Capítulo 21

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Mary

No iba a permitirme perder. Y menos con unos débiles como ellos que me atacaron de espaldas. El tipo con el cuchillo en la mano lo sujeta con una enorme fuerza que pude ver que se le saltó una vena. Vi una abertura. Aún con las piernas sangrando, tomo impulso del suelo, a pesar de tener la cuerda en el cuello logro voltearme hacia atrás en un movimiento rápido, eso me costó casi todo el aire que me quedaba en mis pulmones. Él termina apuñalando a su compañero. Siento la cuerda aflojada y de inmediato me la quito. Él, descaradamente retira su navaja del pecho de su compañero tirado en el suelo. Yo a duras penas logro levantarme, con cada movimiento que hago mi sangre sale a chorros. Ya tuve suficiente de esto, pienso mientras que mi mano va nuevamente a la parte trasera de mi pantalón. Prefiero el combate a puño limpio, pero ahora no tengo opción, debo llegar a ese maldito segundo piso antes de que las cosas terminen. Esta vez el arma se desliza solo, lo aprieto con fuerza y pongo mi dedo en el gatillo. Él viene hacia mí pero se detiene cuando la bala sale disparado del cañón. Se acabó. Él cae de rodillas. La herida más profunda es en mi pierna derecha. Pero no tengo tiempo para perder. Guardo nuevamente mi arma y comienzo a duras penas a subir las escaleras sosteniéndome de los barrotes que en cualquier momento podrían romperse, perdí tiempo con esos dos soquetes. Pero no debo detenerme, debo seguir. Me tomé la molestia de traer esa cosa puntiaguda conmigo. Estoy casi cerca de llegar al segundo piso y los ruidos comienzan a escucharse aún más fuertes. Gritos, golpes, cosas rompiéndose, deben de haber tres o cuatro personas, el lugar es grande ¡Maldita sea! ¿No se le ocurrió correr a un lugar no tan lejos? Estaba comenzando a desesperarme.

Cuando por fin llego me doy cuenta de que ni siquiera hay una puerta, el edificio tiene buena estructura así que no se caería si hacemos algunos destrozos más. Lo busco con la mirada y me siento tranquila por fin, aquí está ese cabeza de poni.

—¡La ayuda ya esta aquí!— le grito y todos, en verdad todos voltean a verme. Talvez no fue buena idea hacerme notar.

Aoba está peleando contra dos tipos más, su amigo terminó en el suelo, no tengo idea de si está muerto, pero esto está siendo una pelea injusta. El lugar está lleno de escombros, así que como puedo me agacho para recoger un poco de polvo. Aoba está dando buena pelea, pero debo intervenir. Arrojo lo que tomé del suelo directo a la espalda de uno de ellos, meto la mano entre esos dos y saco a mi compañero de ahí, se queda a mi lado tosiendo mientras se limpia los ojos. Menos mal solo esta un poco golpeado.

—Diablos, estas echo puré— bromeo.

—No tanto como tú— me responde —¿No pudiste pensar en algo mejor? Incluso a mi se me metió tierra en los ojos.

—Ya deja de lloriquear, te cubriré la espalda, terminemos con estos tipos.

Todos en esta habitación son más altos que yo, en especial los que están vestidos de negro, Aoba es más alto por diez o quince centímetros, los otros idiotas talvez midan dos metros. No son para nada tontos, han roto un pedazo de madera y el otro trae un tubo de fierro. Por dios, cómo es que Aoba sigue vivo. Podría terminar con esto de una vez pero quiero divertirme. Hace tiempo no peleaba junto al cabeza de poni.

—¿Estás listo?— le pregunté.

—Más que nunca— me respondió tronando sus dedos y con una gran sonrisa. —Hagámoslo.

Corrimos hacia ellos, parecíamos dos niños riéndose y jugando en un patio de juegos, la diferencia era que si ellos nos golpeaban estábamos acabados. Me puse solo a la defensiva. Aoba iba enserio, quería que el capitán se luciera lo más que él pudiera, su subordinado solamente se desmayó, pude verlo toser cuando tire el polvo. Estará bien después, seguro solo lo noquearon de una patada. El chico con el que yo me enfrento es muy ágil, pero sostiene la madera de una forma extraña, por el momento solo me limito a esquivarlo, tampoco es que pueda usar mis piernas en este estado. Mis brazos son los más fuertes ahora así que debo de conformarme solo con eso. Está a punto de acorralarme contra la pared. Pero por desgracia para él, una madera en el suelo quedó justo debajo de sus piernas. "No tendrás hijos" me burle en su cara. Con la pierna izquierda pisé con fuerza la madera y esta se levantó chocando directamente con sus pelotas, soltó lo que tenía en las manos y bajó la cabeza, oh no, mala idea para él. Llevo mi puño izquierdo detrás de mi cabeza y con un pequeño brinco golpeo su mandíbula, él cae en el suelo. ¡Soy buenísima!. Me comienzo a limpiar la ropa y me doy cuenta de que los otros dos ya no están, se han ido al otro lado de la habitación. Se lanzan cosas para bloquear su visión y luego terminan agarrándose con puñetazos. Solo me limito a observar, él puede solo y ahora se a convertido un uno vs uno. Muy justo para mí. Me doy la vuelta para ver cómo sigue, creo que es Milko y si ya se recuperó, pero ¡oh sorpresa! ¿Por qué se empeñan en atacarme detrás a mis espalda? Gracias a mis buenos reflejos el tipo solo abanicó sobre mi cabeza, me arrodillo y dolió como un demonio. Me voy a desmayar por perder sangre, pensé.

—Tranquilo, piernas locas, no escuché cuando te levantaste— le dije desde el suelo. Hacia algún movimiento raro con los pies al moverse. Él retrocedió unos pasos y me paré lo más que pude, muchas punzadas atacaban mi pierna derecha y estaba aguantando no quejarme del dolor. —Supongo que debo ir enserio si quiero que esto termine.

Usando el terreno a mi favor, usé nuevamente la cortina de tierra y me moví rápido por el lado izquierdo, esquivo los ataques al azar que lanza y me hago a su costado. Con un puñetazo en la cara, directo en la nariz, termino dejándolo de rodillas. Esto me dolerá más a mí que a él, literalmente. Uso mi pierna derecha para apoyarme y con la izquierda le conecto una buena patada en la boca. Creo le tiré algunos dientes, terminó escupiendo sangre y desmayándose en el piso, bien, creo que ahora sí he terminado aquí. Me giré nuevamente para ver cómo seguía Aoba, pero lo que vi me dejó helada de pies a cabeza. Él estaba tirado envuelto de sangre junto al tipo con el que peleaba, me descuide por mucho tiempo y esto pasó ¿Pero cómo? ¿Quién?

Corro hacia él solo en una pierna y detrás de una de las paredes aparece un fierro dirigiéndose a mí, en especial a mi cara, logro cubrirme la cabeza usando mis brazos pero, el dolor es imperdonable, si hubiese usado solo un poco más de su fuerza pudo haberme roto los huesos, en su lugar, al parecer solo quería mantenerme lejos y no llegar ahí. Estaba cansada ya. He perdido mucha sangre y solo es cuestión de tiempo para que quede inconsciente. Me golpeé la cabeza con algo, por mi frente comenzó a fluir sangre ¡perfecto! Como si quisiera drenarme. Escucho pasos de una, no... talvez sean tres personas más. Miro la ropa y la insignia bordada en ella, los otros dos tipos con los que Aoba peleaba no llevan el mismo uniforme, si no salimos de aquí ahora mismo estaremos perdidos. Conozco muy bien el sonido de esos pequeños cascabeles que cuelgan de su oreja.

—Vaya, vaya... Veo que están divirtiéndose por aquí— dijo uno de ellos, esa voz la reconozco todavía, en especial ese ridículo peinado. Él iba apareciendo en medio de la habitación.

—Katsuma Kamikaze— dije arrodillándome en el suelo y sosteniendo uno de mis brazos. Todo mi cuerpo está adolorido. —Uno de las siete deidades de Kami Black, ya veo que el rumor era cierto, están de vuelta.

—Es agradable que aún sepan quién soy, y está bienvenida es muy gratificante— sacó el humo de su boca. Sostenía su cigarrillo con su mano izquierda, él es zurdo.

—Creí que solo actuaban bajo órdenes de su líder ¿Qué es lo que quieren aquí?— intenté levantarme pero mi pierna derecha ya no me respondía, estaba luchando por no desmayarse ahora mismo.

—Solo recuperamos lo que nos pertenece, el grupo de ese niño bonito son invasores aquí. Solo queremos ahuyentar a las plagas, si no ponen de su parte las exterminaremos.

Casi estaba llegando al límite, debía encontrar una forma de terminar con esto sin que siguiera peleando.

—Bien, dame dos días y por estos lugares ya no habrá nadie que consideres una plaga.

Aoba estaba comenzando a reaccionar. Gracias al cielo.

Katsuma se rascó la cabeza y le dio tres jaladas seguidas a su cigarrillo, sacó el humo y se puso de cuclillas delante de mí, observándome atentamente.

—Me agradas, aceptaré tu propuesta y por esta vez me iré pacíficamente...

¿Pacíficamente? ¡Idiota! ¡Involucraste a civiles en esto! ¡Dejaste medio muertos a más de la mitad de los chicos de Aoba! Corrí hasta aquí creyendo que él también moriría. Al menos Mark aún seguía limpiando su club después de anoche. Katsuma se levantó y junto con los otros chicos que entró se fueron. Reúno fuerzas y me levanto de inmediato, corro al lado de Aoba quien apenas abre los ojos, estaba mareado. Ha tenido algo de suerte, con lo que él estaba envuelto no era su sangre si no que era la del otro tipo con el que peleaba. Ahora debo de preocuparme por otra cosa más y es en como tratar de convencerlo para que saque a todos sus chicos de este lado de la ciudad, si le pido que los disuelva no lo hará fácilmente, aunque seria una buena idea, la mayoría de los ellos viven por esta zona y seria muy peligroso si vagan solos, pensaré en algo después. Ahora debo de concentrarme en que él pueda levantarse.

—¿Conoces a esos sujetos?— me dijo jadeando.

—Alguna vez los vi— le respondo. Levantó la cabeza, intentando pararse. —Quédate quieto por un rato... ¿Te golpearon la cabeza?

No lo recuerdo, talvez sí, o bueno no. Estuvo a punto de alcanzarme pero retrocedí.

—Me alegro que estés bien.

—Soy cómo una roca... ¿Los demás cómo están? ¿Se fueron?—
pudo levantarse y apoyar su espalda en la pared. Hago lo mismo y me siento a su lado.

—Estamos bien...— Le dije mirando al techo. —Por ahora...

—Espera, espera ¿Cómo que por ahora?

—Te lo diré después, debemos salir de aquí antes de que la policía llegue ¿Puedes caminar? Hay que llevarnos a todos los que no puedan, terminaron hechos añicos.

—Siempre andas con secretos ¿No es así?, puedo caminar, solo dame unos minutos. ¿Tu ardiente y sexi novia podría venir a recogernos? Quiero que ella trate mis heridas.

—Maldito, ¿acaso nunca pierdes oportunidad para burlarse de mí? No estamos saliendo... Al menos no de la manera en la que crees. Debería de llamar también a Mark, él podría ayudarnos, deben de estar mejor que nosotros ahí, las armas solo las usaron para asustarlos, todos peleaban a puño limpio.

—¿Eso crees?

—Los vi.


Cuando venía para acá, exactamente al edificio, mientras subía por la escaleras tuve una buena vista desde arriba, los chicos de Aoba tenia cierta ventaja y los disparos se hacían desde arriba. Pero no le apuntaban a nadie, a menos que su francotirador fuera realmente un asco. Murieron algunos, pero no quise decirle.

—No entiendo eso.

—Es fácil, Kami Black solo opera bajo órdenes de un capitán misterioso. Tampoco deberían usar siquiera el uniforme si él no lo permite.


—Eso eso sí que es un fastidio.

—¿Lo crees? Pienso que su líder podría ser un patético dictador. Ni siquiera puede mostrar su trasero en público. Algunas personas creen que cayó en prisión por la última pelea que tuvieron... Desde luego solo es un chisme urbano.


—¿Cómo sabes tantas cosas?

—Lee no es un hombre santo, lo conozco un poco mejor que tú, es todo. Además de que "salgo" con su hija, ella también sabe muchas cosas.


Sí, un maldito descarado que luego de acogerme comenzó a cobrarme su generosidad. Golpeándome y haciendo que entrenara hasta casi romperme los huesos. Incluso contrató a un maestro especialmente para mí, comenzó a llamarme "gatita" cuando tuvo la oportunidad de echarme en cara que todo lo que había conseguido en un año fue gracias a él. Sí, estoy agradecida, pero comenzó a tratarme diferente. Al principio creía que así debía ser, no tenía con qué pagarle además de mi cuerpo (eso decía). Un secreto que me había obligado a mantener (en especial con su hija) era que es muy adicto a ser un sádico. Yo podía pagar si dejaba que él experimentara conmigo, nunca tuvimos sexo. Nunca lo hemos tenido, él solo me humilla y termina dejándome muy golpeada, o eso era. Cada año iban disminuyendo. Llegamos a un acuerdo, y quedé libre de ese puesto. Otro secreto que mantiene (o al menos es lo que yo sospecho) es que es gay. ¡Increíble! ¿No? Puedo sacar provecho de eso cuando esté hablando con su hija.

—Cómo sea... Deberíamos irnos.

Ambos nos ayudamos a levantar del suelo. También a duras penas pudimos bajar por las escaleras. El chico que se desmayó también despertó luego de un rato pero estaba aturdido, tuvimos que llevarlo casi cargando hasta abajo. Cuando llegamos al suelo firme, todos estaban comenzando a reunirse donde nosotros estábamos. Me di cuenta de que faltaban algunos, al principio creí que no estaban presentes antes de que todo comenzara. Pero cuando los chicos dijeron que ellos no pudieron lograrlo, Aoba entendió. Cayó enfurecido y juró vengarse. Sentí una punzada al recordar lo que debía hacer. Iba a hablar, iba a decirlo en seco delante de todos, pero las sirenas de la policía comenzaron a escucharse más cerca. Todos los que no estaban muy maltratados se ayudaron mutuamente y tomaron caminos separados para no ser vistos. Nada cambiaría, la gente no vería a gente herida, ellos verían a delincuentes juveniles, criminales "teniendo su merecido". Me separé de ellos. Aoba se fue con uno que estaba casi delirando y yo me fui en busca de mi R6. Estaba muy aliviada al encontrarla tal como la había dejado. Fue muy difícil montarla y aún peor manejarla solo con una sola pierna. Pensé en ir a mi departamento, pero no veía a Chunin desde anoche así que fui directo a su casa. También tenía las llaves. Deje estacionada mi moto afuera, en el andén. Me limpié los zapatos, abrí la puerta y al entrar dejé mis zapatos en la puerta. Estaba todo en calma, la llamé dos, tres veces y no me respondió. Fui a su habitación y escuché ruidos. Preferí no entrar, y como si fuera una invitada toqué la puerta. Me respondió con un agitado "espera ahí". Me fui al baño, bajé el botiquín de la parte de arriba de su espejo. Me deshice de mi ropa toda manchada y comencé a limpiarme. Mi pierna estaba matándome. Al poco rato escuché tres golpes en la puerta y abrí. Era ella, solo traía un camisón que la cubría hasta arriba de sus piernas. Detrás de ella vi salir a un chico moreno, nada especial, no se me hizo guapo. Cuando él cerró la puerta, ella entró conmigo.

—Déjame ayudarte con eso— me dijo. Sí, esto era lo que Aoba "envidiaba" de mí.

—Yo puedo sola— le respondí de mala gana. Nuestra "relación" claramente no era normal. Pero ella insistía en que estaba bien.

—Bueno, como quieras— me contestó de la misma forma y se fue.

Sabía primeros auxilios, sabía curarme a mi misma, no necesitaba la ayuda de nadie. Aunque sí necesitaba que alguien me prepara algo para comer. Llamé a Nancy, una del personal de la casa y gracias al cielo vino en mi ayuda.

—Saotome-san...— me dijo tranquila desde fuera del baño.

—¿Podrías prepararme algo para comer? Estoy que me muero.

—¿Qué se le ocurre?—
me contestó.

—Lo que sea, no soy quisquillosa.

Se fue. Yo seguía limpiándome como podía. Terminé bañándome. Cuando salí, lo hice en bata y casi parecía novia con tantas vendas en mi cuerpo. Me puse marches médicos que traían analgésicos, no necesitaba ir al hospital, siempre podía lidiármelas sola. Nancy me llevo la comida hasta el sofá. No avance más, no di ni para llegar a la habitación. Es más ni quería hacerlo, quién sabe de que cosas estaría manchada la cama. Comí como si no lo hubiera echo en días, me quedé tumbada ahí mismo hasta que Nancy apareció otra vez para llevarse los platos. Chunin salió minutos después.

–¿A dónde vas?— le pregunté. Claro, hoy estábamos peor que otros días.

—Debo trabajar, Mary ¿Lo olvidas? Mi padre me dejó su horrible trabajo. No me esperes, regresaré tarde.

—¿Te verás con ese chico de nuevo?—
le pregunté, sabía la respuesta, aún así quería escucharlo de ella.

—No lo sé, talvez— me respondió. Lo que significaba que tendrían dos o tres polvos más.

¿Qué podía decir? Ella dice que "está bien, puedes hacer lo mismo" ¿Qué carajos significa eso?

Ella se fue. Nancy corrió a limpiar la habitación y yo comencé a vestirme en la sala. No es como si me preocupara que me viera. Ella estaba ocupada en limpiar. Me tomé algunos analgésicos para el dolor y ya estaba casi como nueva. Nancy estaba ocupada ahí dentro, estaba poniéndome los pantalones cuando ella de apareció con una carpeta negro en su mano, me miró por unos segundos y apartó la mirada.

—La señorita ha olvidado esto...— dijo haciendo énfasis en "esto".

Terminé de aprovecharme los botones ¿Quería que yo hiciera algo? Me daba igual, que se diera cuenta y que regresara a casa por su cuenta.

—Por favor ocúpate de ello. Me voy— le dije, tratando de sonar lo más amable posible. Ella debía soportarnos a nosotras en casi las 24 horas, pobrecita. Me voy para darle un descanso de todo nuestro drama.

Me fui directo a Better. Durante el camino pensaba en cómo iba a decirle a Aoba que debían irse de esos barrios. Nada de lo que planeaba terminaría bien si le decía. Pensé en preguntarle a Mark que haría él, pero de seguro está ocupado. Llegué y parque en el estacionamiento trasero. Entré y fui directo a una mesa, estaba casi vacío. Era entre las 6 y 7 p.m. Vi a Mark hablando con algunos hombres vestidos de negro, sus guardias de seguridad. Andaba hablando y ofreciendo bebidas a quienes estaban alrededor. Bajaba y subía los pisos, parecía nunca cansarse. Estuve sentada ahí solitaria por dos horas, él no me había notado, y como hacerlo. Cuando el reloj marcó las ocho el club comenzó a llenarse de a montones. Hasta que él apareció. Llevaba su chaqueta negra favorita con un dragón rojo en una de sus mangas. Camisa Blanca debajo, pantalones un poco holgados y unos converse negros. Su tatuaje de una serpiente de dos cabezas cubría hasta la parte trasera de su oreja. Sus perforaciones y su cabello de poni lucían bien y lo hacían ver un chico malo. Me pude un poco nerviosa e intentaba que no me viera. Pero fue inútil, desde el momento en el que cruzó la puerta de dirigió a mí.

—Aún no sanas del todo y ya estás bebiendo— me dijo y se sentó en la silla de enfrente.

—Esto no tiene alcohol— le respondí alzando mi vaso.

Él habló a Mark para que le sirviera un trago. Nos reunimos los tres y hablamos un rato. Mark dejó a cargo a un chico castaño hasta las pestañas como barman y de sentó a la mesa con nosotros. Despreocupado y muy relajado, como todos los días. Aunque ya comenzaba a notarse unas pequeñas bolsas debajo de sus ojos. Aún así nunca dejaba de ser un extrovertido. Nuestras conversaciones eran de todo tipo de temas, íbamos bien hasta que recordé lo que debía decirle, él cambió a otra cosa, pero yo ya sentía la comezón y urgencia de hablar.

—No sería una sorpresa si Mary ya no durmiera en su casa— dijo Mark. Lo miré por unos segundos. No lo estaba escuchando.

—Claro, se ha tirado a la mitad de tu clientela... No sentiría la ausencia de la pequeña Chun— respondió Aoba. Al mencionar su nombre entendí a lo que iban. Estaban hablando de mí.

—No me he tirado a nadie— respondí en defensa.

—Claro que sí, te hemos visto— dijeron casi al unísono.

—Nunca ha habido mucho más que unos simples besos...


—Ahí está, eso también cuenta—
contestó Aoba.

—¿Podríamos dejar de hablar de mí? Hay algo que quiero decirles, en especial a ti— lo señalé, Mark lo miró y levantó ambas cejas.
—Debes alejarte de la zona del centro.
Le dije sin mirarlo.

Chasqueo la lengua y se bebió lo que quedaba en su vaso de un solo trago.
—¿Qué? ¿Por qué debería?

—¿Todavía lo preguntas? ¡Estuvieron a punto de matarte a ti y  muchos de tu gente fue herida, algunos murieron también! ¿No lo entiendes? Tuve que decirles que yo misma...

—Basta— me interrumpió. —No importa lo que digas, la mayoría de las familias de todos los que me siguen viven ahí, más que cualquier otra cosa nosotros tenemos algo que proteger. Por eso no nos vamos a mover. Además, sobre aquellos que murieron... -Apretó los dientes-  De ninguna manera voy a perdonarlos.

Su determinación era muy grande, estoy segura de que no iba a poder hacer que cambie de su decisión. Comenzaba a sentirme molesta.

—¿Vas a dejar que todos mueran? ¡Hablamos de Kami Black! Has escuchado los rumores acerca de ellos...

—Son solo unos malditos rumores, tú misma lo dijiste. La era de Kami ha terminado, está es nuestra era. Hasta donde sé su líder no ha aparecido, sin él no son nada más que personas como nosotros, si quieren sacarnos de ahí... No sé la dejáramos tan fácil. Seremos delincuentes, pero no asesinamos personas como ellos suelen hacerlo. No somos como ellos, no somos gente mala.

—¿De qué hablas? Eres quién hace los trabajos sucios de Lee— contesté tratando de calmarme.

—Al igual que tú. Y te conozco, eres una buena persona, no eres... no somos como ellos— hizo una pausa para encender su cigarrillo. Mark estaba sentado en silencio, simplemente escuchando. —Un día ya no serviré a Lee, viviré por mi cuenta, quién sabe, incluso talvez trabaje para Mark o quizá tenga mi propio negocio— sacó el humo y sonrió cerrando brevemente los ojos.

—Volverán en dos días... Solo no quiero que algo te pase.

—Talvez yo tenga una idea...— Dijo Mark por fin. —Pero seguro que no te gustara, Aoba.

—No importa lo que pase, no retrocederé. Prometí cuidar de todos los que pueda y si son todos es mucho mejor.

—Un sola palabra: Kanda.

Aoba casi escupía lo que había metido a su boca. Yo sabía muy bien lo que Mark intentaba decir, y aunque en algún momento pensé en considerarlo, sabía que él no estaría de acuerdo. 






Me tomé las vacaciones muy enserio, a partir de hoy se reanudan las actualizaciones!

Contigo siempre estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora