Capítulo 16

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Agatha

- ¡Joder mamá te he dicho que no! -le grito fuertemente a mi madre.

- ¡Agatha María Luna no me grites más así!

Mi nombre completo, mala señal.

- ¡Ya te lo he dicho, no me voy a ir de la ciudad contigo y con tu estúpido novio! ¡Te puedes ir tú pero yo me quedo aquí!

- Eres mi hija y aún eres menor de edad, haces lo que yo te diga.

- ¡Pues no pienso hacer nada! Tengo aquí todo lo que necesito, mis amigos, mi casa y a mi padre. ¡No me vas a quitar eso!

Camino hacia la puerta de entrada.

- ¡Agatha vuelve aquí ahora mismo! -me dice mi madre desde la sala muy molesta- ¡Agatha!

Mi nombre es lo último que escucho de su boca antes de salir y cerrar la puerta de un fuerte golpe.

¿Joder por qué mi madre estaba empeñada en alejarme del lugar en dónde siempre he sido feliz?

No tenía idea a dónde me dirigía en estos momentos, bueno, si sabía, mi mente guiaba mis pasos sin yo ni siquiera ordenarlo. Caminaba al lugar dónde tenía a mi fuente de apoyo, papá.

Una vez más la entrada al cementerio me veía llegar, ésta vez las lágrimas en mis ojos no eran causadas por la persona a quién visitaría, si no por la situación que me había traído hasta aquí.

Me paro en frente de dónde está escrito el nombre de mi padre, aquí lo sentía presente.

- Papá -lágrimas corren sin cesar- No me quiero ir de aquí, este es mi lugar, nuestro lugar. En esta ciudad crecí junto a ti, no puedo alejarme de todo lo que tuve en mi vida por un simple capricho de mi madre.

Sabía que mi padre no me estaba escuchando, pero me gustaba creer que sí, al menos sentía que me desahogaba. Mientras más le hablaba más se debilitaban mis pies, al punto de caer de rodillas contra el suelo.

- Me haces tanta falta papá.

Cubro mi cara con mis manos hasta que una dulce voz me habla a mis espaldas.

- No llores ángel.

Esa palabra, esa voz, era él. No sé cómo lo hacía, pero siempre aparecía cuando más lo necesitaba.

Me giro para verlo y ahí estaba de pie el chico de ojos miel, con sus manos en los bolsillos mirándome mientras estoy en el suelo.

Seco mis lágrimas con mis manos.

- ¿Chris? - como si no supiera que era él, le digo con voz confundida.

El chico se agacha y queda en el suelo conmigo, me mira fijamente y con su dedo me quita una lágrima que caía.

- Estoy aquí para ti. Ven vámonos.

No lo pensé dos veces. Solo tomé su mano para levantarme. Claramente necesitaba a alguien en estos momentos. No tenía fuerzas para hablar, solo quería sentir un cálido abrazo de su parte.

Chris me lleva hasta afuera del cementerio, caminamos unos metros y acabamos sentados en la acera.

El chico me mira preocupado pero no dice ni una palabra, yo lo miro también y tampoco sé que decir. Finalmente es él quien se decide a romper el silencio.

- ¿Que ha sucedido? -pregunta con un bajo tono.

- He peleado con mi madre, sigue con la idea de irnos el próximo año de la ciudad. También sigue sin escucharme, no le importa lo que pienso.

- Las madres a veces son molestas lo sé, pero siempre quieren lo mejor para nosotros.

- Ella no entiende que lo mejor para mí es quedarme aquí -doy un suspiro- En fin, salí de casa para poder olvidarme de ese tema por un rato.

El chico se queda unos segundos en silencio y se gira para quedar frente a mí.

- Lo siento mucho.

Su mirada se vuelve inocente. En el fondo sabía a qué se refería, dejarme sola la otra noche y luego no hablarme en días no fue muy maduro de su parte.

- Fui un idiota aquella noche, no supe cómo actuar, fue algo que me tomó de sorpresa.

- Te entiendo, no te preocupes, ya eso pasó. No sé cómo lo haces pero siempre apareces cuando más te necesito.

- ¿Entonces admites que me necesitas?

Yo sonrió y lo miro.

- Pues sí. Creo que el papel de ángel se ha invertido.

- Tu siempre serás mi ángel pequeña.

Le doy una sonrisa de lado, mis cachetes se sonrojan.

- Te extrañé ¿sabes? -me dice haciendo que me sonroje aún más, mierda.

- Yo también te extrañé Chris.

El chico se me queda mirando y veo lo brillante que son sus ojos. Desvía un momento la mirada para sacar algo de su bolsillo, era su móvil y un par de audífonos.

- ¿Te gustaría escuchar música conmigo por el resto de la tarde? -dice el peli castaño dándome uno de los audífonos.

- ¿A caso es una propuesta?

- Así es, yo soy la letra y tú eres la música. ¿Qué sería de la letra sin su música?

Sonrió, siempre conseguía hacerme sonreír, maldito chico encantador, de alguna forma cada vez que lo tenía a mi lado me sentía más extraña cuando lo tenía cerca de mí, era una sensación tan inexplicable.
¿A caso así se sentía enamorarse?

Tomo el audífono y lo coloco en mi oído, el se pone el otro y da play a la música.

Comienza a sonar una canción que desconocía, pero sonaba tan acorde al momento que vivíamos que eso hace que pose mi cabeza sobre su hombro.

Me encantaba lo que estaba sucediendo, éramos solo él y yo, escuchando música sentados en la acera.

Cómo mismo le dije antes a él, Chris se había convertido en mi ángel, mi compañía, ya no lo veía como un amigo solamente, era más, y quería saber en qué más podría llegar a ser.




NOTA: El capítulo de hoy fue cortito pero necesitaba que estos dos se vieran ya. También ya estaba tardando en actualizar jjjjj los quiero a todos los que leen esto.







Para Siempre © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora