Capítulo siete: Sirena

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El silencio se había convertido en el mejor aliado del repentino momento que surgió de un buen susto por culpa de un nido de arañas y una tarántula

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El silencio se había convertido en el mejor aliado del repentino momento que surgió de un buen susto por culpa de un nido de arañas y una tarántula.

Los ojos de (Tn) y los de Ace continuaban conectados en tanto sus rostros se acercaban sin que ambos lo notasen.

Ace sujetó delicadamente la quijada de (Tn) con la yema de los dedos, cosa que hizo que a ella el pulso se le acelerara.

Los dos se veían con pupilas dilatadas hasta que se acercaron tanto que ya podían sentir la respiración caliente del otro mezclándose con la propia.

(Tn), inconscientemente se fue elevando de puntillas mientras que Ace se inclinaba a su corta estatura para poder alcanzarla.

El momento era perfecto, el tiempo era preciso, pero una sensación de horror y escalofríos hizo que (Tn) acabara con la magia por medio de un grito agudo a la vez que se sobresaltaba.

Los ojos de Ace se abrieron más de lo normal saliendo del trance en el que se encontraba cuando la vio saltando y dándose manotadas en el estómago y en las piernas.

—¡Quítamelas de encima! ¡Quítamelas de encima! —suplicaba espantada.

El agradable alivio de Ace por saber que (Tn) no se había alejado de sus brazos espantada y gritando porque no quería que la besara se fue al diablo, cuando notó que muchas arañitas bebés salían de debajo de la camisa de ella y se subían sobre la tela de ésta rodeándole el cuello y los brazos.

Su pronta reacción fue prenderse en fuego para abrazarla y quemar todo a excepción de su cabello, piel, y ropa interior, no había otra opción; pero la alterada joven saltó al agua y se quitó a prisas lo poco que llevaba encima.

El sonrojado Ace se dio la media vuelta tratando de no faltarle el respeto mirando lo que la claridad acuosa dejaba a la vista.

Aprovechó el momento y buscó una soga para lanzársela a (Tn), ya que el velero no se detenía y ella se quedaba atrás. Por desgracia, y en su prisa, no encontró nada a la mano y optó por coger la red de pesca.

—¡Sujétate! —le gritó arrojándole el objeto. Notó que ella ya se había puesto la camisa.

(Tn) nadó como loca para alcanzar la red, pero estaba tan lejos ahora que le fue imposible lograrlo. La atacó la extraña y aterradora idea de que algo siniestro pudiese emerger de la espesa negrura en las profundidades del agua para comerla de un mordisco. O bien, para tragarla viva.

Ace, alarmado porque lo que veía no era para nada alentador, intentó nuevamente. Esa aleta de tiburón acercándose a la lejanía no tardaría en estar detrás de (Tn). Y entonces recordó que no hacía mucho ella había iniciado con sus días de menstruación.

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora