Capítulo dieciséis: Te has metido en mi corazón

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—¿En qué estás pensando, Ace? —preguntó (Tn), que llevaba un buen rato callada contemplando los últimos rayos del sol ocultándose en el horizonte

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—¿En qué estás pensando, Ace? —preguntó (Tn), que llevaba un buen rato callada contemplando los últimos rayos del sol ocultándose en el horizonte.

—En nada —respondió negando con la cabeza en tanto volteaba hacia (Tn).

Esbozó una refrescante sonrisa encantadora con el propósito de despejar la duda en el semblante de ella.

Ace le había contado muchísimas cosas sobre sí mismo a (Tn), sin embargo hubo de ahorrarse el verdadero motivo de la búsqueda que realizaba en solitario.

Nunca dejaba de pensar en el odioso motivo por el cual se embarcó en una caza que su capitán no aprobaba, y en ocasiones se sentía culpable por desviarse de su objetivo; pero sucedía que disfrutaba muchísimo de la compañía de la chica que se hallaba sentada a su lado a la orilla del risco.

Desde que la rescató de aquella isla inhóspita él se había prometido llevarla a salvo a su destino, aunque, con el tiempo compartido y los momentos especiales que lo hacían sonreír..., todo, absolutamente todo se apiló en una cajita amorfa guardada en algún lugar incorpóreo dentro de su pecho. Cada experiencia única vivida con (Tn) fue algo que de verdad lo atrapó dejándolo sin la gana y la voluntad de alejarse de ella.

Hubo instantes en los que se sentía dividido entre su deber como amigo y nakama de aquel hombre por quien venganza exigía, y, el deseo de continuar su camino lleno de agradables pausas y lindas distracciones con (Tn).

Se decía que de todas maneras, no importaba lo que tardase. Encontraría a su enemigo y cumpliría con su objetivo. Aunque, si se salía con la suya en cuanto a llevarse a (Tn) consigo, debía dejarla en algún sitio donde estuviese a salvo hasta su regreso.

—Pareces preocupado —comentó mirándolo con fijeza.

—Nada de eso —contrapuso Ace cogiéndola de las mejillas para estirarlas a su gusto.

—¡Oye...! —le recriminó a Ace apartándole las manos de una suave manotada. Su ceño fruncido y el fingido enfado hicieron que el mencionado riera.

—Regresemos a la playa —dijo poniéndose de pie. Le ofreció la mano para ayudarla a levantarse—. Hoy te enseñaré a encender una fogata.

—¿Yo...?, ¿encendiendo fogatas? —farfulló aceptando la amabilidad ofrecida por parte de Ace.

—Sí, tú —le dejó un toquecito en la punta de la nariz.

Regresaron a la playa donde Ace le pidió a (Tn) reunir algunas rocas mientras que él ayudaría con la madera seca. Le enseñó qué tipo de ramas podrían ser más útiles que otras al momento de encenderlas.

Estuvieron varias horas sin resultado de nada sin importar el método que él le enseñara; la pobre (Tn) se frustró antes de lograr algún chispazo.

Ace era muy paciente aunque no se podía decir lo mismo de ella.

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora