Capítulo cuatro: Un pirata diferente

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El suave vaivén de las olas meciendo el pequeño bote se hacía cada vez más notable a medida que se estiraba perezosamente con los ojos cerrados

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El suave vaivén de las olas meciendo el pequeño bote se hacía cada vez más notable a medida que se estiraba perezosamente con los ojos cerrados. Se dio la media vuelta. Suspiró invadida de una sensación de bienestar al tiempo que se removía, casi a punto de despertar.

Se acomodó sobre su costado derecho con las pantorrillas flexionadas hacia atrás y las palmas de las manos juntas debajo del cuello.

Estaba tan a gusto que no deseaba salir de debajo de las sábanas. Un momento, ¿sábanas?

Abrió los ojos de par en par casi al tiempo que se sentó abruptamente. Notó que se encontraba en la cama. Miró a su alrededor. Se sonrojó meditando que sin darse cuenta, se quedó dormida con la cara apoyada en el hombro de Ace ya casi en la madrugada, después de tanto charlar con él.

Se cubrió la cara con ambas manos, a la vez que esbozaba una sonrisa de boba.

Todavía podía sentir la calidez del cuerpo de Ace y la gentileza de sus llamas envolviéndolos a ambos en un abrazo.

Advertía una rara pero muy agradable sensación que le subía y le bajaba en la boca del estómago, cosa que la hacía sonreír aún más.

Después suspiró mirando la almohada. Acababa de darse por enterada de que no lo había soñado. Ace sí la cargó en sus brazos hasta la cama y la arropó con las sábanas antes de decirle: «descansa, niña testaruda».

—Hombre sol... —murmuró por lo bajo. Su sonrisa se había ensanchado más.

Sacudió la cabeza para descartar esa loca mezcla de emoción e ilusión revoloteando en su interior como si de mariposas se tratase. Fue algo que rápidamente catalogó como una imprudencia.

Se dijo a sí misma que no podía ni debía permitirse el llegar a encariñarse con nadie, y mucho menos con alguien a quien nunca vería de nuevo después de arribar a Water 7. Además, se repitió que Ace continuaba siendo un desconocido pese a que ya llevaban diez días navegando juntos, y que sin importar que le pareciera un buen muchacho, era demasiado pronto como para plantearse que gustaba de él.

Abrió los ojos más de lo normal dado que meditó en lo que acababa de pensar. Volvió a sacudir la cabeza. Determinó que no tenía caso el negarse lo obvio; comenzaba a gustar de Ace.

Era normal, ¿no?, ¿o todo se debía a que se sentía muy cómoda con él?

Se quedó meditando en ello por un momento.

Fuera de eso, descubrió que quería hacer algo para agradecerle el que fuese tan respetuoso, y considerado. Pocos segundos más tarde frunció los labios mientras se miraba las palmas de las manos.

Comenzó a tener un pequeño ataque de culpa ya que rememoró que lo había espiado desnudo cuando él se lavaba el cuerpo bajo la lluvia.

¿Debía pedirle disculpas?

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora