Capítulo diecinueve: Hasta que te conocí

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Un sentimiento indescriptible que iba de un lado a otro, flotando dentro de su pecho; era lo que (Tn) advertía mirando a Ace, saltando, prendido en llamas, aterrizando de pie sobre la estrecha zona de arena blanca de la playa en el cráter

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Un sentimiento indescriptible que iba de un lado a otro, flotando dentro de su pecho; era lo que (Tn) advertía mirando a Ace, saltando, prendido en llamas, aterrizando de pie sobre la estrecha zona de arena blanca de la playa en el cráter.

Mientras correspondía la refrescante sonrisa sin mácula que él le regalaba, a ella le parecía que dicha sensación dolía y que a la vez, la llenaba de ansia y de una singular e imperiosa necesidad por satisfacer algo que no lograba denominar o definir de una sola forma.

Se dijo que debía tranquilizarse, que tenía que aprender a controlar sus emociones; que no podía dejarse caer de cabeza y con los ojos cerrados sin temor de algún impacto. ¿Podría contenerse? ¿Existía la posibilidad de salir lastimada?

Mandó sus pensamientos a callar. Entre el miedo y la ilusión, su balanza se decantó por la segunda opción olvidando la excesiva meditación que no hacía más que limitar su dicha.

Nadó hasta donde Ace se encontraba lejos del agua.

Fue recibida por un par de brazos abiertos que la arrullaron con ternura.

—No esperaba que saltaras —dijo Ace, antes de darle un beso en la coronilla de la cabeza—. Me has sorprendido.

Con un amago de incertidumbre, por eso que volvía a inquietarla; lo abrazó del cuello y se puso de puntillas sin dejar de verlo con fijeza.

—Ace, yo...

—¿Qué sucede? —preguntó, abrazándola alrededor de la cintura.

La saliva bajó con dificultad por la garganta de (Tn), que se debatía entre callar o confesar eso que la hacía vibrar con un cálido sentimiento que a la vez la asustaba.

Negó con la cabeza sonriendo con una dulzura que ocultaba su decisión final. Callaría, y no porque se estuviese reprimiendo sino, porque temía que Ace acabara huyendo de una chica «intensa» tal cual se catalogó.

Determinó que era mejor no declarar esa frase que nunca hubo de pronunciar para nadie más.

Se decía, que «amor» era el nombre que a lo mejor recibiría ese sentimiento que por poco hacía estallar su pecho; no obstante, determinó que era demasiado pronto como para declarar tal cosa.

Además, tomó en cuenta que no conocía muy bien lo que constituía la palabra «amor», puesto que nunca había amado o sido amada, al menos no que ella recordara.

Y, aunque estaba segura de que sus afectos habían evolucionado de un «te quiero» a un «te amo» (que describiría mejor —aunque no abarcaría— esa intensa llamarada de sentimientos que ardían en su interior por Portgas D. Ace), esperar un poco más era lo recomendable.

—Solo quería decirte que estoy muy agradecida por haberte conocido —murmuró. Y, aunque no mentía, no eran esas las palabras que en realidad deseaba expresar.

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora