Capítulo 17

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Sayaka

Bailamos más, comimos, descansamos lo necesario para luego ir junto al lago y volver, no tenía ni la menor idea de que hora era exactamente, nos besamos, hablamos, reímos, admiramos el cielo, nos contamos chistes. Perdí la noción del tiempo, me he dado que eso pasa a menudo cuando estamos a solas. Somos nosotras dos, solo nosotras en medio (literalmente) de la nada, acompañadas la una de la otra. Hasta hace poco pude revisar mi teléfono, los ojos casi se escapan de mi rostro al darme cuenta de la hora que es.

—Son las cuatro de la mañana... Kirari, deberíamos irnos— levanto rápido la mirada encontrándome con su cara.
—Lo sé, lo sé, quería quedarme aquí un poco más ¿Te ha gustado este lugar?— encoge sus hombros y se sienta a mí lado.
—Es muy lindo, tiene potencial, el quiosco eleva lo cotidiano a la categoría de extraordinario.

Guardo el teléfono. Mi última frase la he citado de un libro, esperaba algún día usarla y hoy por fin se cumplió mi deseo. Kirari repitió la misma frase para si misma, luego murmuró "mmmhm" como si estuviese analizándola, luego no dijo nada más. Simplemente sonrió. Una ráfaga de viento nos interrumpe e involuntariamente cubro mis brazos con mis manos, ella lo nota, se quita el saco y lo coloca en mis hombros. Aprieto la tela ahora adherida a mi cuerpo para evitar que se resbale al suelo y le agradezco.

—Te dije que ha sido mala idea que te quitaras el abrigo.
—Bailar me dio calor.
—No debiste quitártelo si luego sentirías frío. Aún así lo has hecho excelente a pesar de tener dos pies izquierdos.

Auch, un golpe bajo. Estamos sentadas al borde de las escaleras. La luna apenas brilla entre las nubes, está comenzando a nublarse, no sería apropiado que nos quedáramos aquí.

—Debemos irnos, quizá llueva otra vez.
—¿Eso crees? En ese caso, quiero mostrarte una última cosa.

Se pone de pie. Va hacia la mesa y de algún lugar saca un pañuelo. Regresa hacia a mí y me tiende la mano ¿Debería? ¿Qué es lo que está pensando ahora? Tomo su mano con la mía y me levanta, de la misma manera me da la vuelta y quedo delante de ella. De pronto se hace en mi espalda y levanta los brazos poniendo el pañuelo en mis ojos. Una cosa lleva a la otra y en segundos estoy completamente privada de la vista, trato de afinar el resto de mis sentidos para anticipar lo que sucede pero es muy complicado.

—¿Confías en mí?— me pregunta mientras aún está detrás sujetando y haciéndole un nudo al pañuelo.
—Por... por supuesto— siento un repentino cambio en su esencia.

Kirari pone sus manos sobre mis hombros y puedo sentir su respiración acercarse. Un escalofrío inunda mi cuerpo cuando siento que deja un beso en mi cuello.

—Bien, vayamos entonces.

En la misma posición, ella me empuja despacio para indicarme por donde debo ir. Su agarre es firme, por suerte me he vuelto a colocar los zapatos. Al parecer vamos en línea recta, todo está obscuro y no puedo ver nada, lo único que apenas puedo distinguir es la lámpara que ella lleva consigo para iluminar el camino.
"Hay una rama al frente, agáchate"
"Una roca, levanta el pie izquierdo"
"Camina más despacio"
"Tranquila, ya casi llegamos"
¿Es imaginación mía? Su tono de voz se ha vuelto más autoritario. Comenzamos a bajar la velocidad, Kirari había sido muy precavida, el camino al parecer estaba lleno de obstáculos, si debo adivinar, talvez hayamos caminado dos o tres metros, al ir con demasiado cuidado debió parecer mucho más. Puedo sentir que se mueve detrás de mí.
—Espera aquí, te diré cuando debas quitarte la venta— dice y escucho como sus pasos se alejan.

Crak, crak... Si mis oídos no me fallan, debe ser el rechinar de madera, solo hay dos opciones, pudo haber pisado la rama de un árbol o ha subido alguna escalera. La segunda opción es más viable, luego también sus pasos se escucharon más fuertes como si pisara algo duro. En instantes luego se pudo escuchar un tik, a través de la venda entendí que se trataba de una luz, veo algunas sombras pero nada es claro todavía. Sus pasos comienzan escucharse más y más de cerca, está regreso, sus zapatillas golpean la madera del suelo y luego cae en la tierra.

Contigo siempre estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora