no fue ella y ese no es el punto— respondo mirando hacia arriba.

—¿Entonces?— dice ella, como si estuviese nerviosa, esperando por mis palabras para saber qué hacer. Puedo ver la expresión en su rostro, le teme algo.

—No quiero obligarte a quedarte todo el tiempo conmigo... Si tu deseo es volver, no puedo y no pienso detenerte. No tengas esa perspectiva de mí. Aunque te extrañaría mucho.

Solo quiero mantenerte a salvo. Estar cerca de mí (al menos por ahora) significaría estarte exponiendo. Pero no puedo decirle algo así... Ni siquiera yo sé lo que está pasando.

—No entiendo realmente lo que quieres decir, pero te agradezco lo que haces por mí, así que despreocúpate por nosotras. Siempre te he amado y siempre lo haré, no importa la distancia que nos separe... Podemos irnos de vacaciones juntas— ríe al final.

Se ha acercado demasiado al punto de sentarse sobre mis piernas... Está versión dominante y como si yo fuera la presa ¿Por qué se siente bien?

—¿Puedo besarte?— dice tímida, estando a muy pocos centímetros de mi cara.

¿Pero qué pregunta es esa?

—Si no lo haces me va a dar algo.

Mi mundo es demasiado complicado para ti... Haré lo que sea necesario para darte lo que mereces.

—Sayaka... Te quiero, mucho— Suelto entre sus labios.

Ella abre los ojos apenada, mis manos la han sujetado de sus piernas que están a los costados de mi dorso, así que ahora es imposible que ella se mueva de su lugar a menos de que la suelte... Pero siendo sincera, no quiero hacerlo. Me siento correctamente, apoyo un poco la espalda en el tronco del árbol detrás de nosotras y sujeto ambas de sus manos.

—Señorita Igarashi Sayaka... como último deseo y petición de acuerdo a nuestras reglas establecidas en nuestra apuesta, y aunque lo haya dicho ya pero ahora de una manera oficial... Tú, por favor, vuelve conmigo. Vayamos a más citas como está.

Rodea sus brazos en mi cuello. Una muy rápido respuesta y atrevimiento, en verdad nunca deja de sorprenderme.

Si ese es tu deseo, entonces no tengo permitido decir que no ¿Cierto?

—Si dices que sí, nada me haría más feliz que eso.

Sonríe victoriosa ¿Qué me has hecho? He caído bajo tus hechizos.

—De acuerdo... Entonces sí, y no porque sea tu deseo, si no porque en verdad quiero ir a más citas así.

—Entonces es un trato.


La beso de nuevo. Sostengo su cuerpo con fuerza y la recuesto sobre la manta dejándola debajo de mí. Mis manos se desplazan por debajo de la tela que separa su piel de la mía, comienzo abrir uno por uno los botones de la camiseta y justo en ese momento suena mi celular. Me maldigo internamente miles de veces por no apagarlo y también lo hago sobre la persona que ha marcado, de reojo miro la pantalla y está el nombre de Hinata. Me sobresalto y quitó de mi lugar favorito. Le he advertido que no me llamara a menos que sea algo estrictamente importante. Con todas mis fuerzas debo detenerme ahora y hacer caso, Sayaka se asusta y se sienta, casi al mismo tiempo que yo me estiro para sujetar mi teléfono.

—¿Qué ocurre?

—¿En dónde estás metida? Aunque no importa, no te muevas de donde estas, hay un tiroteo cerca del parque central, algunos de nuestro equipo se vieron envueltos... Incluso quienes trabajan en el edificio y salieron a almorzar están en medio de esto.

—¿Sabes dónde está mi hermana?


Por favor, que también se haya tomado el día y no haya salido corriendo al trabajo luego de leer mi mensaje de texto.

—Llamé a Aki, dice que sigue en su casa pero que una amiga ha ido a visitarla.

¿Pero qué? Ririka no envía ninguna visita a nuestra casa.

—¿Quién es?


—No lo sé, Aki no me dijo detalles...

Se escuchan algunos vidrios rotos y algunos gritos... ¿Qué rayos está ocurriendo?

—Esta es la forma en la que Kami Black anuncia que está de regreso, vicepresidenta, por favor no salga de todo está hasta que reciba una orden directa de mí— cuelga, dejándome con miles de ideas pasando por mi cabeza en este preciso momento.

—Más te vale sobrevivir— respondo a su contestadora.

Siento la mirada aterrada de Sayaka y un escalofrío invade mi espalda, me he dejado llevar demasiado.

Contigo siempre estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora