War

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La alarma se hizo presente en mi habitación, sería la última vez que dormiría en una cama de verdad y no en una jodida trinchera.

Rápidamente me levanté de la cama coloqué mi pesado uniforme y me arreglé el cabello.

Miré mi reflejo en el espejo intentado quitar todos los malos pensamientos que corrieron  por  mi traicionera conciencia.

Vamos Katlyn... Carajo tu naciste para esto. Tu puedes hacerlo.

Repetí mientras bajaba las escaleras hacia el campo donde estaría el avión de soldados.

Varios de los hombres ya estaban cargando municiones, armas y botiquines de primeros auxilios. Al igual que raciones de alimentos y demás. 

Controlaba que todos mis soldados estuviesen en la lista sin embargo no pude llevar a Rogers, ya que el "proyecto" como lo llamaban no estaba listo para estar en una guerra.

Imbéciles...

Coloqué las últimas municiones dentro del compartimento del avión cuando uno de los soldados del 107 se acercó.

— Capitana Jones...

— Soldado... ¿Pasa algo?

— El sargento Barnes quiere hablar con usted, dice que es urgente.

— Dígale al sargento Barnes que no puedo, estoy a punto de irme. No puedo llegar tarde.

— Porfavor capitana Jones, es enserio...

Suspiré con pesadez antes de tirar la caja de balas dentro del cajón y caminar detrás del soldado.

Mierda, por qué acepté venir...

El soldado tocó la puerta de la habitación de Barnes.

Un "siga" se escuchó detrás, el soldado abrió la puerta dejándome ver la habitación de James.

— Capitana... — dijo dejándome pasar.

— Gracias.

Sin más que decir el soldado se retiró.

— ¿Me mandó a llamar, sargento Barnes?

— Si Katlyn... No podía dejarte ir sin verte por última vez.

— Barnes... Nadie puede darse cuenta de lo que está pasando entre nosotros. Nuestra reputación se irá por los suelos y no se diga nuestro trabajo.

— Solo quiero despedirme...

Suspiré pesadamente antes de caminar hacia él y abrazarlo con fuerza para luego depositar un pequeño beso en su mejilla.

— Me tengo que ir... — caminé hacia la puerta.

— No mueras... Porfavor.

— No prometo nada. — reí cerrando la puerta detrás de mí.

Al llegar al campo el avión estaba listo para despegar así que subí de un salto y me acomodé para intentar dormir un poco antes de empezar a matar nazis en la frontera.

Al bajar del avión el frío viento golpeó mi rostro haciéndome temblar y erizar mi piel.

— Soldados, el día de hoy dormiremos en el campamento. Mañana a primera hora saldremos a las trincheras, estén al pendiente de sus armas por si ocurre una emboscada. Tengan buena noche.

Me retire a la carpa que compartiría junto con Peggy y acomodé mi arma.

Mientras recargaba las balas de la ametralladora tuve un pequeño pensamiento de Barnes el cual me sacó de mi concentración, fijando mi vista en un punto específico.

— Oye... ¿Estás bien? — preguntó Peggy.

— ¿Mhm?

— Que si estás bien...

— Oh, sí, si lo estoy ¿Por qué?

— Jamás has estado tan pensativa.

— Si bueno todo esto es nuevo para mí, tener personas a mi cargo, una guerra, Barnes... Ya sabes.
Digo lo que pasó de niña fue una guerra para mí pero nunca tuve que matar a nadie y ahora me ves aquí durmiendo en una carpa para empezar una guerra de trincheras...

— Lo entiendo, lo entiendo perfectamente Kat, todo estará bien. Lo prometo.

— Eso espero Pegs, eso espero.

— Y por cierto, ¿Que tal con Barnes? Creo que ya se arreglaron por fin.

— Sí, pero por lo pronto tendrá que ganarse mi confianza, no es así de fácil cuando la cagan y lo sabes.

— Así se habla niña, siempre con la frente en alto.— la castaña rió.

— ¿Y tú? ¿Cómo vas con el galán Rogers? — pregunté con una sonrisa burlona.

— ¡Cállate! — dió un suave golpe en mi hombro.

— Está bien, está bien. No me cuentes si no quieres.

— Es que si quiero, solo que ya conozco tus actitudes, y considerando que después de la secundaria no he tenido ninguna relación pues... Me da algo de vergüenza ¿Sabes?

— Lo entiendo, es totalmente válido. Pero si quieres contarme aquí estoy. O si no vámonos a dormir ¿Te parece? — Me acomodé dentro de la bolsa para dormir.

Peggy rodeó los ojos antes de golpearme.

— Está bien, te lo contaré, pero si le dices a alguien...

— A quien se lo voy a decir Carter, madura porfavor. — reí.

— Bien, pues Steve me gusta... Solo que no sé cómo expresar mis sentimientos hacia él y como ves lo convirtieron en un maldito bufón de quinta que lo único que hace es bailar mientras nosotros estamos haciendo lo que para él fue diseñado.
Enserio odio a Philips, sin embargo... Steve es perfecto, caballeroso, tiene unos ojos hermosos y su sonrisa es tan preciosa que no puedo describir lo que siento cuando lo veo.

— ¡Carajo! Pensé que para ti los hombres eran unos brutos desalmados...

— Sí, pero Steve es diferente y lo sabes.

— Lo sé por eso no me burlo de tí. En fin vámonos a dormir mañana tenemos que aniquilar bigotudos.

Peggy soltó una sonora carcajada antes de acostarse y quedar completamente dormida.

Me desperté en medio de la madrugada simplemente para escuchar como una de las minas que rodeaba nuestro campo se había activado.

Rápidamente tomé mi arma y salí a averiguar qué carajos era.

Al llegar al punto ví seis soldados muertos, soldados Nazis.

Idiotas...— pensé.

El resto de la madrugada me quedé en guardia por si se les ocurría otro intento de "emboscada"

Había una vez... En 1940 (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora