01:00

4.5K 444 37
                                    

Tn sabía que debía encontrar un buen argumento para salir de esta situación. Pero estar tirada en el piso, petrificada por ver a una de las más terribles pero admirables bestias, no ayudaba en nada.

—Dejame vivir, y-yo, tengo jamón! Te lo daré si me liberas —Una respuesta muy creativa, pero tonta.
—¿Qué crees que soy? ¿Un gato? — el demonio agarro a nuestra encapuchada del brazo, levantandola de un tirón — Mira pequeña niña, yo no como humanos— la acercó más a él, su respiración chocaba en la cara de la pobre chica.

Antes de poder responderle, un gemido de dolor llegó a los oídos de la encapuchada. Con el corazón paralizado giró la cabeza, ¡Había sido el dragón! ¿Acaso esta herido?

—Amm, tu dragón... ¿Está herido? — la voz le salió algo temblorosa, si estaba en sus manos ayudaría al dragón... Y luego escaparía lo más rápido de aquel valle.
—¿Por qué? ¿Puedes ayudarlo? — El chico demonio la había soltado, aquella chica ¿podría ayudar a su dragón? ¿O solamente estaba diciendo mentiras para liberarse del ataque? Lo cierto era que llevaba ahí dos días, esperando que alguna bruja o curandera pasará por ahí, talvez podría ayudar a su dragón... Pero ¿Una simple humana podría ayudarlo? — Tiene una pata herida.

La encapuchada se dirigió hacia la pata derecha del animal, que era la que señalo el demonio. Esa no era una herida cualquiera, parecía más una mordedura muy salvaje, era algo profunda e incluso puede que se haya infectado un poco.

—Le colocaré pañuelo para cubrir la herida, pero no traigo nada que podrá curarlo. Necesito ir a la aldea por medicamentos. — dijo la azabache mientras examinaba la herida — pero necesito ir a cuidar a mi abuela. Te dejaré instrucciones para que compres lo necesario y luego lo apliques.

El demonio se tensó un momento, luego frunció el seño, ¿Acaso esa niña no escuchaba nada?

— Supongo que no podré ir, los semi-demonios no son bienvenidos en las aldeas humanas. — Oh, eso explicaba muchas cosas, por ejemplo, el por qué el era atractivo y tenía forma humana, ya que según la mayoría los demonios no poseían características humanas.
—Bien, entonces iré yo-— dijo mientras se limpiaba la parte trasera de su capucha, lista para irse.
—Espera, ¿cómo sabre que no lo dices solo para escapar? — La chica retiro la capucha roja, dejando ver un vestido corinto y blanco, nada nuevo, era como los de las demás aledanas.
—No escaparé — aseguró con mucha seriedad — Esta es mi capucha favorita. No la dejaría aquí abandonada, así que tómalo como una garantía. — finalizó mientras le ponía la gran capucha al dragón.
—Bien, ya que te mostraste un poco, como se dice... ¡Amable! Aja, yo podria ir a casa de tu abuela. Y tu por los medicamentos... — La chica quedó petrificada, no había problema alguno en eso, pero dejar que un semi-demonio cuidara de su abuela no era una de las mejores ideas.— Por cierto, ¿dónde queda?

Decirle a un demonio donde estaba la casa de su frágil abuela, le dolió el estómago de solo pensarlo. Pero al pobre dragón solo le quedaban un par de horas antes de entrar a un estado grave.

—Bien, deberás ir a lo más lejos del bosque y luego en un árbol muy grande. Justo atrás de el se encuentra la casa de mi abuela. Pero será mejor que no entres o algo por el estilo, solo observala. — dijo mientras sentía a la gran bestia respirar con dificultad en su espalda.

Sin esperar una respuesta agarro su canasta y corrió de vuelta al sendero.
Al voltear la vista, el demonio ya no estaba...

...

—Hola Kinoko— Kinoko era la chica más cercana a Tn, y no por el hecho de ser amigas, más bien era porque ella atendía la farmacia.

La madre de Tn trabajaba en otra aldea, desde chiquita Tn había pasado mucho tiempo con si abuela, que aunque en esos tiempos era más joven, no siempre podía cuidar a la niña, así que desde pequeña se supo cuidar, pero como todos los niños, tuvo caídas, golpes e incluso lesiones; por eso sabía exactamente qué se debía hacer ante algún tipo de golpe.

—Hola Tn, hace tiempo no pasas. Me imagino que querrás lo de siempre.-— pregunto mientras llenaba una bolsa de hierbas medicinales, alcohol y vendas. — Ya esta listo!
—Gracias Kino —dijo mientras recibía la bolsita.

Con una despedida de manos volvió a camino del bosque. Cerca del Valle donde estaba el dragón, se aseguró de que nadie la viera y corrió hacia donde estaba el dragón. Primero desinfecto la herida, colocó una pomada hecha con plantas y finalizó colocando una gasa para que curará. El dragón no era nada agresivo; de vez en cuando gruñiá o gemía, pero no pasó a más.

— He de irme a casa de mi abuela — comentó mientras acariciaba el lomo del gran animal —pórtate bien. — se levantó, tomó su capucha, tomó su canasta y se retiró.

Retomó el camino hacia la casa de su abuela, pero para esta hora el sol se estaba escondiendo. Al llegar al árbol más grande y grueso escucho un ruido, supuso que era el chico, a pesar de hablar y ayudarle aún no sabía su nombre.

—Ya puedes ir a ver a tu amigo - grito aún en el camino — ahora te ha de estar esperando — silencio, nada se escucho. — emm, esta bien, supongo, gracias por cuidar a mi abuela! - y sin más retomó el camino...

Continuará~

Caperucita roja y El demonio... O algo asi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora