Tragedy in Sokovia

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Despierto, le doy un beso en la frente a Cillian, tomo una ducha rápida y me dispongo a ponerme mi traje.
Bajo las escaleras apresurada dirigiéndome a la puerta, en el auto están mis compañeros de misión, esperando por mí.

— Elli!— me detiene Cillian.

— Siento no despedirme cariño, lo olvidé. Ya debo irme.— digo caminando hacia Cillian con los brazos abiertos.

— Te voy a extrañar muchísimo agente Fury.

— También lo voy a extrañar capitán Murphy.— sonrío.

— Cuídate mucho Elli, aquí te estaré esperando para darte un enorme abrazo y tal vez hacerte mía. — dice besando mi cuello.

— Me interesa la idea, por ahora debo irme cariño, cuídate también. Te amo.

— También te amo Elli!

— Adiós!— es lo último que digo para salir por la puerta apresurada y entrar al auto.

Cuando la camioneta arranca observo por el espejo retrovisor a Cillian parado afuera de la casa observando con una sonrisa el auto.

[ . . . ]

— Buenos días agente Fury, aquí está la información necesaria para la misión. Recuerde que esta misión es de alto riesgo por lo que deberá tener cuidado.

— Copiado.— respondo observando el folder.

— ¿Pasa algo agente Fury?

— Todo en orden.— digo sin retirar la vista del folder.

— Que irrespetuoso de mi parte, no me he presentado. Soy el agente Connors.

— Un gusto conocerlo.

En realidad sentí que estaba siendo grosera, pero de verdad quería ser profesional.

[ . . . ]

ZIMBABWE, SUDÁFRICA.

— Bien, yo iré por el objetivo. Connors y los demás tienen que cubirme, deshaganse de los soldados y por lo que más quieran... Tengan maldita buena puntería.

—Ya escucharon a la agente Fury, todos a sus posiciones. — ordenó Connors.

Sin más que decir me teletransporto dentro de la base acabando con algunos soldados en el proceso.
Me dirijo a donde se supone debería estar la puerta del laboratorio pero no hay nada.

— ¡CONNORS!— grito por el micrófono.

— ¿Sí?, Agente Fury

— ¡Dónde carajos está la maldita puerta del puto laboratorio!

— Se supone debería estar ahí...

— Como que se supone... ¡Maldita sea Connors!

— Perdón...

— Con tu maldito perdón no me ayudas.— digo cortando de nuevo la comunicación.

Con algo de mi energía golpeo la pared frente a mí, haciendo que rebote por todo el pasillo y golpee a mi derecha, haciendo que la puerta camuflada se hunda.

Sonrío con satisfacción y con una fuerte patada derribo la puerta.

Observo el contenedor donde está el arma biológica y me apresuro a retirarla. Sin embargo escucho detrás de mí una detonación probablemente de una granada.

Debo apresurarme si quiero salir con vida de esta pocilga.

Rápidamente abro el contenedor sacando así el cilindro con el arma y depositándolo en una cavidad de mi traje.

Había una vez... En 1940 (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora