QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》

Capítulo nueve: Striker

—¿Sabes? —murmuró, apartando la mirada mientras se tornaba roja—, no sé cómo pagarte por todo lo que has hecho por mí...

—Oye, no tienes que...

—Te debo la vida.

—No exageres —manifestó Ace rascándose la punta de la nariz, para así quizá disimular el hecho de que intuía haberse tornado rojo, cosa en la que acertó—. No es para tanto.

—Lo es —discrepó (Tn) volteando hacia él. Sonó muy firme, sincera y agradecida—. Sé que mi oferta es una miseria y que es a largo plazo, pero tal vez aceptes que alguna vez prepare algo para ti. Quizá tu platillo favorito, lo que sea que te guste mucho. Desde luego, eso si volvemos a vernos.

A Ace le desanimó considerablemente lo recién escuchado.

Claro que quería ver a (Tn) de nuevo. Estaba de más decir que en realidad deseaba llevársela consigo, cosa que incluso se atrevió a proponerle aunque ésta se negó pretextando que ella era torpe y que todo lo que él le presentaba como aventura, para ella sonaba a peligro.

—¿Miseria?, ¿bromeas? ¡Me encantaría! —declaró, sonriente. Se esforzó por ocultar su verdadero sentir.

—¿De verdad? —le preguntó con semblante de ilusión.

—Desde luego —respondió Ace. A él le gustaba notarla mas relajada.

Se quedaron callados por un momento contemplando el estrellado cielo del quinceavo día que acababa de morir después de su ceremonia con las cartas. Ambos estaban sentados de espaldas contra la barandilla del bote.

—Oye... ¿por qué me preguntaste si yo pertenecía a la tripulación de Kurohige cuando nos conocimos? —le preguntó dirigiendo su atención a él.

Ace se turbó, aunque supo disimularlo con una sonrisa.

—Si quieres saber más de mí —la vio con ojos y gesto de travesura, mientras enarcaba una ceja—, al menos invítame a cenar primero.

(Tn) se sonrojó y apartó la mirada.

—Esa debería ser mi línea, fue por ese tiempo cuando me manoseaste —murmuró por lo bajo, pero Ace escuchó perfectamente lo dicho.

—Ey, te pedí disculpas —se quejó como si fuese un niño arrepentido—. No fue mi intención. No era consiente de lo que hacía.

—¡Ajá...! —rechistó volteando la cara en dirección opuesta a él. Flexionó las piernas dejando las rodillas contra su pecho y se abrazó las pantorrillas justo como en aquella ocasión.

—Ya no estés molesta —Manifestó Ace, sonando carismático aunque avergonzado—. De verdad lo siento.

—No estoy molesta —declaró (Tn) sonriendo muy simpática, mientras devolvía su vista al cielo. Pensaba en la historia de amor relatada en las cartas.