"Despertar"

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"Una luz cegadora, un golpe sordo, dolor y luego oscuridad..."

Abrí los ojos de golpe, desorientada después de aquella pesadilla, tome asiento en la cama, tenía los huesos agarrotados como si hubiera dormido durante un largo periodo de tiempo. Entonces caí en la cuenta; rodeada de una habitación blanca me encontraba echada en una cama amplia, mire mis muñecas, y sobre ellas salía un delgado tubo que se conectaba a una máquina, la cual emitía un suave bip cada dos segundos, al lado de ella un tubo largo de metal sostenía una bolsa de suero. No eran buenas noticias. El pánico se apoderó de mí tan pronto intenté recordar qué había pasado, quise ponerme de pie, pero de repente alguien me tomó de los hombros, e intentó tranquilizarme con un abrazo.

—Quieta, quieta, mamá está aquí, no tienes de que preocuparte mi niña. Gracias a Dios despertaste, de ser lo contrario no se que hubiera hecho—. Dijo soltando un sollozo.

—¿Mamá? Disculpe pero yo a usted no la recuerdo— Me deshice de su abrazo para mirarla de frente. Ella era de aproximadamente treinta y cinco años, cabellera castaña agarrada en una coleta, cejas pobladas, detrás de sus largas pestañas, unos ojos cafés, labios gruesos y de contextura delgada. Tenía una pinta de no haber dormido bien durante días—. No recuerdo nada...

Un señor de bata blanca entró a la habitación, doctor a simple vista, se acercó con paso ágil hasta la cabecera de mi cama y con una sonrisa empezó a examinarme, apartando a la mujer que decía ser mi madre, a un lado.

— ¡Ritania! Bienvenida, eres una jovencita muy afortunada, el accidente que tuviste no afectó mucho en tu salud— ¿Accidente? ¡Oh no! ¿Pero qué había pasado? El doctor vio el pánico en mi rostro y contestó en voz alta a las preguntas no formuladas — Saliendo del colegio tuviste un accidente de tránsito; cruzaste sin darte cuenta en frente de un auto, el cual por suerte frenó a tiempo y no te golpeó con la fuerza suficiente como para matarte, el conductor te trajo al hospital y costeo todos los gastos. Ahora tienes algunas contusiones y golpes, nada grave así que te recuperaras. Tu estancia en este lugar será hasta dentro de dos días, hasta que tengamos los exámenes, así que puedes estar tranquila.

¿Tranquila? Tengo muchas cosas que asimilar, empezando de ¿Cómo diantres terminé frente a un auto? Y ¿Por qué no puedo recordar nada? Uff tengo dolor en la cabeza y mareos, no puedo evitar hacer una mueca de disgusto por mi estado.

— Doctor, ella no me recuerda — Mi madre, interrumpió mis cavilaciones.

— ¿Es eso cierto? — preguntó, asiento— Es normal en personas que han tenido golpes de cabeza, no es algo de lo cual deban preocuparse, no te fuerces a recordar, ya que eso generara jaqueca y sería más tedioso para ti. Ritania necesito que te relajes y tomes todo con calma. Y por si en un caso te preocupa, ella es tu madre y espero por días a que despiertes, no perdió la calma ni por un segundo.

— Está bien— tenía seca la garganta y en estos momentos quería beber un vaso de agua— lo siento... mamá, no te recuerdo pero lo intentaré — le sonreí en un intento de que no se entristeciera.

— Te ayudare a recordar, aunque no lo sé todo exactamente sobre ti, haré el esfuerzo de iluminarte.

— Bien, ahora supongo que quieren tiempo a solas, tienen mucho que conversar y mucho por recordar, permiso, que te recuperes — Movió la mano a modo de despedida y se retiró.

— Gracias— mi madre y yo hablamos al mismo tiempo, luego ella continuó— Tranquila mi niña saldremos de esta.

Los días ahí fueron eternos, si no me hubiera puesto a jugar con los ascensores y patinar secretamente con medias en los pasillos hubiera sido una absoluta tortura. Al salir del hospital seguimos todo el protocolo desde la revisión de los resultados de rayos X, hasta los exámenes de sangre. Tenía en mano una caja con obsequios, peluches y tarjetas con varias dedicatorias de amigos a quienes no conozco pero a los cuales agradeceré de corazón en su momento. Estaba ansiosa por salir de este lugar y aunque no sabía a dónde, resultaba reconfortante saber que tengo algo allá afuera.




EfervescenciaWhere stories live. Discover now