After

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Cillian.

— Elli, llevas tres días consecutivos sin salir de la habitación... Porfavor, debes comer algo.— digo golpeando levemente la puerta.

— Vete Cillian, quiero estar sola.— responde entre sollozos.

— Stella, no puedes seguir así.— digo ya desanimado más no recibo respuesta.

— ¡QUE TE VAYAS, MALDITA SEA!

Stella lanza algo hacia la puerta así que me retiro, no quiero molestarla más.

[ . . . ]

Estoy bebiendo algo de vodka mientras observo a la nada cuando escucho los pasos de Stella detrás de mi.
Rápidamente volteo para encontrar a mi esposa con unas ojeras grisáceas, sus ojos completamente rojos, su cabello desordenado y sus labios resecos.

— Stella, cari...

— Lo siento mucho Cillian, no quise hablarte así. Tu solo intentas hacerme feliz enserio no te lo mereces, de verdad lo siento. — dice intentando darme una sonrisa, que más bien es una mueca de felicidad fingida.

— No pasa nada cariño, estaremos bien... Te lo aseguro.— dejo mi vodka de lado para abrazar a Stella, quien para este punto está demasiado frágil y no tiene ánimo para nada.

La recuesto en uno de los sofás de la sala para luego prepararle un té de manzanilla, esperando que este me ayude a calmarla de alguna manera.

Cuando regreso de la cocina Stella yacía dormida en el sofá. Y por primera vez la ví tan vulnerable, ella era una mujer fuerte, trabajadora no temía por absolutamente nada, era valiente... ¿En qué momento ocurrió todo esto?— me cuestiono a mí mismo.

Rápidamente intentando no hacer ningún ruido que pueda despertarla coloco una manta encima de ella para que pueda brindarle abrigo, mientras yo limpio la habitación donde se encontraba Stella... Y posteriormente llevarla allí, esta vez yo estaré a su lado abrazándola y brindándole apoyo aunque mi condición emocional no sea la mejor en estos momentos.

[ . . . ]

Termino de limpiar la habitación y cambiar las sábanas, retiro el sucio colchón, coloco otro completamente nuevo, pongo sus flores favoritas cerca de la cama y perfumo ligeramente la habitación con un olor a vainilla dulce.

— Cillian...— escucho la voz ronca y frágil de Stella detrás de mí.

— ¡Cariño! ¿Te encuentras bien?

— Un poco mejor... Gracias por limpiar el desastre.

— Todo sea por ti mi preciosa Stella.— sonrío.

Stella se apresura a tumbarse en la cama como de costumbre, solo que esta vez no se encierra en sus pensamientos.
Mientras ella descansa aprovecho para llevarle algo de comer ya que no podía permanecer más tiempo así.

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— Cillian, de verdad no sé qué haría sin tí. — dice aferrada a mi pecho ya más calmada.

— Ni yo sin tí cariño... Estaremos bien, te lo prometo.

— Gracias por estar conmigo cariño...

Me limito a guardar silencio y acariciar su cabello.

[ . . . ]

Decido despertar a Stella para darle un baño caliente, ella espera en la cama. Cuidadosamente retiro todas las prendas y la cargo hasta la tina de baño.

Pongo la ropa sucia en la lavadora y busco una de mis pijamas para ponérsela luego del baño.

La envuelvo en una toalla y la coloco frente al espejo, seco su cabello goteante y lo desenredo con paciencia.

Había una vez... En 1940 (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora