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— Deberías dárselas — expresó el peli-rojo con entusiasmo— después de todo, ella fue la única que nos ayudó.
— Si tanto quieres, ve y daselas tu mismo. Tu salud esta mejor ahora — expresó el rubio mientras se recostaba en una gran roca — Además, yo soy tu líder. No puedes darme órdenes. — dijo mientras tiraba un pequeño ramito hacia la cabeza de su amigo.
— No es una órden. Llevas más de diez minutos caminando de un lado a otro con ese ramo. — el rubio gruño mientras se sentaba en la piedra.
—¡Ahg! ¡NO IRÉ! ESA CHICA ES UNA SIMPLE HUMANA. NO PIENSO IR — grito mientras bajaba de la piedra y agarraba el ramito — LO TIRARE MUY LEJOS DE AQUÍ — gruño mientras empezaba a caminar hacia lo profundidad del bosque...

...

La casa estaba a unos pocos pasos del árbol. Tn abrió la puerta y vio a una mujer sentada en una silla de madera que al verla, se levantó a abrazarla.

—Hija — la anciana de cabello tan blanco como la nieve lucia preocupada — ¿En dónde estabas? ¿Pasó algo en el camino?
— Buenas noches abuela, solamente me entretuve hablando con Tsuyu. — término de hablar mientras la abuela terminaba el abrazo y se dirigía hacia la mesa. No le contaría a su abuela que un semi-demonio la había detenido. Además de que curó a un dragón, oh no, eso equivaldría a estar un año entero sin salir de casa, a menos que su madre la acompañara.— Luego me desvíe un poco por unas flores — ¡Las flores! Las había dejado tiradas por el susto. —las cuales tenían muchas espinas, si, espinas, por eso no las traje.
—Claro. Bueno, ya no importa — dijo mientras ayudaba a su nieta a sacar todo de la canasta — Ven, vamos a comer.

La tierna abuela había hecho chocolate caliente y pan con queso fundido, todas las cosas que habían pasado ese día la habían abrumado, después de todo no sabía que le había pasado al semi-demonio ¿habría llegado con el dragón? Luego de haber cenado y platicado con su abuela, la chica decidió que era hora de volver a casa. Pero como era de esperar, la abuela no le permitió salir de casa a tan alta hora en la noche.

Antes de acostarse en un sillón de madera que tenía varías almohadas encima para no lastimarse la espalda, escuchó un fuerte golpe en la puerta. Sobresaltada por el ruido tan fuerte decidió ir a ver, la abuela ya estaba dormida, probablemente no escucho.

Al abrir la puerta, un sistema de alerta se activo en ella, vio a todas direcciones, sin embargo, no pudo divisar, hasta que vio en el suelo, justo en el tapete de la puerta de madera un pequeño pero muy bonito ramo de flores, amarrado con un collar de perlas, un collar que sabía perfectamente a quien pertenecía.

¡Él! ¡El chico había estado en la casa de su abuela! Y lo más extraño era que le había llevado el ramo junto a su collar, ¡Dios, le había dado su collar! ¿Qué significaba? ¿Debería devolverlo? ¿Se lo quedaría? ¿Qué debía hacer?

Decidió quedarse en casa, salir a buscarlo en la noche no era lo más sensato. Al acostarse lo primero que le vino a la mente fue el collar, el ramo, el dragón y el chico. Vaya día, ¡había hablado con un semi-demonio y había salvado a un dragón! Si las circunstancias hubieran sido distintas, compartiría este logró con todo el mundo, pero, como era de esperarse; si le contaba a algún ser humano cuerdo la encerrarían en su casa o en un lugar muy seguro, para luego ir a cazar al dragón y al semi-demonio...

...

La mañana siguiente se despertó con el delicioso aroma a avena recién hecha, el olfato no le mentía, y llegó rápidamente a la cocina para comprobar el evento. Si bien la casa de la abuela no era una mansión, era grande, tanto como para perderte. Pero nuestra pequeña azabache se sabía hasta el más mínimo detalle de la casa, primero estaba la entrada, que, por supuesto, llevaba a la Sala de estar, toda amueblada con finos muebles de madera. Seguía con la cocina, una pequeña estufa y un pequeño mueble de cocina, entre el baño y la cocina se encontraba el comedor y finalizaba con la habitación que era de la abuela.

—Buenos días hija — saludo de lo más normal la abuela — Sabes, hoy que me levante, encontré estas flores rojas tiradas en el sillón. — Diablos, necesitaba una buena excusa para librarse de este pequeño problema.
—Buenos días abuela. De hecho anoche salí a cerrar la puerta y las encontré en el jardín de afuera. Olvide contarte. — Lo lamento.
—No me sorprende. Desde pequeña eres distraída. Siempre imaginando grandes aventuras y jugando a que rescatabas a toda la aldea, luego hablabas con los árboles y animales. — Terminó la abuela mientras servía un poco de avena en el plato de la recién despertada. — Aún recuerdo que tu madre te regañaba por distraída.
— Hablando de mamá, será mejor que regrese pronto. — comentó mientras empezaba a comer la avena — quiero ir a comprar un par de cosas al pueblo.
— En ese caso — dijo mientras tomaba su última cucharada de avena — te traere tu capucha.

Y sin más palabras de por medio, la abuela desapareció camino a la cocina. Nuestra azabache se colocó la capucha roja y con un abrazo y beso se despidió de su abuela, la cual lucia mucho mejor, y emprendió si viaje de regreso a casa.

Continuará~

Pdte, ¡MIL MILLONES DE GRACIAS!

A pesar de haber iniciado hace unos pocos días con esta historia le han dado mucho amor y apoyo, muchísimas gracias por eso, seguiré esforzandome para que les siga gustando!

¡nos leemos pronto!

Caperucita roja y El demonio... O algo asi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora