polaca; trueno.

27. - x + = ?.

Valentina

Chequeé que la dirección que me pasó Mateo sea la misma en la cual me dejó Guillermo y sí, era esta calle. Ni bien crucé la vereda, le avisé al morocho que me encontraba abajo del edificio, pero estando en línea no me contestó, así que guardé el celular para que no me roben y esperé apoyada contra la pared.

Venía de la comisaría con mi papá, estuve bastante nerviosa cuando estuve charlando por media hora con tres policías y un juez, parecía de película todo. También se me hizo eterno, cuando parecía terminar seguían las preguntas, me resultó tan extraño ver cómo me tomaron la denuncia al toque. Digo, siendo mujer en Latinoamérica.

Acomodé mis auriculares y cambié de canción, estaba escuchando un poco de Romeo Santos porque pintó, y ahora sonaba Necio. Até mi pelo nuevamente pero con más fuerza, este calor no se aguantaba ni con treinta aires acondicionados encima, menos si Mateo no me contestaba y yo estaba afuera con casi cuarenta grados de calor, por lo menos un "voy" o "deja, no vengas".

Lo que me dejaba más tranquila era que no sabía lo de Ignacio, quería que ahora solo reine la paz entre nosotros, no nos vimos por mucho tiempo y ahora lo quiero recibir bien, no con peores noticias de las que ya tiene acumuladas hace rato. No se lo merece.

Escuché detrás mío que abrieron la puerta del edificio y pude ver al morocho saliendo de ella para recibirme, más le valía, ya me estaba incinerando.

—No estaba con el celular encima, lo vi re tarde.— excusó después de darme muchos besos como saludo, nos vimos ayer pero lo tomo como que no nos vimos comparado a esto.

—Igual yo también llegué tarde, no pensé que iba a tardar tanto.— admití esperando a que termine de cerrar la puerta, y cuando lo hizo nos dirigimos para el ascensor.

Vi que marcó el piso 11 y me entró pánico, no me gustan los edificios altos, y odio los ascensores. Tengo mucha claustrofobia.

—¿Qué pasa?— rió al ver mis ojos fijados en los botones.

—¿No querían ir a un piso más alto?

—Ah, igual es hasta el 13, pero hay que subir las escaleras.— avisó y volví a abrir los ojos, más sorprendida que antes. Repito, no estoy en condiciones físicas de subir dos pisos por escalera. Mateo se echó una carcajada.— Es joda, polaca.

—Qué fobia.— suspiré y vi cómo él se apoyó bruscamente en la baranda de estas cuatro paredes de mierda.— ¡Ni se te ocurra moverte así de vuelta!

—¿Por qué?

—Se va a caer el ascensor.— afirmé y él frunció el ceño confundido.— O se traba, o se abre la puerta erróneamente, o...

—¿Tenés miedo?— interrumpió haciendo que niegue al instante, ¿miedo? Para nada.— No va a pasar nada, bonita. Es un ascensor nomás.— me tranquilizó, o eso trató.— ¿Habrá alguna fobia para los ascensores?

—No tengo fobia a los ascensores, tengo claustrofobia que es distinto.— corregí cerrando los ojos, no sin antes fijarme en qué piso estábamos. En el cuarto y tardaba como diez segundos en cada piso.— Puta madre, es eterno.— murmuré.

—A los dos, Valen.— reconoció.

—Bueno, sí... capaz.— acepté bufando.— Pero estoy bien.— añadí mirando el piso.