Capítulo tres: El hombre sol

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El corazón de (Tn) latía a cien por hora mientras continuaba admirando la perfección del cuerpo desnudo de Ace

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El corazón de (Tn) latía a cien por hora mientras continuaba admirando la perfección del cuerpo desnudo de Ace.

Sabía que estaba mal espiarlo y que debía retirarse; pero simplemente no deseaba dejar de contemplarlo.

Era como si sus pies estuviesen clavados en la madera del primer escalón en la que se hallaba parada, puesto que no lograba moverse ni un solo centímetro.

Algunos rayos iluminaban los cielos permitiéndole tener una clara visión, cosa que agradeció, aunque fuese muy en el fondo.

Sacudió la cabeza para desechar los pensamientos extraños que le llegaron a la mente. Decidió que ya era suficiente. Ace se había comportado como un caballero con ella, y en todos esos días navegando a su lado, nunca percibió ni una gota de irrespeto por su parte. Entonces, ¿por qué ella le estaba pagando mal por bien? Bueno, la respuesta a esa interrogante surgió de manera casi inmediata en modo de pregunta.

«¿Quién podría resistirse a continuar apreciándolo?»

Suspiró, a la vez que daba un paso atrás. Intentó bajar la compuerta con gran cuidado para no hacer ruido alguno y que así Ace no se enterara de que ella lo estuvo observando.

Se sentó en la orilla de la cama y se abrazó así misma. No comprendía porqué su piel se había erizado, y tampoco tenía idea del motivo por el que se sentía ansiosa, como si deseara volver a contemplar la desnudez de Ace.

Negó con la cabeza para entonces darse dos palmadas simultáneas en las mejillas. Pensaba en que haberse quedado parada espiándolo era incorrecto, y por ello se disculparía después.

Se recostó por un momento y esperó. Pasados unos veinte minutos, subió por las escaleras y levantó la compuerta nuevamente. Miró que Ace estaba vestido, y sentado bajo un tendido de plástico de color amarillo. Lo notó pensativo, contemplando la lluvia que continuaba cayendo sin cesar. Le parecía que lucía triste.

—¡Ace! —le llamó la atención. Cuando él volteó, ella agitó la mano para darle a entender que quería que se acercara.

—¿Qué pasa? —le preguntó algo sonriente al aproximarse—. ¿Todo bien?

—Debe... deberías de pasar la noche dentro de la cabina —le propuso apartando la mirada. Se había tornado un poco roja. No deseaba que se malinterpretara la situación—. La tormenta está muy intensa. Podrías enfermar.

Ace sonrió con gran suavidad debido a que la notaba actuando bastante cohibida.

—No te preocupes por mí —manifestó con amabilidad. Dormir en la cubierta pese a ser una noche lluviosa no era algo que le molestara; ya lo había hecho en muchas ocasiones. Además, no deseaba llegar a incomodarla con su presencia en la cabina. De igual modo agradecía la consideración por parte de ella—. Estaré bien.

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora