9. Mentir(as).

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Valentina

No sé si me daba más miedo el océano o charlar con Valentín en este mismo momento, pero ya no puedo hacer nada, ya que me encontraba tocándole la puerta al ojiazul y en menos de media hora tengo que estar cambiada y arreglada para irnos al boliche de hoy a la noche.

Nuestra charla se suspendió indirectamente ya que él se quedó pelotudeando con los pibes y yo con mis amigas nos fuimos a ver una película en Netflix llamada Sin escape. Muy recomendada.

—Pasá.— dijo cuando abrió su puerta, echando un suspiro procuré que no nos esté viendo nadie y di unos cuantos pasos hasta pararme en frente del ventanal.

—¿Por qué tanta urgencia con tu llamado?— pregunté para luego sentarme en un sillón individual, vi que Valentín seguía en cuero, hace minutos se había ido a bañar. Por suerte no estaba en pelotas en frente mío.

—¿No estabas con Ignacio vos?— interrogó dándose vuelta para mirarme, antes estaba buscando algo en un cajón.— ¿Qué hacés con Mateo a los besos? ¿Es un triángulo amoroso?— siguió con las preguntas, ¿cómo se lo explico?

—No... No es tu problema.— fue lo que contesté.

—¿O sea que en otras palabras me estás diciendo que lo estás cuerneando?— dedujo sacando su celular de su pantalón de jean.— Gracias, ahora le puedo contestar a Ignacio...

—¡Pará!— interrumpí parándome de golpe, él frenó conmigo.— ¿Qué vas a hacer?

—Las minas se piensan que lo que hace el hombre está mal, pero si lo imitan está bien. Filosofía de cornudas.— justificó desbloqueando la pantalla de bloqueo.— ¿Por qué todos los ven y nadie hace nada? ¿Acaso ellos saben algo que yo no sé?— insistió poniendo su dedo en el icono de WhatsApp.

—¡Valentín cortala!— pedí acercándome para arrebatarle el celular, pero el ojiazul fue más rápido y en un ágil movimiento, distanció el aparato de mi mano.— Sos un pendejo.— susurré cerca de su rostro.

—Prefiero ser un pendejo antes que fingir todo el tiempo, polaca. En cualquier momento se te cae la careta.— advirtió sin despegar su rostro del mío, yo no despegaba su vista del celular. Algo había ahí.

—¿Qué querés saber?— pregunté más calmada, Valentín buscó el chat de Ignacio y entró, justo estaba Ignacio en línea.— ¡Valentín...!

—¡Cerrá la boca y escuchame!— interrumpió poniéndome nerviosa.— Por una vez en tu vida dejá de mentirle a la gente, te pensás que todos se comen tu verso de nena buena y no es así. Decime ya que es lo que todos saben y yo no o voy y le digo a tu "novio" que tan fiel no sos.— dijo entrecomillando esa palabra en el aire.

—Yo a vos no te quiero dar explicaciones de nada...— dije por fin pero se ve que no me sirvió, mi pulso se alteró cuando apretó el redondelito de llamada.— ¡Pará un poco!

—¡¿Y entonces?!

—¡No somos novios, pelotudo!— confesé asustada de lo que pueda llegar a hacer o decir.— ¡La puta madre!— continué gritando y me separé de nuestro acercamiento.— ¡No somos, ni fuimos, ni lo vamos a ser, inútil! ¡Callate!— finalicé quebrando mi voz por completo. Esta situación me desborda.

Valentín no dijo más nada y apagó la pantalla de su celular, ignorando el hecho de que estaba shockeada. Simplemente se sentó en el borde de su cama y sus manos se dirigieron a sus rodillas para descansar, éste tipo está fumado.

—La idea es que nadie lo sepa.— murmuré sentándome a su lado.— Pero yo no puedo decidir, yo no puedo decirle que no, es una obligación.

—¿Con qué beneficio?— siguió con otra pregunta, yo fruncí el ceño.— ¿Con qué beneficio le mienten a sus conocidos?— aclaró.— Conozco lo suficiente a Mateo y te aseguro que mucho tiempo no se va a aguantar ser la segunda opción de nadie, así que si no querés perderlo, solucioná esa mentira rápido, porque la que va a terminar dolida sos vos.

polaca; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora