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¿Se podía ser más infeliz de lo que él era en ese maldito puesto laboral?

Otro día completamente igual al anterior estaba pasando, en el que solo estaba allí, en su oficina con ese estúpido trabajo de ajustar la agenda personal de cada uno de los trabajadores de la empresa para designar a qué evento iría cada uno.

¿Acaso no podían hacerlo ellos solos? Detestaba estar metiéndose en los horarios de las demás personas, ni siquiera sabía que existía ese labor hasta que le tocó a él hacerlo.

Lo odia, incluso podía llorar frente a la pantalla por estar haciendo eso en lugar de fotografiar o editando algún panel.

Algunas veces, con algo de suerte, le llegaba algún que otro diseño de alguno de los fotógrafos de la empresa, pero él solo tenía que darle el visto bueno y ya estaba, no podía poner un solo dedo en ninguna edición y era lo que más le entristecía.

Nunca creyó que extrañaría tanto como lo hacía a la variedad de opciones que le ofrecía su antiguo puesto, ya que cada día era diferente al anterior y la mayoría de sus fines de semana estaban ocupados por algún evento de imprevisto que surgía en su agenda.

Ahora, ésta estaba completamente vacía. Los fines de semana solamente llegaba a su departamento y no hacía más que llenar esa ausencia de trabajo con alguna película para evitar pensar demasiado.

Frustrado revisa el celular para chequear si el azabache le había contestado su mensaje por quinta vez en el día y vuelve a llevarse la decepción al notar su bandeja de entrada vacía.

Ya debería de estar acostumbrado, se dice a si mismo. Éste no hacía más que darle respuestas cortantes y concisas a sus preguntas y haciéndolo luego de pasado varios minutos desde que le había hablado.

Y había veces en las que directamente ni le contestaba.

Intentaba pensar en que Jungkook estaba acomodando las cosas para su tienda, ya que el señor Kwon había mencionado en algunas ocasiones que el menor estaba retrasando la apertura del local debido a que los productos llegaban de a poco y que todavía tenía mucho por organizar allí.

Él era bueno organizando. Era genial haciéndolo, de hecho. Si tan solo Jungkook se lo permitiera, él podría ayudarlo todo lo que éste quisiera. Podría incluso perder días enteros junto al menor solo organizando cajas.

Incluso piensa en ayudarlo, pero Jimin no estaba contestando sus mensajes ni tampoco quería decirle la dirección del local porque "debía respetar el tiempo que el azabache le pidió".

Su siguiente opción era pedírselo al señor Kwon, pero no estaba del todo seguro de si sería correcto pedírselo y simplemente caerle al azabache de sorpresa, rompiendo así el espacio y el tiempo que le había pedido.

Pero ya llevaba casi un mes de espacio, ¿Cuánto más necesitaba? No había segundo en que no extrañara a su menor y no veía la hora de poder verlo tan solo por unos minutos.

Sin dudarlo con demasía, decide ir hacia la oficina de su jefe en busca de esa ubicación, ya no quería darle más vueltas al asunto. De todas formas también necesitaba permiso para retirarse unas cuantas horas antes del trabajo y no estaba del todo seguro sobre si el señor Kwon accedería.

Da dos golpes a la puerta antes de ingresar y nota a su jefe frente a su computadora a penas levantando la mirada para ver quién había ingresado. En cuanto lo ve, una gran sonrisa se forma en su rostro y rápidamente lo invita a pasar y sentarse frente a él.

—Taehyungie, hola ¿Cómo estas?

Había comenzado a tener más confianza con su jefe en ese último tiempo. Sospechaba que mucho se debía a que éste extrañaba al azabache y buscaba llenar ese vacío charlando con alguien más.

And the reason is you 》▪︎KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora