Capítulo ocho: Cartas de amor

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La ocasión presentada era una mezcla entre la trivialidad y un momento especial según el punto de vista de (Tn)

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La ocasión presentada era una mezcla entre la trivialidad y un momento especial según el punto de vista de (Tn).

Resultaba que no lograba librarse del sonrojo que decoraba sus mejillas debido a ese delirio febril causado por la loca sensación que ya no se negaba a sí misma, y, que en cambio aceptaba con gusto pese a su temor ante la novedad de lo que constituía el gustar por primera vez de un chico; sumando el ineludible hecho de permanecer cautiva en el bucle temporal de revivir el momento en que «casi» recibió su primer beso

No dejaba de hacerse ilusiones a pesar de que se decía que todo, absolutamente todo era tan solo un producto de su estado de prematuro enamoramiento.

Veía de soslayo a Ace que a su lado izquierdo dormía sentado en tanto sostenía un trozo de carne en la mano derecha. Le causaba gracia y ternura el verlo roncando pese a mantener dentro de la boca un bocado que no logró tragar antes de caer en ese repentino sueño que a veces lo atacaba.

Rió por lo bajo notando la burbuja en su nariz, que se hacía grande o pequeña a medida que él respiraba.

Se preguntaba: ¿era gustar lo mismo que enamorarse? No lo sabía. De lo que sí estaba segura, era de que su corazón palpitaba con fuerza dentro de ese sitio en su pecho el cual, palpaba con la mano derecha.

El momento ya ni siquiera estaba ligado a nada de lo ocurrido mientras Ace y ella estuvieron dentro de esa burbuja allá debajo de la cubierta, pero su respiración se alocaba y sus latidos se aceleraban más en tanto lo observaba.

Se decía que no podía haberse enamorado de Ace en menos de dos semanas. Apartó la mirada y la posó sobre el plato de comida que mantenía encima de sus pantorrillas flexionadas y se quedó perdida en sus cavilaciones.

Intentaba convencerse de que no estaba enamorada, que a lo mejor Ace le gustaba pero que todo se quedaba detrás de esa línea trazada por el enorme agradecimiento que sentía.

Se recalcó una vez más que Ace la había salvado de morir varada en aquella isla, y, que continuó salvándola y manteniéndola viva a pesar de que ella solo era una carga y un retraso para sus propósitos.

Con ojos desconcertados y sin lograr parpadear ni una sola vez, dirigió su atención hacia Ace nuevamente y se dijo que no, que no podía retroceder en lo que ya había aceptado, que no era que «quizá gustaba un poco de Ace» sino; que esto en efecto era un rotundo «Ace me gusta, y mucho».

Aunque se repitió en incontables ocasiones que no se trataba de amor y que no podía ser así, que era imposible a pesar de que no necesitaba justificarse por haber caído en ese juego.

Se preguntó: ¿Qué razones existían para haberse enamorado? La respuesta era, absolutamente todo.

Enumeró cada uno de los motivos empezando con el más obvio de todos.

Uno: la salvó de aquella isla.

Dos: la llevó con él y le compartió de sus raciones de agua y alimentos.

QUÉDATE CONMIGO ━━ [FINALIZADA] 《24》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora