"Estados"

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Dante

Y aquí me encontraba, en la casa del mejor de los amigos del mundo, la de Eliot —nótese mi sarcasmo—. Mi plan no había sido venir el día de hoy, pero tuve que aceptar porque estos chicos me arrastraron acá, me habían informado de que habría una fiesta en la casa de este sujeto, no recibí invitación alguna y no la esperaba tampoco.

Todos llegamos en mi coche, como si no fuera suficiente, para mi sorpresa la fiesta parecía una de esas para cualquier chico, música, bebida y lugares donde cogerse a alguien sin que te vean públicamente, para cualquiera menos para mí, prefería estar en otro lugar que en este. Lo primero que hice fue buscar la cocina, quería un vaso de agua, —no me juzguen— me gusta tomar uno antes de consumir cualquier cosa, un hábito que no sabía de dónde lo había sacado. Estaba mirando distraídamente la mesa de bebidas mientras me dirigía a mi destino cuando no voy y me choco con un idiota.

—Disculpa —respondo al instante.

—Lo siento yo — da la vuelta, la atmósfera se vuelve pesada, ¡maldito karma! ¿Qué hice? Con quien había chocado no era nada más ni nada menos que con el estúpido y principesco Eliot Lewis— Bienvenido Renegan —su voz denotaba un aire irritado, su expresión era totalmente lo contrario.

—Gracias —respondí asintiendo y seguí mi camino.

En la cocina había una chica morena, estaba de espaldas a mí. Pase por su lado sin darle importancia y fui hacia el lavabo, creo que estaba ebria porque al ponerse de pie parecía sin equilibrio ¿Por qué las chicas terminaban en ese estado si no sabían beber? O si lo sabían ¿Por qué hasta ya no poder? Ella estuvo a punto de darse un porrazo en la cabeza si no la detenía. Me quedé helado de estupefacción cuando vi que aquella chica morena era Ritania.

— ¿Ritania? ¿Qué haces aquí? —no podía dar crédito a lo que estaba viendo, maquillada, de vestido y ebria.

— ¡Vaya! El príncipe azul llegó, como siempre a tiempo. ¿Acaso me estas siguiendo Dante? ¿Sabes que te puedo denunciar por acoso? —Hago el intento de sentarla de nuevo.

—Creo que deberías volver a casa —Intente sonar razonable, no podía dejarla sola en ese estado, podrían hacerle algo... Además no podía articular bien las palabras.

— ¡Oh! No seas aguafiestas, la noche es joven... Además quería una gaseosa, ¡vamos a buscar la gaseosa! —Intentó ponerse de pie de nuevo, pero casi se cae de bruces otra vez, la sostuve, eso dio paso para que nuestras miradas chocaran... Tenía unos hermosos ojos, hipnotizantes...

— ¿Sabes que tienes unos hermosos ojos? Dime que ocultan —Sonrío. Eso me tomó por sorpresa, era como si estuviéramos pensando en la misma cosa, como si estuviéramos sincronizados.

—Te llevaré a casa, vamos, es suficiente por una noche. Dime ¿Por qué tomas si no lo sabes hacer? —La reprendo.

—Me obligaron, yo no quería pero ya sabes, no puedes decirle que no a tus amigas... Espera... ¿Dijiste llevarme? No me iré contigo a ninguna parte, seguro quieres aprovecharte de mí, eres un mujeriego al fin y al cabo —Su humor cambió de golpe— No entiendo porque me llegaste a gustar, todo fue por tu culpa —Gritó y se desvaneció. ¿Me había hecho una confesión? ¿Qué rayos estaba pasado?

Decidí dejarlo pasar y me apresure a levantarla. Me tope en el camino a Gaby y le dije que llevaría a Ritania a su casa, creo que no le sorprendió porque solo me dijo —Solo deja quieta tus manos y controla tus hormonas—
Cuando llegamos intente hacer el menor ruido posible, nadie podía verla así, quién sabe si después las malas lenguas hablaban. Aparque en mi casa y luego con sumo cuidado intenté levantarla del asiento.

EfervescenciaWhere stories live. Discover now