Capítulo veinticinco: Hijos de un demonio

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Finalmente se había llegado el día de partir; (Tn) veía que Isla Mariposa cada vez se hacía más pequeña en tanto el bote seguía el rumbo que Ace había fijado

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Finalmente se había llegado el día de partir; (Tn) veía que Isla Mariposa cada vez se hacía más pequeña en tanto el bote seguía el rumbo que Ace había fijado.

Sintió que un nudo se le formaba en la garganta mientras recordaba el día de su llegada a ese lugar. Por poco sonrió débilmente rememorando que ella habría sido la cena de un rey marino y sus crías si Ace no la hubiese salvado, una vez más.

La playa, el campo de las flores transparentes y las mariposas refulgentes; su primer baile con Ace, el remanse de agua; la cascada, el cráter volcánico; la cueva de diamante... Extrañaría cada rincón de esa isla.

Pensó en que definitivamente, había vivido los mejores días de su vida en esa extensión territorial. No quería irse. En serio no quería irse.

Le parecía que una parte de su ser se quedaba atrás, y que era algo que nunca podría recuperar.

Ace, que terminaba de izar la vela, saltó desde el pequeño mástil para acercarse a (Tn) y así abrazarla por la espalda.

—Ey, ¿qué pasa? —preguntó. Se inclinó a colocar la cara en el arco de su cuello.

—No quiero que nos vayamos —admitió.

Ace frunció los labios; la comprendía, pero no podían quedarse.

—Ven aquí —murmuró con consideración, cogiéndola de los hombros para hacerla girar—. Volveremos, ¿vale? Pero no podemos quedarnos a vivir.

(Tn) lo miraba a los ojos preguntándose cómo podía decirle que presentía que nunca debieron abandonar ese sitio.

La noche anterior se había despertado de un mal sueño, llorando, con el corazón a toda marcha; buscando a Ace a su lado.

Una vez que hubo comprobado que él se encontraba profundamente dormido, lo contempló hasta que el sol salió.

No pudo quedarse dormida otra vez, ¿y cómo podría hacerlo después de que lo soñó muriendo frente a ella?

Las imágenes y sonidos tan lúcidos se habían quedado reverberando en su interior, haciendo doler y compungiendo su turbado corazón.

Había soñado a Ace rodeado de tinieblas, tosiendo sangre; agradeciéndole por haber amado a alguien como él, diciéndole que siempre la amaría; regalándole una última sonrisa antes de cerrar los ojos para caer de bruces sobre una masa negra y amorfa que lo envolvió.

Ella corrió y corrió, llorando y gritando su nombre; estirando la mano sin poder alcanzarlo.

—Lo entiendo —respondió, apartándose varios mechones de cabello que la suave y fresca brisa de la mañana le había desacomodado—. Pero de igual modo voy a extrañar este lugar.

—Lo sé, linda —dijo muy comprensivo. Sabía que volverse pirata, para ella representaba un gran cambio, y que a lo mejor nunca se habría imaginado que acabaría siendo tal cosa. La abrazó en tanto le frotaba la espalda. Después la tomó de las mejillas dejándole un beso en la frente—. Lo sé.

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora